General Juan Domingo Perón

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A pesar de mi desconocimiento personal; pero, eso sí, sintiendo una admiración profunda hacia el que fuera un general diferente a como nos tienen acostumbrados ser los generales o generalotes al uso y abuso de su infantiles crueldades, el argentino general Juan Domingo Perón, con toda probable seguridad, si después de la gusanada, hubiera algo, se estaría removiendo en su tumba respecto a como está aquel sueño suyo del ABC Suramericano.

Un ABC, integrado y como de locomotora, por Argentina, Brasil y Chile, para, que, poco a poco se fueran incorporando los demás países de un continente de una tierra, que los Usa, la tienen podrida; a pesar de que para podredumbre real, la de sus ciudades y mentiras del “rubio tintado”.

Cuando Che Guevara fue asesinado en 1.967 por los EE.UU. sin que haya habido un solo juicio que condene a sus asesinos más allá de las maldiciones de tipo faraónicas que algunos airean con la esperanza de que sean verdad, probablemente el argentino Guevara, le viera muchas posibilidades a unas gentes, las argentinas, que pese a la hipoteca que pesa sobre ellos de la secta católica vaticana, entre las sotanas hay veces que aciertan a ver y saber que los uniformes y las sotanas los están jodiendo mucho más, que los impuestos y las distracciones monetarias de sus políticos.

Si el comunismo, el socialismo, el justicialismo, y cualquier “ismo” diferente al capitalismo o al militarismo, aumentara la cuota de dinero público de mantenimiento, despilfarro, exhibicionismo y de impunidad ante todas las leyes de la secta católica vaticana; es decir si Perón, tal y como hacen los gringos que están a partir un piñón con el Vaticano, no le hubiese reñido, solo reñirle, al clero, no hubiera sido excomulgado corriendo el mes de junio del año 1955, año del que un servidor recuerda muchas cosas.

Y como seguramente Perón se quedó tan pancho con la excomunión de la secta vaticana, para septiembre de ese mismo año, con su ladinismo habitual, juntamente con sus socios los yanquis, el vaticanismo le prepararon un golpe de estado por comunista: siguiendo con la premisa vaticana que más vale que corran apurados los que no llevan sotanas.

Decía aquello del recuerdo de los años cincuenta y cinco, porque en la España católica apostólica romana, los del “bigote carril de hormiga”, los de las altas botas y las altas patrias, juntamente con la santidad reinante, lograron que hasta en nuestros juegos infantiles, que ya empezábamos a criticarlos porque nos estaban jodiendo con tantas palabrerías y ningún remedio inmediato para la comida y el vestido, el nombre de Evita y de Perón se llevó nuestros agradecimientos.

Aquellos agradecimientos profundos hacia Evita y hacia Perón, seguramente que no teníamos capacidad de análisis para tenerlos, y que sí los tenían los muchos, con el buche lleno, que anteponen las acrobacias políticas a las hambres de las gentes. Y nosotros, en aquellos años, hasta los vencedores que no habían “vencido” bien en la ya lejana guerra: constante disculpa del robo y el saqueo para el pago militar, estaban pasando hambre, aunque mucho menos que los rojos republicanos.

De aquel entonces me viene, probablemente interesado, el profundo aprecio al general Perón y a Evita. Pero, además, algo tiene que tener el mundo de los sentimientos, porque por ellos siento aprecio sin conocerlos muy a fondo; pero no siento ningún respeto ni aprecio por ningún general o generalote más, como no sea un general de los montes guerrillero.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

  1. ARGENTINA
    Y si te digo peonza,
    estoy nombrando tu forma,
    te estoy nombrando Argentina.
    Yira, yira, brilla el sable
    con un negror que no cabe
    en noche alguna que acueste
    un sol ya viejo y cansado,
    cansado de ver galones,
    cansado de ver regiones
    que ayer supieron del gaucho,
    del gaucho y de boleadores
    aferrados a la tierra,
    arrimándole canciones,
    guitarras con sentimiento,
    donde un caballo de miedo,
    donde un caballo de noche,
    galopa en el cono sur.
    Y si te digo peonza,
    yira y yira, brilla el sable,
    te estoy nombrando Argentina,
    estoy nombrando tu parto:
    un parto de generales;
    unos generan la muerte,
    otros matan libertades.
    Y siempre allá por tu vientre
    vas pariendo generales.
    Y por la zamba la rabia,
    guitarra arriba al cantarte.
    Pienso en ti y me desgano,
    poncho negro, negro tango,
    de una esperanza sin sable,
    de otra vez gaucho y galope;
    poder reciclar tu nombre.
    Y cantar junto a los paisanos,
    paisanos con los sombreros,
    sombreros con alas anchas,
    sin más generales
    ni más miradas al norte
    ni mas miedos por las Pampas
    que a la escarcha del pampero.

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