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André Comte-Sponville: "La libertad es más importante que la salud"

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La opinión del filósofo francés contrasta con la actual sinfonía de hipócritas “preocupados” por los ancianos que entre todos hemos metido en asilos porque es más cómodo; analiza la campaña de miedo a la que nos están sometiendo los medios al servicio del poder cada hora desde que comenzó la epidemia; cuyas consecuencias inmediatas, son los comportamientos irracionales y la aceptación del recorte de las libertades que tanto trabajo ha costado ganar en occidente.

34 días de confinamiento por culpa de la pandemia del corona virus, y hoy está con nosotros el filósofo André Comte-Sponville. ¡Buenos días! Explíquenos por qué está usted ahora más irritado que hace un mes, ¿qué es lo que le molesta sobre lo que está ocurriendo? ¿Es acaso la palabra guerra lo que le perturba? ¿El pánico general que se ha instalado en todo el planeta?

La palabra guerra que ha utilizado el presidente Emmanuel Macron es una metáfora. Aquí no hay ninguna guerra. Se trata de una metáfora cuyo objeto es el de movilizar a la sociedad para enfrentar colectivamente la pandemia. Cierto es que frente a una pandemia peligrosa hay que movilizarse. En realidad, no es la palabra guerra la que más me incomoda, ya que, repito, se trata de una metáfora; lo que me fastidia es esa locura colectiva que no deja de crecer, alimentada por los medios. ¿Me pregunta por qué estoy más molesto que hace tres semanas? Tal vez porque he estado mirando demasiado la televisión; pero sobre todo porque desde hace un mes todos los medios radiofónicos abren y cierran sus programas con el Corona virus, sin hablar de otros sucesos importantes que se siguen produciendo. Ya cansa. Por ejemplo, ya nadie habla de los emigrantes que se ahogan en el Mediterráneo, ¿El cambio climático? Ya veremos luego.

Es verdad que estamos afrontando una crisis mayor, pero hay que poner las cosas en su lugar: no ha llegado el fin del mundo. En Francia ha habido alrededor de 20 mil fallecidos, es mucho sí, pero recordemos que en este país se mueren cada año 600 mil personas y de ellos 150 mil por culpa del cáncer, entre ellos miles de niños, adolescentes y jóvenes adultos… la media de edad de muertos por corona virus se sitúa alrededor de los 81 años. Escúcheme bien porque quiero que se entienda lo que quiero decir; para mí todos los seres humanos son iguales en derecho y en dignidad, pero todas las muertes no se valen de la misma manera. Es mucho más triste morirse a los 20 o a los 30 años que a los 80 o a los 90. Así es que bueno, empiezo a estar un poco harto. Nos piden que estemos de luto por 20 mil fallecidos olvidando los otros 600 mil. ¿Acaso los 20 mil muertos por la epidemia merecen nuestra compasión más que los demás? Sin olvidar que el confinamiento trae aparejadas consecuencias económicas incalculables, cuyas primeras víctimas serán los sectores más jóvenes de nuestro país. Los jóvenes no se atreven a decirlo porque temen que se les acuse de desaprensivos por olvidar a los ancianos, pero la verdad es que para salvarnos nosotros los estamos sacrificando a ellos. Mire yo tengo 68, así es que también soy “viejo”; pero se lo digo como lo oye: ¡estoy harto! porque en nombre de nuestra salud, estamos creando millones de parados que, sumados a los millares de euros destinados a la relanzar la economía (que no digo que esté mal que se haga) están hipotecando el futuro de las nuevas generaciones.

Pero señor Comte Sponville ¿usted es consciente de que lo que está diciendo es difícilmente asimilable por los franceses ahora mismo?

Mire, en Francia sólo se escuchan y difunden las cosas que no molestan a nadie. Nos han sometido durante años a lo políticamente correcto y ahora llevamos semanas sumergidos “en lo sanitariamente correcto”. O sea que ya no nos atrevemos a decir ciertas verdades y solo expresamos lugares comunes que nos resulta agradable escuchar. Como intelectual mi trabajo no es el de decir cosas bonitas, que no molesten, más bien exponer lo que creo verdaderamente importante.

¿Entonces lo que usted cree importante no que la salud pública sea considerada en nuestras sociedades como un valor supremo?

