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Los cubanos y puertorriqueños son españoles

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Entrevista conducida por Antonio Elias Salloum Salazar, de la Fundación Horacio Ducharne, al presidente de Autonomía Concertada para Cuba, Inc., con motivo de la demanda judicial interpuesta en la Audiencia Nacional que persigue la declaración de nulidad del art. IX del Tratado de Paz de 10 de diciembre de 1898.

Mariano Faquineto: “El meteorólogo autodidacta de Guanabacoa”

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meteorólogo criollo con su barómetro y termómetro de época, observando el ciclón desde una colina cerca de La Habana
meteorólogo criollo con su barómetro y termómetro de época, observando el ciclón desde una colina cerca de La Habana

De su padre, piloto naval español y cuidador del Morro, aprende Mariano el secreto de observar las nubes. Desde su nacimiento en la Habana de 1858, Mariano Faquineto y Soler observa la quietud, la lluvia, se familiariza con los estados del mar y descubre los sutiles cambios atmosféricos. Con él también aprende matemáticas, inglés y francés; conocimientos que dominaría de manera autodidáctica a la perfección junto a la meteorología en su adultez.

Mariano fue hombre culto y hambriento de saberes, Siendo jóven, decide emprender un viaje a México donde se cuenta que aprendió de buenas manos el arte de la confitería. Luego recorre Estados Unidos y vuelve a Cuba para finalmente dedicarse a la venta de caramelos artesanales. Se estableció en la casa número 20 de la calle Cruz Verde en la entonces pequeña villa de Guanabacoa. Mientras vende caramelos, no abandona su pasión por la meteorología que se vuelve un servicio agradecido por los vecinos de la zona.

En su libro “Los hijos de la Luna”, Orlando Carrió cita un folleto inédito de Roberto Ortíz Héctor titulado “La meteorología en Guanabacoa” en el que describe cómo el meteorólogo autodidacta salía ante cualquier atisbo de mal tiempo. Armado de su observatorio improvisado a las mayores alturas de la localidad, Faquineto corría detrás de las pistas del tiempo:

“(…) era frecuente su presencia, muchas veces bajo la lluvia premonitoria de los huracanes, en las mayores alturas que orlan a la cabeza municipal, como la Loma de la Cruz, del Indio y del Potosí. Tomaba nota de los tipos de nubes, sus direcciones y acumulación hacia los cerrados horizontes. Luego, recogido en su apartada vivienda, rodeado de polvorientas indagaciones, descoloridas notas e instrumentos, muchos de ellos arreglados o confeccionados por él mismo, llegaba a sus propias conclusiones y daba a conocer sus pronósticos”.

Su popularidad llegó en 1888 cuando ante la entrada de un furioso huracán en las Antillas que burló por su trayectoria y dirección al conocimiento meteorológico de la época. Cuenta Roberto Ortíz que Faquineto desafió a las autoridades científicas prediciendo que al próximo día la región occidental del archipiélago sería azotada por un monstruoso huracán.1

“El parte de Faquineto se propagó, primero, por los rincones de su barrio… llegó a los círculos periodísticos capitalinos y, en efecto, horas más tarde, el pronóstico del humilde meteorólogo se cumplió al pie de la letra dejando el huracán una estela de desolación y muerte”.

El «hijo postizo de la ciencia» ganó su crédito ante los observatorios cubanos Nacional y del Colegio de Belén y gana el respeto de la comunidad científica en Washington. Colabora con la prensa habanera y llega a fundar la gaceta El Sol con su propio financiamiento. Llegó a poner en entredicho la opinión de notables especialistas de la época como Mariano Gutiérrez Lanza y Luis García Carbonell.2

  1. Referencia: https://oncubanews.com/cuba/el-ciclon-de-faquineto ↩︎
  2. Referencia: http://www.habanaradio.cu/coberturas-especiales/archivo-del-tiempo/en-invierno-suceden-muchas-cosas/ ↩︎

