“En julio de 1936, la creciente degradación del régimen parlamentario español y la mayor fuerza de los movimientos favorables a una revolución comunista o, en su defecto, anarquista, trajo como consecuencia una revuelta militar que se venía fraguando hacía tiempo. Forma parte de la doctrina y del libro de ejercicios de los comunistas, establecidos por el propio Lenin, que los comunistas deben colaborar con todos los movimientos izquierdistas y ayudar a conseguir el poder a los gobiernos constitucionales, radicales o socialistas débiles, para después debilitarlos más y arrebatarles el poder absoluto para fundar el Estado marxista.
En realidad, se estaba produciendo en España una réplica perfecta del período de Kerenski en Rusia [Gobierno provisional democrático entre la abdicación del zar en febrero de 1917 y la revolución bolchevique de octubre, que acabó con la democracia]. La diferencia era que España no estaba destrozada por las guerras extranjeras. El Ejército mantenía todavía cierta cohesión y, al mismo tiempo que la conspiración comunista, se elaboró en secreto un intenso contracomplot militar. […]
MUCHAS DE LAS GARANTÍAS COMUNES EN UNA SOCIEDAD CIVILIZADA YA HABÍAN DESAPARECIDO POR LA PENETRACIÓN COMUNISTA en el débil gobierno parlamentario. Habían comenzado a producirse asesinatos por ambos bandos, y LA PESTILENCIA COMUNISTA HABÍA LLEGADO A TAL EXTREMO QUE ERAN CAPACES DE LLEVAR A SUS ADVERSARIOS POLÍTICOS A LA CALLE, incluso sacándolos de la cama, Y MATARLOS. Ya se habían producido muchos asesinatos de este tipo en Madrid y sus alrededores. El momento culminante fue el asesinato de Calvo Sotelo, el dirigente conservador […]. Hacía un mes que el general Franco le había escrito una carta al ministro de la Guerra español dejándole claro que, si el gobierno español no podía garantizar el cumplimiento de la ley en la vida cotidiana, tendría que intervenir el Ejército. […]
Cuando el general Franco levantó el estandarte de la revuelta, el Ejército lo apoyó, incluida la tropa; también lo apoyaron la Iglesia y casi todos los elementos de la derecha y el centro, de modo que en seguida dominó varias provincias importantes. Los marinos españoles asesinaron a sus oficiales y se incorporaron en seguida a lo que pronto se convirtió en el lado comunista. Con la caída del gobierno civilizado, la secta comunista se hizo con el control y actuó según lo que disponen sus ejercicios de entrenamiento. Entonces comenzó una trágica guerra civil. Los comunistas que llegaron al poder emprendieron MASACRES MASIVAS, a sangre fría, de sus adversarios políticos y de los adinerados, devueltas con creces por las fuerzas franquistas. Los españoles se enfrentaron a la muerte con notable compostura y FUERON EJECUTADOS MUCHÍSIMOS EN AMBOS BANDOS. Los cadetes militares defendieron su escuela en el Alcázar de Toledo con la máxima tenacidad, y las tropas de Franco, que se abrieron camino desde el sur, dejando tras de sí un rastro de venganza en todos los pueblos comunistas, al final consiguieron liberarlos.
En esta lucha me mantuve neutral. Naturalmente, no estaba a favor de los comunistas. Habría sido imposible, sabiendo que, de haber sido español, me habrían asesinado a mí, a mi familia y a mis amigos. Sin embargo, estaba seguro de que […] el gobierno británico tenía razón en mantenerse fuera de España”
–Winston Churchill, “La Segunda Guerra Mundial”