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El Ordenamiento en el Laberinto de sus contradicciones

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José Gabriel Barrenechea.

En realidad la única manera de aumentar la productividad laboral pasa por lograr que los trabajadores puedan vivir decorosamente de su trabajo. En ese sentido el aumento de salarios es una medida atinada. Sin embargo ese aumento de salarios en una economía como la cubana, donde las políticas de pleno empleo son priorizadas sobre cualquier otra consideración, no logrará otra cosa que disparar la inflación hasta tarde o temprano alcanzar una nueva readecuación entre precios y salarios. Sin ningún aumento de productividad, ya que esa readecuación será igual o peor de inadecuada para el trabajador, de lo que era el desequilibrio entre precios y salarios en que hemos vivido en Cuba desde los noventa del pasado siglo.

Contrario a la interpretación que una parte considerable de la población le ha dado a la Tarea Ordenamiento, alimentada por el discurso ambiguo de las élites del régimen, de que la misma tiene entre sus objetivos acabar con los muchos vagos, al obligarlos a buscarse un “empleo con el Estado”, si su objetivo prioritario es aumentar la productividad, la Tarea en verdad solo podrá realizarse si el Estado rebaja de manera significativa el número de quienes “trabajan con él”, antes del primer cobro mensual en enero, o al menos del segundo en febrero.

Porque aumento de la productividad laboral y pleno empleo son objetivos contrapuestos, que no pueden ser llevados a la vez a menos que ambos se hagan mutuas concesiones: no aceptar tocar las políticas de pleno empleo ni con el pétalo de una rosa, al menos en una economía tan deprimida como la cubana, es de paso condenarse a mantener la productividad por el suelo.

Sin hacer ya una rebaja radical de plantillas en el sector presupuestado de la economía, y sin permitirle a las empresas que se autogestionan hacer en los próximos meses lo necesario para aumentar la productividad, sea al despedir trabajadores, o al subir precios para obtener las ganancias que le permitan evitarse lo anterior, sólo causará inevitablemente inflación, y para nada aumento de la productividad.

En general queda claro que el régimen no puede llevar su política de aumento de la productividad a feliz puerto, ya que ello implicaría renunciar a su posición de no usar “políticas de choque neoliberal”, “de no dejar a nadie desamparado”. Por lo que la Tarea Ordenamiento nace condenada al fracaso. La misma solo habrá de causar una espiral inflacionista, cuyas primeras etapas ya se viven desde su anuncio en octubre, cuando los ahorristas salieron a cambiar sus fondos en cuc y cup por dólares o bienes. Espiral inflacionista que el régimen, genio y figura…, intentará detener con sus consabidas políticas de control de precios, o desestimulo a la producción privada; a la vez que pone contra la pared a las empresas estatales no presupuestadas, a las cuales les exigirá eficiencia e ingresos a las arcas del Estado, mientras les amarra las manos para poder aplicar libremente las acciones necesarias para alcanzar esa eficiencia y producir esos ingresos.

Esto estancará o incluso hará caer la producción, en medio de un caos de precios en aumento y medidas gubernamentales contradictorias. Finalmente desabastecerá por completo los mercados legales, y hará aumentar en paralelo los precios de los pocos productos que se vendan en el mercado negro, hasta el punto de que los nuevos salarios también terminen por ser insuficientes para asegurarles a los trabajadores ya no una vida decorosa, sino su simple supervivencia. Con el problema ahora agregado de que los servicios eléctrico, telefónico, de transporte, las medicinas o la minúscula canasta normada deberán ser adquiridos por ese trabajador con una proporción mayor de su salario de lo que debía gastar en ellos antes del 1° de enero de 2021.

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