Francisco de Arango y Parreño, patriota criollo y español

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El 21 de enero de 1837, fallecía en La Habana Francisco de Arango y Parreño. Apenas tres años antes, en 1834, la Reina regente le concedió al Prócer del Reino, diputado a Cortes y Consejero de Estado el título de marqués de la Gratitud. Durante sus poco más de setenta años de vida, se convirtió en uno de los principales referentes económicos de la Isla de Cuba. Para él, no era la independencia el camino que debía recorrer su tierra, sino la equiparación de derechos y responsabilidades de los criollos con los peninsulares. Se consideraba a sí mismo patriota cubano y español, lo que no le impidió conseguir un trato favorable y en muchas ocasiones privilegiado en materia comercial para el archipiélago de parte de la corona. El jóven Francisco tuvo una juventud marcada por su pasión a los estudios. Una trayectoria en escuelas a ambos lados del atlántico le sirvieron para obtener conocimientos y amistades que influirían para bien en sus proyectos futuros. Así consiguió relacionarse con personalidades que luego ocuparían destacados puestos en la administración civil cubana o en prestigiosas instituciones como Luis de las Casas, Francisco Moñino, Antonio de Viaña, Diego de Gardoqui y Francisco de Saavedra[1].  El final del siglo XVIII traería vientos de cambio. Los esclavos de la otrora colonia francesa de Saint Domingue iniciaron una guerra a muerte con su metrópoli. También arrasaron con gran cantidad de las principales plantaciones de caña, al tiempo que mataron o pusieron en fuga a sus propietarios y administradores.

La Revolución Haitiana de 1791 dejó un vacío económico que Arango no tardaría en localizar y utilizar en favor de la Isla de Cuba. Como apoderado del Ayuntamiento de La Habana en la Corte Española, apoyó una mayor liberalización del mercado esclavista para así obtener una masa de trabajo. Además, planteó toda una serie de reformas al comercio, la explotación agrícola, las infraestructuras, tecnología y educación. Su plan era ambicioso, quería suplantar el lugar de Haití como principal productor y exportador de azúcar a nivel mundial. Ejemplos concretos de las ideas que defendía al respecto se pueden encontrar en su “Discurso sobre la agricultura de La Habana y modo de fomentarla”. Pero más allá de los textos, Arango consiguió una buena cantidad de reformas al entramado político-económico. La carga tributaria de los ingenios azucareros, y especialmente la de los nuevos, se redujo a fin de poder aumentar las inversiones en este sector y dotarlo de mayor dinamismo. Además, se eliminaron diversas trabas al comercio exterior como el llamado “estanco del tabaco” y al interior como las restricciones a los cortes de madera. Un dato relevante es que estas medidas agradaron a productores grandes y pequeños, no olvidemos que el propio estanco del tabaco ocasionó tres grandes sublevaciones entre 1717 y 1723.

Estas medidas económicas lo pusieron en contra, en un primer momento, de la abolición de la esclavitud en la Isla.  Poco a poco cambió su visión. Contrario al pensamiento de gran parte de la burguesía criolla habanera que defendía la trata negrera, un Arango y Parreño ya mayor, vió en este medio un freno para el desarrollo económico y una fuente de inestabilidad política (cómo lo fue también en Haití) a mediano y largo plazo. Quiso para Cuba lo mismo que para España. Defendió, como pudo, una sociedad de ciudadanos libres y educados. Para ello promovió la Sociedad de Amigos del País y cuanta iniciativa tuvo a su alcance como la fundación de nuevas escuelas públicas o la reducción y prohibición de la trata. Una visión positiva y adelantada a su tiempo, pero también impregnada de prejuicios. Cómo diría José Gomariz:

Al lograr sus objetivos económicos y dejar clara la necesidad de la introducción de nuevas tecnologías para mantener la competitividad de Cuba en el mercado global, centró su atención en la introducción de mano de obra gratuita en la agricultura cubana y en el «blanqueamiento» de la población cubana, en general mediante la abolición de la trata de esclavos. Para asegurar la aprobación real de sus diversos proyectos, Arango emplea los estereotipos del «esclavo dócil» y del «esclavo rebelde» para caracterizar a los sujetos africanos de su correspondencia oficial. [2]


[1] Disponible en: https://dbe.rah.es/biografias/10048/francisco-arango-y-parreno

[2] Disponible en: https://www.jstor.org/stable/24487952

Isabel de Bobadilla, Capitana general de la Isla de Cuba

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Imagen generada por inteligencia artificial ChatGPT, muestra una mujer cubana vestida a la usanza del siglo XVI, con un paisaje tropical al fondo.

Durante la conquista y colonización de América, muchas mujeres tuvieron un papel singular y destacado. Una de ellas fue Isabel de Bobadilla, quien fuese gobernadora de la Isla de Cuba en pleno siglo XVI. Isabel provenía de una influyente y rica familia de la península. Sus padres, Pedro de Arias Dávila y Isabel de Bobadilla y Peñalosa vivieron también un tiempo en América, dónde su padre fue gobernador y sería finalmente sepultado.

