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Hispanoamérica debe unirse

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«Todas las naciones indo-hispanas están unidas por los vínculos del idioma, raza, cultura, religión profesada por la mayoría del pueblo; idéntico afán de la conquista que impulsó al español a llevar la paz de Cristo, como él la entendía, a todas partes, desbrozando primero de abrojos el terreno con la punta de la espada para que detrás siguiese el misionero sembrando en las almas la buena doctrina; igual y brava resistencia de los pueblos indígenas, con caudillos como Quoactemoc en México, Rimuñahui en Quito, Caupolicán en Chile, que defienden palmo a palmo su independencia, combate tras combate, sin esperanza de una victoria definitiva, pero luchando siempre hasta el último instante y sin doblegar su espíritu ni ante el tormento: historia común de tres siglos de coloniaje en que se expande el alma por las regiones del arte con mirajes de eternidad: y en fin amor por la libertad que estalla al comenzar el siglo XIX, libertad que en su cuna fue española y fue cristiana, pero que en lo político la falsificó el filosofismo y en lo económico la aprovecharon los grandes explotadores internacionales.

NOS ENVENENARON.
De México a la Tierra del Fuego, y aún en la Antártida donde clavan su pabellón Argentina y Chile, e incluyendo a Brasil que habla un dialecto español, hay mayor unidad que en cualquiera de las grandes naciones modernas. Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, formada por pueblos de diverso origen, costumbres y lenguaje dialectal, en los que se ha buscado el vínculo común para unirlos en la última etapa histórica. Hay mayor unidad en las veinte naciones de América Latina, que en el mismo pueblo de Estados Unidos. ¿Por qué entonces, estos han encontrando el vínculo político, económico y social que los une y nosotros hemos sembrado de odio todos los campos de nuestra carne y de nuestro espíritu, para saber menos de San Martín o de O’Higgins, de Hidalgo, de Morelos o de Martí, que de Washington o Frankiln? ¿No será que nuestros adversarios para destruirnos, nos envenenaron con falsos conceptos de libertad, democracia, independencia, palabras flexibles que se prestan a todas las interpretaciones, que cada cual las entendió como pudo y nos lanzó a la lucha fraticida, sobre ríos de sangre y montaña de incomprensiones hasta colocarnos en una dolorosa esclavitud económica y social, de rodillas ante los grandes pueblos o ante los grandes consorcios o trusts internacionales?

El ideal de los próceres de una América unida en que soñaron Bolívar en la Conferencia de Panamá, San Martín y O’Higgins en el abrazo de Maipú; ese ideal que hizo de Rocafuerte nacido en Guayaquil ciudadano de México, se ha esfumado en los rencores y venganzas entre hermanos, en más de una centuria en que hemos vivido peleando sin visión del porvenir, con la sangre en las rodillas, el estómago vacío de pan y la cabeza vacía de los grandes ideales políticos, ciegos ante nuestra propia grandeza, denigrando lo que es nuestro y admirando lo ajeno, en un insensato afán de imitar a otros pueblos.

QUE COMIENCE LA RESISTENCIA.
El filosofismo que nació en Francia, la masonería que se la utilizó en Inglaterra para el dominio de los mares, dominio que hoy ha pasado a otro pueblo, el protestantismo que vino a Europa con Lutero en Alemania han destruido ya bastante nuestra personalidad hasta convertirnos por el alma en algo que nuestros padres no reconocerían como pertenecientes a la hispanidad. Es tiempo de que comience ya la resistencia. De que volvamos a encontrar lo que hemos perdido: nuestro espíritu, nuestra alma, nuestro propio yo, el caballero andante que vive en el Quijote y el hombre práctico que habla en Sancho. Hasta para ser anticatólico hay que serlo a lo hispano, como ese terrible demonio de los Andes, tan magistralmente descrito por Palma, alegre, hidalgo y valiente hasta el momento de entregar su cabeza al verdugo.

Si no comienza la resistencia, la destrucción seguirá adelante, continuaremos atomizándonos más y más, y un día en un lenguaje que no es el de Cervantes y el de la Santa Doctora de Ávila se dirá: por aquí paso un pueblo enfermo de libertad, democracia y anarquía.

La primera en reaccionar debe ser cierta prensa, abierta a los intereses de los extranjeros y cerrada a los intereses de los nacionales; que bate palmas ante la explotación del hombre por el dinero y se asusta ante los brotes nacionalistas que conducen a los pueblos al reclamo de sus legítimos derechos. Esa prensa llama democracia a la explotación de las naciones y de las masas populares por trusts de adinerados y bautiza con el nombre de enfermedad de totalitarismo o de internacional negra a los brotes de rebeldía para ser política y económicamente libres, al deseo de que las naciones indo-hispanas no pierdan su soberanía, no se humillen ante un poquito de dinero dado a interés usurario que los cerrará el camino hacia un futuro pletórico de esperanzas.

DEBE BUSCARSE.
Hispano América debe buscarse de nuevo a sí mismo y debe unirse, porque solo en la unión ocupará en el mundo el puesto que le corresponde. (…)»

Wilfrido Loor Moreira

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