Vamos a ver, la salud no es para nada un valor, la salud es un bien. Un bien es algo que se puede desear, envidiar. Por ejemplo, la riqueza es un bien. Puedo sentir envidia viendo el estilo de vida de una persona más rica que yo, o de alguien que tenga mejor salud que yo. Un valor es algo que no puede envidiarse, se trata de algo que se puede admirar. No se admira a nadie porque goce de buena salud o porque sea rico, admiramos a los demás porque son valientes, abnegados, generosos… La salud no es un valor moral, reservamos esos valores al amor, la justicia, la libertad… no a la salud. Sobre todo si vamos a convertirla en un valor supremo. Yo llamo a eso el pan medicalismo.

Si la salud se convierte en un valor supremo, la medicina se convierte en lo más importante del mundo. Que se delegue en los médicos la gestión de nuestras enfermedades me parece perfecto, pero que se les permita también dirigir nuestras vidas y la sociedad en su conjunto, me parece mucho más inquietante.

Comparando el otro día la gestión de la crisis por algunos países asiáticos y en concreto la China que había tratado a su población de manera poco democrática, usted había afirmado que prefería sufrir del Covid-19 en una democracia que estar sano en una dictadura. ¿Cree que una situación como la actual justifique el recorte de nuestras libertades?

Es aceptable, claro, pero durante breve un tiempo. No estoy en contra del confinamiento que se justifica para evitar el colapso de los servicios de urgencia y reanimación; para llegados a ese extremo, no tener que escoger entre quien vive o muere por no tener los recursos necesarios para atender a todos los que lo necesiten. No estoy diciendo que el confinamiento no esté justificado, lo que digo es que habría que pensar en cómo se aplica. No creo que correr durante el día sea un problema grave de salud pública. Hay que considerar el sufrimiento de la gente, particularmente a los ancianos, o aquellos que deben confinarse en una habitación con tres o cuatro niños, sin olvidar los maridos violentos, los padres violentos… No puede obviarse el enorme sufrimiento social. En resumen, no quiero tener que escoger entre libertad y salud. Puedo aceptar momentáneamente verla reducida, pero cuando escucho en la televisión durante todo el día a los doctores diciendo que esta situación durará el tiempo que se justifique desde el punto de vista médico, es mi deber decir hasta aquí hemos llegado. Es inadmisible que nos encierren a todos de manera indefinida por una enfermedad cuya tasa de mortalidad es del 1 o el 2% máximo, tal vez menos cuando se computen todos los casos no diagnosticados. Así es que sí por una reducción de nuestras libertades, pero durante el tiempo más breve posible. Por eso las interrogantes que nos hacemos para salir del confinamiento me parecen pertinentes.

Lo que me preocupa es que escucho a los médicos todas las noches con la palabra salud en la boca, lo cual es normal para un profesional de la salud, lo que pasa es que yo no soy médico, soy un ciudadano y para mí la libertad es mucho más importante que la salud, estamos de acuerdo en limitarla por razones de salud, pero no acepto que la suspendan indefinidamente por esas mismas razones. Por otro lado, pretender que porque tengo 65 años voy a tener que quedarme encerrado hasta que los médicos lo decidan no es aceptable. De hecho, en otros países como en Alemania o en suiza el confinamiento es mucho menos incómodo. Eso sin hablar de Suecia donde solo se pide a la población que respete el distanciamiento social.

Por todo esto tenemos que defender la libertad, la salud es algo importante pero la libertad lo es más todavía. Millones de personas han muerto defendiendo la libertad, no creo que tanta gente lo haya hecho para defender la salud.

Bueno, creo que lo hemos entendido…

Si me permite decir una última cosa. No le tengo miedo a la muerte en general porque todos vamos a morirnos en algún momento; pero le digo una cosa, tengo mucho menos miedo a morir de Covid-19 que del Alzheimer. En Francia, por ejemplo, cada año se diagnostican 25 mil casos de esa enfermedad, por el momento de Covid-19 apenas 20 mil. Sinceramente, ¿prefiere usted que su médico le diga que está enfermo de Covid-19, cuyas posibilidades de no morirse son del 95%, que de Alzheimer? No le tengo miedo a la muerte, pero prefiero morir mil veces de Covid-19 que de Alzheimer. Está muy bien que nos ocupemos de las personas que están en los asilos, pero no olvidemos, las tristes condiciones en las que viven nuestros mayores en esas instituciones… perdóneme por seguir siendo «sanitariamente incorrecto» pero en lo que me concierne, y que conste que hablo en mi propio nombre, prefiero enfermarme e incluso morir de  Covid-19, que pasarme 10 o 15 años en un asilo.

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