En la península española, Isabel conoció, se enamoró y casó con Hernando de Soto. Junto a él viajó a Cuba en 1538 para la toma de posesión de la gobernación insular por su marido, pero allí compartieron muy corto tiempo en compañía del otro. Al año siguiente, De Soto partiría a la conquista de la Florida, traspasando a Isabel la responsabilidad y titularidad de la administración.

De esta manera, se convirtió en la primera y única mujer que ejercería como gobernadora y Capitana General en la Isla de Cuba. Siendo probablemente una de las mujeres que más poder ha tenido en este territorio en su historia.

La expedición de su marido a la Florida no se entiende sin el apoyo de Isabel, quién contribuyó con parte de su patrimonio personal tanto de manera económica como a través de sus influencias en la corte. Sus dotes de organización le valieron la confianza para gobernar el archipiélago entre 1539 y 1544; al tiempo que también pudo reunir y enviar ayuda y suministros a De Soto para su campaña.

Pero después de su despedida en La Habana, Isabel y Hernando no volverían a verse. Pocos años después de su partida al hoy territorio de Los Estados Unidos, De Soto moriría y sería sepultado en un tronco hueco en las aguas del Río Misisipi. Isabel lo esperó incluso aunque dejó de tener noticias suyas. Cuando supo de su muerte, la tristeza sentenció su propia vida. Poco después su alma abandonó este mundo.

Su amor por él inspiró una leyenda popular que quedaría inmortalizada en uno de los símbolos más visibles de la ciudad de la Habana: La Giraldilla. Cuentan que después de que los amantes se separaran por la partida de Hernando hacia la Florida, Isabel subía con frecuencia a lo alto del Castillo de la Real Fuerza a esperarlo.

Casi un siglo después de estos hechos, el escultor habanero Gerónimo Martín Pinzón basaría en ella y su historia el diseño de su Giralda para la villa de San Cristóbal de La Habana. Honrando de esta manera la memoria de la ilustre dama española.

Materiales consultados:

Juan Francisco Maura. Isabel de Bobadilla. Disponible en: https://dbe.rah.es/biografias/113664/isabel-de-bobadilla

Arte Historia. Isabel de Bobadilla. Disponible en: https://www.artehistoria.com/personajes/bobadilla-isabel-de

Á. Van den Brule A. (2021) Isabel de Bobadilla: la gobernadora en su laberinto. Disponible en: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2021-07-03/respeto-admiracion-tenacidad-tristeza_3158523/

Mi País. La Giraldilla. Disponible en: http://mipais.cuba.cu/cat.php?idcat=42&idpadre=138&nivel=3

«Es de justicia traer a casa a los españoles expulsados en Cuba y Puerto Rico»

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“Cubanos y puertorriqueños nunca dejaron de ser españoles”. Entrevista a Maikel Arista-Salado POR WILLIAM NAVARRETE. ESPECIAL EL NUEVO HERALD 18 DE DICIEMBRE DE 2023

Maikel Arista-Salado nació en La Habana, barrio del Vedado, en 1986. Salió de Cuba en 2008, antes de recibirse como abogado, y desde su salida ha vivido en Miami, España y desde hace dos años en Chicago. Es asistente de abogados y una de sus grandes pasiones es la Heráldica. Posee una colección de más grande de 1,000 medallas cubanas que ilustra la historia de la Isla durante los últimos tres siglos.

En 2022, Arista-Salado asumió la presidencia de la asociación sin fines de lucro Autonomía Concertada para Cuba, fundada en París en 2012 por el profesor Fernando Núñez. Fue éste el punto de partida de su combate de hoy: el reconocimiento por el Estado español de la nulidad del artículo IX del Tratado de París del 10 de diciembre de 1898 que obligó a España a despojar de la ciudadanía española a toda la población cubana y puertorriqueña.

¿Cómo surge tu interés por este tema y qué precedentes existían?

El primero en trabajar este tema fue el cubanoamericano, residente y fallecido en Miami, José Ramón Morales quien comenzó a principios de este siglo y con mínimos recursos con un blog que se llamaba “Cuba Española”. José Ramón tenía la certeza que los cubanos habían sido despojados arbitrariamente de la ciudadanía española por un artículo introducido por Estados Unidos en el Tratado de París que puso fin a la guerra cubano-hispana-norteamericana. Por eso, estamos creando un Premio a la Hispanidad que llevará su nombre por haber sido pionero en este tema

Luego, desde París, otro cubano, Fernando Núñez, retomó el tema y realizó una investigación minuciosa de la compleja situación política de Cuba a finales del siglo XIX. Es esto lo que ha precedido a mi interés por estas cuestiones y la razón por la que he asumido la continuidad del trabajo precedente, esta vez desde el ámbito del Derecho, tratando de llevar a los tribunales españoles el tema de la ilegalidad del Tratado mencionado.

