La ayuda del conde de Aranda a la independencia de los EE.UU

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-Por Carlos Rodriguez Hurtado

La ayuda prestada por el conde de Aranda se realiza a través de la red de un naviero comerciante bilbaíno, que sería el primer embajador español en Estados Unidos, Diego Gardoqui (1735-1798). Otra figura importantísima fue Juan De Miralles Trayllón (1715-1780), el fundador español de los Estados Unidos, tras su fallecimiento fue tratado como un héroe de la patria norteamericana con solemnes honores militares presididos por George Washington. En el funeral de Miralles estuvieron todos los miembros del Congreso como muestra de gratitud. Miralles, natural de Petrer (Alicante, España), fue un diplomático español afincado en La Habana, delegado de Carlos III. Fue amigo personal de George Washington, prestó excelentes servicios al incipiente estado norteamericano, creó una red agentes de inteligencia a tal fin. Una pulmonía acabó con su vida, atendido en la propia casa del que sería el primer presidente de Estados Unidos. De la fortuna de Miralles y otros potentados de La Habana, de toda Cuba, se pudo pagar al ejército patriota de George Washington -que estaba sin fondos para pagar las soldadas-. Serían los españoles, los hispanoamericanos, quiénes reunieron dinero de todos los rincones para entregar un total aproximado de 300.000.000 $ actuales en oro, para financiar los frentes por la independencia de los Estados Unidos, dinero que nunca sería devuelto. Otro agente español importante fue Francisco Rendón, secretario de Miralles, que a la muerte de éste ocuparía su cargo en Estados Unidos como intendente, al hacer llegar los suministros que enviaba España a los patriotas norteamericanos.

Todavía hay muchos españoles, peninsulares y americanos, cuya contribución a la independencia de los Estados Unidos está en vías de salir a la luz, pendientes de una recuperación histórica.

“El carácter secreto de esta ayuda económica -hay que recordar que España no estaba oficialmente en guerra con Inglaterra- hace que hoy sea imposible calcular las cantidades de dinero enviadas por España y qué parte de esos capitales salían directamente de la fortuna privada de Miralles. El hecho de que estos trasvases de dinero se realizasen a través del conde de Aranda, embajador español en París, ha llevado a muchos historiadores americanos al tremendo error de confundir dicha ayuda con la que los independentistas recibían de Francia.”

VICENT RIBES. Catedrático de la Universidad de Valencia.

Por su parte, el general francés, Jean-Baptiste Donatien de Vimeur de Rochambeau (1725-1807), para los amigos conde de Rochambeau, agradeció al Ministro español, el conde de Aranda, la ayuda proveniente de La Habana que fue decisiva en la batalla de Yorktown (1781), «la alegría fue enorme cuando recibimos el dinero desde La Habana». Batalla en la que es poco conocida la participación de compañías de soldados españoles del Regimiento Fijo de La Habana, y Pardos y Morenos de La Habana. Una victoria que no podría haberse logrado sin el control español de toda la cuenca del Mississippi por donde llegaban los suministros a los norteamericanos. Este abastecimiento español hizo posible resistir al ejército norteamericano, de otro modo George Washington habría perdido sus fuerzas ante el creciente número de deserciones que se estaban produciendo al carecer de medios y estipendios. No sólo eso, las victorias militares de Bernardo De Gálvez bloquearon cualquier ofensiva de las fuerzas inglesas por el Oeste y el Sur de las Trece colonias, procuró suministros, inteligencia y equipamiento militar a los norteamericanos. Los españoles asestaron tremendos golpes y mantuvieron ocupados a las tropas inglesas que no pudieron concentrar fuerzas ni dar eficaz respuesta a los ejércitos de Washington.

Lo mismo cabe decir de Fernando De Leyba (1734-1780), el héroe que protegió la retaguardia española desde San Luis de Illinois -a 1000 Km al Norte de Nueva Orleáns- con apenas unas decenas de efectivos frente a tropas angloindias de unos 1500 hombres, cubriendo las espaldas de Bernardo De Gálvez, en una heroica resistencia en el que pereció exhausto. Fue la primera vez en la historia que españoles y estadounidenses lucharon juntos, éste episodio también ha merecido un breve desarrollo que he añadido a este artículo.

Y como no destacar al segoviano Luis De Córdova (1706-1796), Segundo Capitán General de la Real Armada Española, que asestó al poderío naval británico enormes reveses con la captura de escuadras inglesas, en total más de 70 navíos entre los años 1780 y 1781. La más espectacular fue en 1780, al sorprender a un convoy enorme de 55 naves. La «caza general» fue excelente, apresando 52 barcos.

Eran tantos los navíos apresados que no cabían en el puerto de Cádiz, la bolsa de Londres se desplomó por la cantidad de botín que fue obtenido, -fue uno de los mayores desastres logísticos en la historia de la marina inglesa-. En 1781 atrapa otro convoy en el Canal de La Mancha. Hechos que por supuesto, como muchos otros relevantes, tristemente nadie conoce, porque a España se le da bien ocultar sus logros, y muy bien creerse toda la propaganda falaz de sus enemigos históricos, tan bien como a Inglaterra tapar sus colosales derrotas. Una labor de ocultación que debió ser muy intensa por parte de algunos historiadores anglosajones, todavía hoy, caso del despistado «hispanista» Henry Kamen que entre otras mezquindades finge que no existen los héroes españoles, la patraña del británico fue replicada con soltura por parte del escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte. Lo cierto, es que somos víctimas de una tremenda ignorancia, las mayores derrotas británicas frente a España como el de la Contraarmada (la Invencible inglesa) de 1589, o el descalabro de la Royal Navy en Cartagena de Indias (y Santiago de Cuba) de 1741 apenas son conocidas mundialmente y fueron derrotas militares más grandes y humillantes que el desastre de la archiconocida Felicísima Armada de 1588. En realidad el desastre de la española Invencible fue esencialmente causado por las terribles tormentas, y al contrario de lo que se piensa erróneamente, no supuso merma alguna de la hegemonía española, no trastocó en absoluto al que fue el primer imperio oceánico de la historia.

Otro gran estratega español, se sumó directamente a la campaña final de Gálvez, fue la del Mariscal de Campo Juan Manuel Cajigal y Monserrat (1739-1811) nacido en Santiago de Cuba, Cajigal la punta de la Lanza de España, otro de los más brillantes jefes militares de todos los tiempos. Participa en el sitio de Gibraltar y se unió a Gálvez como Lugarteniente General, segundo comandante, con su Regimiento al sitio de Pensacola, encabezando el asalto del Fuerte George con los Fijos de La Habana, el Regimiento del Príncipe, los Batallones de Pardos y Morenos y los granaderos de los Dragones de La Habana, que arrasaron esta posición inglesa.

Un año después, en 1782, Juan Manuel Cajigal, ascendido a Teniente General de los Reales Ejércitos, tomará y expulsará a los ingleses de las Bahamas ocupando New Providence. Su expedición formada por más de 2500 soldados es escoltada por buques norteamericanos, su operación será tan sorprendente y fulminante que el contingente formado por unas 50 naves no sufrió baja alguna, supuso un rotundo éxito al obtener este punto geoestratégico tan importante en el Caribe, consolidando el plan dispuesto por Gálvez. Tuvo que regresar precipitadamente a La Habana para rechazar con contundencia una contraofensiva de la flota inglesa del Almirante Rodney que fracasa ante las férreas defensas españolas.

Estos son sólo algunos de los valientes hombres que luchaban por España en las postrimerías del siglo XVIII.

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