La comida china made in China Town de San Francisco tiene entre sus
fruslerias el chop suey con salsa agridulce, que es el mejor ejemplo que
he encontrado para comentar lo ocurrido en las elecciones celebradas
ayer en España.
El PSOE ha obtenido muy buen resultado
numérico, afianzando el poder de Sánchez Pedro en el ámbito interno,
donde ya no habrá quien le tosa; aunque está por ver como
lidiará el toro andaluz, pues la lapidación de Susana Díaz, puede
llevarse por delante a la convulsa federación andaluza y consolidar el
«trifachito», como han bautizado al gobierno a tres bandas en esa
región, los intelectuales serviles y la prensa pagada por Moncloa, vía
publicidad institucional, EREs y refinanciaciones.
¿Qué ha
ocurrido para que el rey socialista esté triste?, pues que la complicada
aritmética D’Hont permitirá la reedición de un pacto a la andaluza en
otras regiones y porque no ha conseguido Madrid, meta que se autoimpuso
como una cuestión de vida o muerte y, claro, murieron Pepu, Gabilondo y
Carmena.
Este resultado permite a Pablo Casado salvar los
muebles, pero el batacazo gallego, que cuestiona el liderazgo en la
reserva de Núñez Feijoo, despeja el camino para que Génova comience a
trabajar desde hoy mismo en la recuperación del partido, que ha sufrido
otro severo varapalo electoral en un mes.
Ahora toca, sanar
heridas con Rajoy y Soraya; volcarse con afiliados y simpatizantes, con
alcaldes, portavoces y concejales y velar porque cada gobierno en
solitario o coalición sea un modelo de eficacia, transparencia y
solidaridad real con los más desfavorecidos.
Toda coalición es
complicada, como cualquier Menage a trois; pero gobernar siempre es
complicado, más ahora con ciudadanos prósperos, formados y exigentes.
Menuda tarea aguarda a Génova; si tiene éxito, será un triunfo para
España; si fracasa; será malo para todos porque el PSOE ya solo puede
crecer a costa del náufrago Podemos y para ello, tendría que pasar por
las horcas caudinas de golpistas y demás enemigos de España, siempre
dispuestos a cobrar del reino opresor al que ofenden cotidianamente.
C’s padece del estancamiento típico de quien carece de implantación
territorial y tendría que reformular discurso, evitando ocurrencias y
estruendos; y apostando por recuperar parte de lo perdido en su cuna
Cataluña y crecer en el resto de España, al margen de la polarización
que ha provocado la estrategia electoral de Moncloa y el batacazo de la
derecha en las Generales, que recocentró el voto en el PP y PSOE, como
males menores.
VOX debe emprender el camino de la moderación,
salvo que quiera asumir el riesgo de ser bisagra marginal, a cambio de
no renunciar a los principios de rabia y aluvión que lo han llevado a
tener éxitos notables en las Generales y este domingo.
Moncloa
fue hábil en azuzar el miedo a la ultra derecha, aunque se da la lengua
con filoetarras y golpistas, como demuestra la escogencia de Batet y de
Cruz, ese sabio que reza porque el Supremo absuelva a la banda de
forajidos catalanes.
Como la izquierda ganó la guerra cultural
con la muerte del Che Guevara, Viet Nam y mayo del 68; la derecha debe
ser muy hábil a la hora de colocar sus mensajes y no caer en las trampas
de los tertulianos a sueldo del régimen que, lejos de debatir ideas y
propuestas de VOX, lo que hace es colocarse por encima en el plano
teórico (leninismo puro) y afear siempre lo mismo: que si los gays, que
si las mujeres, etcétera; cuando los problemas reales de desigualdad,
caída de la clase media, despoblación rural y natalidad bajo mínimos; no
afectaran por igual a hombres y mujeres; a homosexuales y
heterosexuales.
España es ahora mismo un estupendo laboratorio
político para el trabajo esforzado, paciente y discreto en favor de
todos y en contra de nadie. Esa es la clave que creo debe asumir la
derecha, pensando que los problemas de los españoles son sus problemas.