¿En qué se fundamenta tu petición?

El artículo IX del Tratado de París obligó a España a decretar la desnaturalización masiva y forzosa de sus propios ciudadanos de Cuba y Puerto Rico, todos españoles originales por mandato constitucional. Primero, porque la mayor parte de la población no quería la independencia, contrariamente a dicen los mitos fundacionales de la República cubana (1902). Segundo por la necesidad de que el Estado cubano naciese con ciudadanos “nuevos”. Pero lo cierto es que ningún Estado tiene la capacidad jurídica para traficar con la ciudadanía de sus habitantes mediante un tratado con un tercer país y, en este caso, con Estados Unidos, tal y como sucedió en 1898 en París.

¿Qué estatus tenían Cuba y Puerto Rico entonces antes de 1898?

Ambos eran territorios españoles, cuya soberanía española se basaba en el Derecho castellano, fundamentado por tres institutos jurídicos articulados: hallazgo y conquista, donación pontificia y, por último, tratados con la potencia rival (en este caso Portugal). Y en virtud de ese Derecho castellano y común europeo, estos territorios fueron incorporados a la Corona de Castilla, algo que colocaba a los nativos de las islas de Cuba y Puerto Rico y a sus descendientes como súbditos del Rey de España. ¡Cuba y Puerto Rico nunca fueron colonias!

¿Y qué sucede con la instauración de la República cubana?

El Tratado de París es un acuerdo vinculante entre Estados Unidos y España. El Estado cubano es inconsecuente para el tratado. Es más, a ojos del tratado, no existen ni cubanos ni puertorriqueños, sino súbditos españoles nacidos y residentes en los territorios cedidos o renunciados. No obstante, la Constitución de 1902 impone la naturalización masiva y forzosa de toda esa masa apátrida de españoles desnaturalizados.

¿Cómo ha sido el proceso legal que han emprendido ante los Tribunales y hasta dónde pretenden llegar?

La única manera legal de pleitear este contencioso era haciendo una petición que realicé, inicialmente presentándola en el Consulado español en Miami. Esperé tres meses hasta que recibí la negativa del ministro de Relaciones Exteriores español que argumentaba que el Tratado de 1898 no permitía este tipo de denuncia, ignorando, por supuesto, que el famoso artículo IX era y es inconstitucional. Esto nos dio la posibilidad de recurrir su negativa, de modo que la petición ha salido del control político estatal para recaer en el control judicial.

Es la primera vez, en 125 años, que se recurre este Tratado. La demanda ha sido llevada por nuestro abogado, Enmanuel Oliva Díaz, a la Audiencia Nacional, sala de lo Contencioso, Sección 4ª, desde el pasado 20 de octubre de 2023. El Tribunal ha requerido a la parte actora, es decir, al demandante, que presente en 20 días el escrito de demanda. Uno de los resultados de este caso es que, inexorablemente, habrá un pronunciamiento del Estado español acerca de la validez de este artículo.

Por supuesto, en caso de negativa, elevaremos la petición al Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo que es muy puntilloso con el cumplimiento de la legalidad. El hecho de que tengamos a ese tribunal implica un peso más que obligará al Tribunal Constitucional al más estricto cumplimiento de la legalidad vigente. La declaración de nulidad del art. IX sería un logro sin precedente en la historia de España. Es de justicia traer a casa a los españoles expulsados en Cuba y Puerto Rico, que tienen los mismos derechos que aquellos descendientes de los sefardíes expulsados de la Península desde 1492 y admitidos ahora como ciudadanos después de cinco siglos.

William Navarrete es escritor establecido en París.

Editado en Francia el Tomo XXXIII de Desde las Orillas del Sena. N 54 de la Serie Cartas a Ofelia

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Foto: Ayuntamiento de París, estatua de Etienne Marcel frente al Sena

París, 4 de junio de 2023.

En este libro Desde las Orillas del Sena Tomo XXXIII, N° 54 de la Serie Cartas a Ofelia, sus 504 páginas comprenden 157 crónicas en español, francés e italiano.

Lo dedico a mis queridos Amigos italianos Daniela y Nello.

Puedes encontrarlo, así como también todas las crónicas y libros anteriores en mi sitio web www.cartasaofelia.com cuyo webmaster es el ingeniero don Leonel Mena Valdés.

