-Por Emilio Acosta Ramos
https://www.youtube.com/channel/UCt0Ux-WM6CICG1zGNxSsXgg
El aporte de los canarios a Venezuela es inmenso, desde la época colonial, la considerada octava isla, se impulsa la formación del venezolano actual, debido a nuevos aportes de población blanca canaria durante esta etapa.
La ocupación de Jamaica por los ingleses, la del oeste de Santo Domingo por los franceses y la de las Guayanas lleva a la Corona a plantearse esa alternativa para evitar la ocupación de parte de Venezuela o de las Antillas mayores. Se pacta con la Corona la Real Cédula de 1678 por la que debían ser trasladadas a tales lugares por los navieros canarios 50 familias por cada mil toneladas de comercio a cambio de no pagar el impuesto de avería.
La irrupción del cacao como producto de exportación y la pacificación y el control de Los Llanos favorecen la instalación definitiva de familias canarias en la región central de Venezuela.
En Caracas y La Guaira de fines del siglo XVII comienza a establecerse una importante colonia. Se calcula que representan entonces más de un 90% de los casamientos de inmigrantes blancos y un 16% del total, número que es mucho mayor si se tiene en cuenta que la gran mayoría se casaron y tuvieron hijos antes de emigrar.
Durante el siglo XVIII el Gobernador de la Provincia de Caracas, José Francisco de Cañas y Merino (6.7.1711-22.9.1714), consideraba que más de la mitad de la población venezolana era canaria (Borges 1963).
La instrucción de Pedro José de Olavarriaga para los años 1720 y 1721 sobre la Provincia de Venezuela (Caracas), señala que todos los navíos provenientes de las Islas Canarias traen familias para poblar y cultivar la provincia, muchos se encontraban en condición de miseria, y se veían forzados a practicar el contrabando (Olavarriaga 1981). La relación de Bervegal, 1749, para explicar la insurrección de los isleños contra la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, indica que había familias isleñas regadas en toda la provincia y que estos canarios o isleños, eran en parte criollos y en parte nacidos en Canarias, muchos se dedicaban a la labranza, y otros al contrabando (Hussey 1962, p. 126).
Desde el último tercio del siglo XVII y durante el siglo XVIII, la emigración canaria ocuparía extensas zonas montañosas próximas a Caracas (Hernández González 1995), espacio donde un estudio genealógico encuentra, notoria dominancia del aporte canario (Lindorf 2000). Ocuparán la llanada barloventeña (Castillo Lara 1983), también, los valles de Guarenas y Guatire, al oriente de Caracas, donde se establecen muchas familias de origen canario, variando la demografía en relación a los dos siglos anteriores (García Jaspe 1991, 2000).
En La Victoria, Valles de Aragua, a partir de 1744, se instalan familias casi todas de ascendencia canaria (Tavera Marcano 1995, pp. 175-185). Esto explica la observación de Humboldt (III p.79), de que en proporción había más blancos que en Caracas. Por los alrededores del lago de Valencia (III pp. 93, 130, 137), encuentra una población libre de blancos y mulatos, pequeños arrendatarios, que servían de jornaleros a los hacendados en la época de cosecha. Humboldt (III p. 133), señala que en el cultivo de la caña de azúcar, son generalmente canarios o isleños, los que se hallan al frente de las plantaciones. En el tabaco fueron mayoría dominante (Rodríguez Campos 1989, p. 126). Depons (1930), reporta canarios en La Victoria, Valencia, San Felipe y San Carlos, donde, muchas familias tenían origen canario (Herrera-Vegas 1987). En los pueblos de los llanos centrales, los blancos eran numéricamente importantes (Carrocera 1972, Vila 1978, Vila 1980). Rodríguez Campos (1989 p. 110), considera que se puede hablar de la existencia de la nacionalidad canaria conformada en Venezuela desde principios del siglo XVIII. La emigración canaria procedía mayoritariamente del noroeste de Tenerife.
La independencia absoluta de Venezuela se declara el 5 de julio de 1811. Seis días después, el 11 de julio, ocurren dos alzamientos: “La Isleñada” o “Revolución de los Isleños”, en Caracas, y la insurrección de los pardos, en Valencia, donde había presencia isleña importante (Rodríguez Campos 1989, Uslar Pietri 1972). Se produce la caída de la Primera República (Primera República Mantuana). La contrarrevolución triunfa con Domingo de Monteverde y Ribas, militar de carrera, de acaudalada familia canaria, con parentela en el país por línea materna y paterna. Se establece lo que se ha llamado el gobierno de los canarios o conquista canaria, equivalente a un gobierno de facto (Parra-Pérez 1992, Uslar Pietri 1972).
Monteverde se ve inmerso entre gentes muy resentidas con la revolución y con las que tenía una vinculación de paisanaje, y se convierte en el eje de la recuperación del gobierno, lo que en buena parte explicaría su insubordinación hacia la autoridad española. Su gobierno se ve amenazado y Bolívar invade, desde marzo de 1813, con un ejército neogranadino. Se promulga y aplica el Decreto de Guerra a Muerte (Vegas Rolando 1978). Se establece la Segunda República (Segunda República Mantuana), entre agosto de 1813 y julio de 1814, que sólo dominará escasos puntos de la cordillera de la Provincia de Caracas.
El decreto de Guerra a Muerte segregaba a los españoles y canarios, de los americanos. Se debe interpretar como, españoles y canarios, que optaban por la permanencia del gobierno español, fueran de ultramar o criollos, en contraposición a los independentistas, es decir, americanos. En 1814 la rebelión popular da al traste con la Segunda República. Se desvanecen las iniciales aspiraciones aristocráticas y excluyentes de los mantuanos de lograr el poder político manteniendo la estructura colonial. Sobre este conflicto, John Lynch (1987), sentencia que:“(…) para la historiografía tradicional, el verdadero crimen de la contrarrevolución venezolana es que fue liderizada por canarios, gentes de rango bajo, y que fue dirigida contra los criollos que componían la élite”.