E n el último tercio del siglo XIX se pudo oír el canto del cisne de los defensores de la esclavitud de los negros de África. Sucedió en Cuba, una de las provincias más desarrolladas de España hasta que se independizó, con la ayuda interesada de los Estados Unidos. Los buques negreros eran los que llevaban esclavos de África. Eran mayormente armadores catalanes, que también regentaban prósperos negocios en la isla (azúcar, ron, tabaco; productos entonces con precios muy elevados). A esa situación corresponde la canción de los negros cubanos de entonces: «Quién fuera blanco, aunque fuera catalán». No es de extrañar que un poderoso grupo de presión catalán (que existe todavía hoy), el Fomento del Trabajo de Cataluña, fuera la última voz en defender la esclavitud en Cuba.
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