Gracias al historiador cubano don Ferrán Núñez, director de “Españoles de Cuba”, se pueden leer todas las crónicas en su página web:

ESC

Es posible  descargar gratuitamente en Google Drive todos los libros que reúnen las 7835 crónicas que he publicado desde mayo de 1981 hasta mayo de 2023, en español, francés e italiano en la siguiente dirección:

https://drive.google.com/drive/folders/0B2JGTV0Z-vJ5fkwyck1hbENQT2pDWC1ZLUFqZTBqVjZNQUR4aGJWblllT09kYmpWeUhlSGc

Todos los libros se pueden encontrar también en el sitio web Hemeroteca de Cubamatinal, gracias a su director don Miguel Ángel García Puñales, historiador y sociólogo cubano, presidente de la ONGD Ceninfec (Centro de Información y Documentación de Estudios Cubanos):

https://cubamatinal.net/hemeroteca/hemeroteca-cartas-a-ofelia/

Desde Miami las crónicas en español han sido publicada por don Roberto A. Solera (que en paz descanse por la eternidad muy cerca de Dios), director de Cuba en el Mundo, en:

www.cubaenelmundo.com

Don Guillermo Milán Reyes y su señora doña Eva Beffrage, representantes en Suecia de UNPACU (Unión Patriótica de Cuba), han publicado numerosas de estas crónicas desde Estocolmo en:

http://www.cubademocraciayvida.org

Desde las orillas del Sena.

Tomo XXXIII.

Número 54 de la Serie “Cartas a Ofelia”.

Depósito Legal,  junio de 2023.

© Versión PDF para la web y edición en papel; diseño, maquetación, montaje y foto de la portada: Félix José Hernández Valdés.

Editado en París, junio de 2023.

 Foto de la portada: Ayuntamiento de París, estatua de Etienne Marcel frente al Sena

Félix José Hernández.

La expulsión de los jesuitas: Antecedentes y consecuencias

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-Por Emilio Acosta Ramos

Un tema que genera debate es la expulsión de la Compañía de Jesús de España y sus provincias de ultramar. Ya habían sido expulsados por diversos motivos de Portugal (1759), Francia (1764) y posteriormente de Nápoles (1767), Parma y Malta (1768).

Ciertamente la Compañía de Jesús se había convertido en un cuerpo incómodo para la Corona, considerado incompatible con ella, “un estado dentro del Estado”.

Se amparaban hipócritamente en su independencia de toda jurisdicción tanto civil como eclesiástica, fueron acusados de servir a la curia romana en detrimento de las prerrogativas regias, fomentar las doctrinas probabilistas, simpatizar con la teoría del regicidio, haber incentivado el motín de Esquilache y defender el laxismo en sus Colegios y Universidades.

Luego del motín de Esquilache, el fiscal del consejo de Castilla, Pedro Rodríguez de Campomanes, se encargó de la realización de la Pesquisa secreta para reconocer a los culpables. En su informe cita:

«El jesuita ni la Compañía no se miran como vasallos; es enemigo de la soberanía, depende de un gobierno despótico residente en un país extranjero; allí remite sus riquezas, de allí recibe las instrucciones; no es dueño de resistirlas jesuita alguno ni de apelar o reclamar, sean de la clase que quisieren, porque las debe respetar por profesión como dimanadas del mismo Jesucristo».

En alusión a las reducciones guaraníes, las cuales los jesuitas levantaron a los indios frente a España y Portugal entre 1754 y 1756, exponía Campomanes que cualquier facción existente en una nación ponía en peligro la seguridad del Estado mismo:

«está usurpada la autoridad real, desconocida y precaria la diocesana, Y atropellado el dominio que a los Indios pertenece en el manejo de sus propias haciendas».

El padre jesuita Francisco Javier de Idiáquez, Provincial de Castilla y otros reconocieron su participación en el motín de Esquilache y se les impuso castigo a unos cuantos. La corona aprovecharía para acabar con la amenaza jesuita.

El 27 de febrero de 1767, después de consultarlo con sus ministros, el Rey Carlos III ordena la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de la Monarquía española, señalando:

«por gravísimas causas relativas a la obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia mis pueblos, y otras urgentes, justas y necesarias que reservo en mi real ánimo; usando de la suprema autoridad económica que el Todopoderoso ha depositado en mis manos para la protección de mis vasallos y respeto de mi corona…».

La orden de expulsión fue aplaudida por el alto clero e incluso por otras órdenes, como agustinos y dominicos.

