Quizá no se sabían la letra entera de «Dixie», quizá todavía hablaban mejor en el español de sus bisabuelos que en inglés, quizá el uniforme gris de la Confederación les venía demasiado estrecho, pero hubo un puñado de españoles que se batieron el cobre y dieron su sangre en la terrible Guerra Civil americana. Incluso hasta hubo algún héroe en Gettysburg, como el soldado de la Unión Francisco Navarrete, que arrebató una bandera a los sudistas, sin que por ello, no se sabe aún por qué motivo, fuera condecorado.
Organización
Pero puestos a organizarnos, quizá sea mejor empezar por otros nombres que sin ser plenamente españoles sí guardaban alguna relación con nuestra Patria. Para empezar, uno de los grandes militares de la Unión, el almirante David G. Farragut , procedente de una familia menorquina. O el mismísimo general George Gordon Meade , que derrotó a Lee en Gettysburg, que casualmente había nacido en Cádiz. O el general confederado James Johnston Pettigrew, un apasionado de nuestro país que escribió un libro titulado «España y los españoles». Nos tenía por gente «entrañable, caballerosa y valiente».
Pero, vuecencias aparte, hora es ya de ir hablando de la tropa. Y de dar las gracias a quien nos han puesto en este camino, como el comandante de ingenieros José Enrique López Jiménez, autor de un fantástico artículo sobre el tema en la revista «Ejército» , en su número 791, de marzo de 2007. O los interesantísimos blogs de Jesús Hernández (experto en esta contienda, autor del libro «Norte contra sur. Historia total de la Guerra de Secesión» ). O los también apasionados argumentos de Isadora Rowina Elliott.
Todos a paso ligero
Por razones mayormente geográficas más que ideológicas, la mayoría de nuestros paisanos que combatieron en aquella terrible guerra lo hicieron con la Confederación, con los rebeldes. Al fin y al cabo, varios de los estados sudistas como la Luisiana y la Florida tenían entre sus habitantes a muchos descendientes de españoles, muy en especial de gente llegada desde las Islas Canarias.
En el momento de la batalla, aquellos españoles se unieron a sus vecinos, como es habitual. Sin embargo, también hubo gente nuestra entre las tropas azules de la Unión. Especialmente en el 39º Regimiento de Nueva York, conocido como la Guardia Garibaldi, pues además de usar camisas rojas como los partisanos garibaldianos tenían al revolucionario italiano entre sus héroes. Aquel regimiento estaba formado por gran parte de inmigrantes que ya en aquellos años llegaban en mansalva a la isla de Ellis, en Nueva York. El uniforme que gastaban era también de aires italianos, pues era calcado del que usaban los bersaglieri , con su sombrero de plumas incluido.
Los héroes de la Luisiana
En el sur, la mayor parte de nuestra tropa se alistó en el 10º Regimiento de Luisiana (también estuvieron en el 13º, con su uniforme de zuavos), y cabe aquí recordar un libro importante sobre ellos, «Legión extranjera de Lee», de Tom Brooks. Y eran tipos como Gustavo López, de Nueva Orleans; Pedro Barau, también de Nueva Orleans, alistado en los Rebeldes de Luisiana, fue hecho prisionero y acabaría jurando lealtad a la Unión; Alejandro Berthancourt (típìco apellido canario), igualmente de Nueva Orleans, murió en Gettysburg; Juan Basco de los Rangers de Orleans; Pedro Bellory; Antonio Campos, igualmente de Nueva Orleans, desaparecido en combate; Manuel Castaño, desaparecido en combate; Antonio de León; Juan Fernández, después de ser hecho prisionero juró lealtad a la Unión; Juan Gutiérrez, Juan Lemán (perdió el brazo derecho en Gettysburg)…
Pero hubo más españoles, allá en tierra más o menos extraña . Como el Regimiento de Cazadores Españoles de la Milicia de Infantería de Nueva Orleáns; la Guardia Española o Southern Star Guards, del 21 Regimiento de Infantería de Alabama. O en los texanos de los Partisanos de Benavides , una tropa cuajada de canarios de la zona de San Antonio de Béjar; o el 8º Regimiento de Infantería de Florida. Los mandaba el texano Santos Benavides, nieto del fundador de Laredo.
A miles de kilómetros de la que fue la patria de sus abuelos, nuestros paisanos, como siempre, nunca dejaron de dar la cara en una guerra terrible, considerada la primera guerra moderna, una contienda que ya sabemos que también está regada con sangre española.