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A propósito de los cuestionamientos de Maykel González Vivero a Ruiz Urquiola

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José Gabriel Barrenechea.

Una oposición democrática puede permitirse el autocuestionamiento. Algo que está más allá de las posibilidades del régimen autocrático al que se enfrenta.

Es esta capacidad de autocuestionarse, si se practica civilizadamente, desde la argumentación racional y no desde la ofensa y la descalificación, la que la hace creíble como oposición, y sobre todo como democrática.

De no practicarla, de satanizarla, la oposición se convierte en algo peligrosamente semejante al régimen al que pretende sustituir, y en consecuencia pierde su atractivo para un público que, con toda razón, no verá en ella más que lo mismo. Y todos sabemos que de los males es siempre mejor quedarse con el ya conocido.

Una oposición que reprime su capacidad de autocuestionamiento será entonces una oposición muy firme, una secta, integrada por un pequeño núcleo de militantes disciplinados que rozan el fanatismo, pero incapaz de hacer proselitismo más allá, hacia su sociedad. Sobre todo incapaz de contagiarle a la sociedad en cuestión el virus del cuestionamiento. El cual virus quizás ocasione percances en la propia oposición en un principio, pero a la larga nunca será mortal para ella, como si lo es para todo régimen autocrático.

Es necesario entender que ese virus no se le transmite a la sociedad sólo al cuestionar al régimen, sino al practicarlo con sinceridad por la oposición también sobre sí misma. Recordemos aquella verdad que dice: Solo la verdad nos hará libres.

Una oposición que se autocuestiona es por ende creíble, ya que ella misma señala sus propios problemas y defectos, los discute y los supera. Sin darle al régimen autocrático la posibilidad de usar esos problemas y defectos para descalificar éticamente a dicha oposición.

No podemos temerle al autocuestionamiento en la oposición democrática, sino estimularlo. Siempre que se haga respetuosamente, al usar de argumentos racionales y no descalificaciones o manipulaciones al sentimentalismo barato. A fin de cuentas así preparamos a la sociedad para vivir en una verdadera Democracia.

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