El encargado de llevar a cabo estas medidas en Venezuela fue el gobernador José Solano y Bote el día 15 de junio, en carta al jefe de gobierno el Conde de Aranda, del 11 de julio de 1767 cita:

«… hasta los treinta y cinco [días] no pasé a la Ejecución por las diligencias actuadas en cumplimiento puntual de las Órdenes e instrucciones de V. E. que el Rey Nuestro Señor se dignó mandarme obedecer y cumplir por la especialísima y particular gracia de sus Reales letras escritas de su real mano el primero de marzo de este año».

Fueron expulsados de América 2.600 jesuitas, unos 22 del actual territorio venezolano, los misioneros fueron: 9 pertenecientes a la Misión de Casanare; 5 al Meta y 8 al Orinoco. Por nacionalidades: 9 eran españoles, 8 neogranadinos, 3 Italianos, 1 bávaro y 1 alemán.

Decretada la expulsión se encargaron de las misiones otras órdenes religiosas, por ejemplo las de Guayana pasaron a manos de los capuchinos y a los franciscanos las de California, entre otros.

La corona reforma universidades y funda en algunos antiguos centros jesuitas Colegios de Cirugía, Jardines Botánicos, laboratorios químicos, junto a Sociedades Económicas de Amigos del País.

La supresión de la Compañía de Jesús fue decretada en 1773 por el mismo papa Clemente XIV y no sería restablecida hasta 1814 por Pío VII, en España el Rey Fernando VII les permitió el regreso el 15 de mayo de 1815 y en Venezuela tardarían siglo y medio para reaparecer en 1916.

Gracias a Alejandro Toledo, el globalismo se infiltró en el Perú

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-Por Mar Mounier

‘Gracias’ a Alejandro Toledo, el globalismo se infiltró en las instituciones del Estado, compró conciencias y creó el pozo séptico de corrupción que hoy contamina todo nivel en la política peruana con sus hedores putrefactos.

Alejandro Toledo, un tipo sin valores, monigote lleno de complejos, con una capacidad para mentir despreciable y mucha habilidad para hacerse de ‘socios’ interesados en arrancarse el país a dentelladas, merece terminar sus días en una cárcel. El daño que le hizo al país y sus consecuencias, se sufren hoy. Un país en donde la palabra ‘soberanía’ no existe más porque entregó al Perú al poder y decisión de poderes supranacionales como la CIDH, ONU, OMS y firmó tratados entreguistas a cambio de mendrugos en coimas.

Cada uno de sus corifeos, de quienes ‘trabajaron’ con el, sus ministros, secretarios, socios y huelefundillos varios, son los responsables que esa casta maldita y miasmática romantizada como ‘caviarismo’ (que no es más que logias o sectas discretas conformadas por traidores, encargados de imponer los proyectos globalistas en el Perú a través de ideologías destructoras de sociedades), haya encontrado terreno fértil.

(Recuerda: un ‘caviar’ es SIEMPRE un traidor. Un entreguista felón de su patria a cambio de nimiedades como casitas en playas exclusivas, lujosas oficinas en barrios acomodados, camionetas SUV’s, dinero del Estado en cuentas personales y puestitos en la administración del Estado -los de ‘baja clase’ se conformaban con espacios en platós de TV, asesorías, monsergas culturales y una que otra dádiva o licitación fraudulenta-. Y siendo REALISTAS y exactos, en el Perú NO existe el caviar. El término ‘caviar’ popularizado por Aldo Mariátegui para no ofender a sus coligados de reuniones donde se mezclan perro, pericote y gato, suena a pan con mango, a ceviche con piña, a carapulcra con palta. Lo justo es ATERRIZAR a esta gente. ¿’Caviar’? ¿en el Perú? ¿Por dónde? Cada uno de estos vendepatria merece un término que es bien peruano y que les cae como anillo al dedo: ‘HUEVERA’. Y ya sea por su labor, condición y puesto en la jerarquía miasmática de la cofradía pro-globalista, debe ser catalogado merecidamente según su nivel de pestilencia moral. ‘Huevera de pejesapo apesticiento’, ‘huevera de jurel pestífero’, ‘huevera de pejerrey podrido’ ‘huevera de merluza hedionda’ y etc).

Recuerda que todo el tinglado maloliente de ‘hueveras’ que infectaron las instituciones y organizaciones publicas y medios de comunicación del país, existe ‘gracias’ al beodo, al traidor mayor, Alejandro Toledo.

Que tenga larga vida… entre rejas para que le alcance a pagar por todos sus crímenes. Sí. En una prisión es donde debe terminar sus días un personaje tan despreciable, tan ruin y tan nefasto, como Alejandro Toledo.