De seguir la derecha, con matices, instalada en discursos que puedan
ser manipulados por la izquierda; el retroceso está garantizado; el reto
no es echar a Carmena del Ayuntamiento de Madrid, sino hacerlo mejor
que ella, trabajando para todos los madrileños, especialmente para los
más desfavorecidos, casi siempre rehenes de las limosnas del rojerío
decadente que padecemos.
El PP tiene datos contrastados de cómo
trabajando bien y sin sectarismos, los resultados electorales son
siempre favorables y hasta fabuloso; el exceso de ideologización solo
conduce a la reducción de votos porque las sociedades postindustriales
evitan los extremismos y buscan la zona templada del centro, sobre todo
en España, donde la triste Guerra Civil vacunó a la mayoría contra los
excesos.
La sociedad contemporánea es plural, solidaria y
transversal con el voto ideológico definido y estabilizado; de ahí la
necesidad de pegar la oreja a la tierra, dialogar permanentemente con la
España que madruga, una inmensa mayoría, y trabajar para ir cerrando
brechas por donde puedan colarse los oportunistas disfrazados de
progresistas.
No hay mayor progreso que incrementar los niveles
de renta y bienestar; redistribuir la riqueza con criterio de justicia
combatiendo el fraude en todos los ámbitos y generar un movimiento que
ponga lo mejor de España, que es mucho, al servicio del futuro mestizo
que nos enriquecerá.
La clave no está en hacer más ricos a los
ricos, sino que la riqueza material y espiritual alcance a todos,
incluidos los hijos de emigrantes, que ahora patean un balón de fútbol
en las escuelas de cualquier pueblo español, soñando con saltar un día a
las gramas del Camp Nou, Mestalla o el Bernabeu.
La pobreza y
la exclusión solo generan rabia y llenan de votos las arcas de los
falsos mesías progresistas, dispuestos siempre al sacrificio en nombre
de la libertad que niegan dentro de sus propias filas, exterminando a
los lúcidos y potenciado estómagos agradecidos y mediocres.
El
capital humano español debe reflejarse en la política y en eso la
derecha puede desempeñar un papel de vanguardia; salvo que siga empeñada
en que la izquierda post Muro de Berlín y verdolaga le robe la merienda
para que se la coman Monedero, ese avispado de la Cuarta Internacional,
o el camarada Morodo, que ni siquiera hizo falta que el jefe de Centro
cubano en Caracas lo reclutara, pues acudió a La Habana encandilado y
untado con esa bicoca de 42 millones de euros socialdemócratas.
Chop suey
Date:
Desconozco donde vive este señor que firma el artículo, pero cómo le llamaría él a los medios radicales y más poderosos de la llamada derecha española como ABC, El Mundo, La Razón, El Español, OKdiario, Libertad Digital y una lista interminable de medios digitales que dedican todo su tiempo y su ejercito de tertulianos a desacreditar las políticas que benefician a los menos favorecidos, que es lo mismo que decir mayoría de la población española, porque no se trata de derecha o izquierda como lo redacta este señor, sino de ricos y pobres o de los que tienen mucho y los que tienen muy poco. Una significativa minoría de ricos posee la mayor parte de la riqueza existente debido a las insuficientes medidas fiscales y tributarias que se han mantenido en España posterior al franquismo. Alejada de las contribuciones europeas, la española ha sido un paraíso para los que más tienen, esos que muchos reflejan el egoísmo de su «clase» y creídos de ser los favorecidos de Dios, porque van a misa, pero muy lejos de ser cristianos, mirando a los más pobres por encima del hombro, algunos han obtenido su fortuna del patrimonio nacional protegidos y en contubernio con determinados políticos de turno. Resulta indignante y triste tener que leer artículos como el presente, donde alguien se atreve a clasificar a las personas en buenas y malas en dependencia a la posición económica o política que ocupe o defienda, pero donde no se atisba el menor rigor del conocimiento para analizar por qué millones de españoles aún trabajando jornadas completas no llegan a terminar el mes.