La camiseta de la Sampdoria

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Habida cuenta de que en su momento hablamos de las camisetas retro a través de la camiseta de Maradona (1), me he acordado del impacto visual que causaba en mí de niño la camiseta de la Sampdoria.

Esto del fútbol ha variado mucho y no precisamente para bien. Pero desde que la globalización mediática empezó a marcar un antes y un después y lo que parecía inalcanzable, llegó a volverse monótono. También en las camisetas.

La Sampdoria me parecía un equipo que tenía un halo de misterio y exotismo. Recuerdo cuando en el cuadro genovés jugó Víctor Núñez. Sí, porque en aquellos tiempos, era raro ver futbolistas españoles en ligas extranjeras. Y recuerdo cómo me fascinaban los colores de su camiseta: Aquella camiseta azul, con una franja grande blanca que a su vez, albergaba los colores rojo y negro y la cruz de San Jorge; que luego me enteré que se debe a la fusión de dos clubes que a la postre, quisieron mantener algo de sus respectivas y primigenias esencias.

Hablando de eso, cuando estuve trabajando de comercial entre 2018 y 2019, una compañera genovesa que me vio una chaqueta en la que tengo un parche de la cruz de San Jorge, me dijo con los ojos muy abiertos que “era la bandera de la República de Génova, que fue una república marítima”.

Si ahora quiere uno la camiseta de la Sampdoria, basta con darle a un botón. Pero cuando yo era niño, rara vez se veía de refilón en la tele y poco más. Aunque en Sevilla, concretamente en la calle Sierpes, estaba “Deportes Z”, tienda de deportes y armería (lo que hoy sería impensable). Y en esa tienda había camisetas internacionales. Allí uno podía deleitarse la vista viendo de cerca las equipaciones de equipos italianos, franceses, alemanes, argentinos; camisetas de selecciones… Estamos hablando de una época que oscilaba entre el mundial de Italia´90 y el de Estados Unidos ´94…

En buena medida, pasearse por aquella tienda de deportes era una tortura para muchos niños, porque todos sabíamos que nuestras respectivas madres no iban a gastarse las entonces pesetas en aquello. Y con todo, uno soñaba con que algún día podría vestir alguna de aquellas camisetas, o que fuera el regalo de algún santo o de algún cumpleaños… Pero aquello nunca llegaba.

Como cantaban los Héroes del Silencio, “ya somos más viejos y sinceros y qué más dará…” No en vano, ese gusanillo infante nunca se nos fue. Y siendo más viejo y sincero, he de reconocer que cada vez que veo la camiseta de la Sampdoria, se me viene aquel encogimiento de corazón, aquella emoción maravillosa,  aquel mundo de misterio con las sensaciones características del niño que yo fui.

Al fin y al cabo, Sevilla y Cádiz estuvieron llenas de genoveses durante siglos y siempre fui un enamorado de la romanidad y de Italia, que no estoy diciendo que sea lo mismo, pero para entendernos. Pero eso, que al final, la cabra tira al monte.

Y es que en aquellos años el fútbol italiano era como algo inalcanzable.

Luego pasaron los años y bueno… Supongo que también tiene que ver con eso que cantaban los Héroes y que también las idealizaciones llegan hasta donde llegan. Pero aún me dura aquella italofilia que va más allá del fútbol, y por encima de todo ello, la romanidad que tantísimo nos explica.

Y bueno, ¡qué recordada emoción la de bichear entre las perchas la camiseta de la Sampdoria, aquel equipo en el que jugaba un español!

NOTA

(1)Recuérdese:

Fernando VII y la Constitución (conservadores vs liberales)

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-Por Emilio Acosta Ramos, de Venezuela Provincial (*)

Un mantra muy repetido es que por culpa de Fernando VII se deroga la constitución de Cádiz y surge las divisiones entre liberales y conservadores que tantas turbulencias trajo a la monarquía hispánica.

Lo cierto es que luego del vacío de poder surgido por el apresamiento de la familia real por parte de Napoleón Bonaparte, el criollo peruano Blas de Ostolaza, confesor de Fernando VII en el exilio, fue expulsado de Francia y llevaba escondido un poder otorgado por el Rey para que defendiese sus derechos al trono tanto en España como en las Indias. Al llegar a España inmediatamente informa a la regencia en Cádiz, lo que deriva en constituir las Cortes en 1810, que sirvieron para establecer un gobierno provisionalmente para luchar en contra la invasión francesa.

Para la elaboración del texto encontramos gente como Gaspar de Jovellanos que habría preferido unas Cortes a la antigua usanza española, más fieles, según su pensamiento, a la constitución política –es decir a la naturaleza– de España. O diputados como Esteban Palacios y Blanco, tío de Simón Bolívar, que se opuso a la abolición de la esclavitud.

La redacción del mismo enfrentó a las facciones conservadoras y liberales. Se abolió la antigua estructura gremial y estamental, asentada por escrito en las Siete Partidas del Rey Alfonso, esto enfureció a conservadores. Aunque el cuerpo legal tiene apartados rescatables como su artículo 18 que citaba:

«Son ciudadanos aquellos españoles que por ambas líneas traen su origen de los dominios españoles de ambos hemisferios, y están avecindados en cualquier pueblo de los mismos dominios».

En 1813 los franceses serán derrotados militarmente y firmarán el Tratado de Valencay el 11 de diciembre. Napoleón reconoce a Fernando VII como Rey de España. Fernando VII será recibido con fastuosas recepciones populares en España, y grandes aclamaciones en América, lo que le valió el nombre de «el deseado».

Los conservadores hacen llegar al rey «Manifiesto de los Persas» firmado por 69 diputados, un 37,5% del total de las cortes; de los cuales 10 diputados son de las provincias de ultramar, pidiendo que declarará nula la Constitución liberal de 1812.

El manifiesto es una réplica exhaustiva de esa Constitución de Cádiz, parte de los 143 párrafos que contenía citaba: «Era costumbre de los antiguos Persas pasar cinco días de anarquía después de fallecido el Rey, a fin de que la experiencia de asesinatos, robos, y otras degradaciones, les obligasen a ser más fieles a su sucesor. Para serlo España a V. M. [Fernando VII] no necesita igual ensayo en los seis años de su cautividad [por Napoleón)]».

Fernando VII siguiendo las recomendaciones de los peruanos Dionisio Túpac Yupanqui Inca, Blas Ostolaza los novohispanos Miguel de Lardizábal, Antonio Joaquín Pérez, presidente de las Cortes y otros diputados nobles de la monarquía católica, con respaldo de parte del ejército y de la mayoría del pueblo llano, hacen que su majestad se manifieste a favor del absolutismo aboliendo la Constitución de 1812.

Luego de abolida la constitución, los liberales intentaron varias veces hacer levantamientos armados para restablecer una monarquía constitucional pero no tuvieron éxito, hasta que en 1820 Rafael de Riego al mando de las tropas que estaban destinadas a ir a luchar contra los secesionistas en América se levanta y será restaurada la Constitución de Cádiz.

En ese lapso de tiempo Fernando VII es apresado por los liberales en el Palacio Real, por fortuna para el no podían asesinarlo ya que después de la caída de Bonaparte se impuso la Santa Alianza en Europa. Cita el investigador venezolano Carlos Villanueva en su obra «Fernando VII y los Nuevos Estados: la monarquía», que:

«Sin embargo sus carceleros,… no resistían la tentación de amargarle la vida… hasta el papel higiénico le era escatimado».

Riego obliga a Fernando VII que jurara la constitución y a decir aquellas célebre frase:

«Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional».

Esto hizo que en las provincias de ultramar muchos realistas conservadores cambiaran de posición o bando, dando un giro a las guerras separatistas en América, como sucedió con. Agustín Iturbide en México y con el Indio Reyes Vargas y el padre Andrés Torrellas en Venezuela.

Fernando VII, al final consigue la ayuda de Europa para restaurar el absolutismo, siendo Luis XVIII rey de Francia de la reinstaurada dinastía Borbón, quién por medio de la Santa Alianza, envía al Duque de Angulema con los llamados «Cien mil hijos de San Luis» los cuales no encontraron resistencia alguna en España, ya que el gobierno liberal no contaba con el apoyo popular y tenía escasas fuerzas militares para defenderse.

Se critica a Fernando VII por la represión ejercida en contra de los liberales después de que prometiera que si capitulaban no los perseguiría. Pero luego de recibir un golpe por parte de ellos, ser apresado y vejado, era difícil que cumpliera con su palabra.

Aunque años después en octubre de 1832 Fernando VII les concede una primera amnistía y un año después una segunda amnistía. Luego de la muerte de Fernando VII llegarán al gobierno el liberal moderado Francisco Martínez de la Rosa en 1834.

A partir de aquí los liberales controlarán el poder durante casi todo el siglo XIX, llegando las guerras carlistas y escribiendo la historiografía oficial plagada de leyenda negra contra Fernando VII, popularizando el apodo de «rey felón».

NOTA

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