Vacunas contra la Covid ante la realidad de los hechos: una mortandad inédita

Hemos decidido poner a disposición de los lectores de Españoles de Cuba un texto La vaccination Covid à l’épreuve des faits: Une mortalité inédite que ha provocado esta semana en Francia una gran polémica. Sus autores son investigadores y científicos de reconocido prestigio ques han decidido llamar la atención pública francesa y mundial sobre la mortandad que está provocando a los ojos de todos y en la indiferencia casi general, la actual campaña de vacunación en Occidente. El texto ha sido censurado por diferentes medios en línea.

Por: Laurent MUCCHIELLI (sociologue, directeur de recherche au CNRS), Hélène BANOUN (pharmacien biologiste, PhD, ancienne chargée de recherches à l’INSERM), Emmanuelle DARLES (maîtresse de conférences en informatique à Aix-Marseille Université), Éric MENAT (docteur en médecine, médecin généraliste), Vincent PAVAN (maître de conférences en mathématique à Aix-Marseille Université) & Amine UMLIL (pharmacien des hôpitaux, praticien hospitalier, unité de «pharmacovigilance/CTIAP (centre territorial d’information indépendante et d’avis pharmaceutiques)/Coordination des vigilances sanitaires» du Centre hospitalier de Cholet).

Actualmente los datos de la farmacovigilancia se desestiman porque tomarlos en consideración significaría comprometer la ideología de la vacunación global por la que han optado las industrias farmacéuticas, los gobiernos y los principales medios de comunicación. Por tanto, esta vacunación masiva, está provocando una mortalidad sin precedentes en la historia de la medicina moderna. Se vuelve urgente suspenderla para evaluar cuanto antes el balance beneficio riesgo que comporta cada una de ellas.

Episodio 59 (actualizado el 01/08/2021)

En el episodio anterior de nuestra miniserie sobre vacunación, mostramos que los datos epidemiológicos disponibles a nivel mundial bastan para demostrar que la vacunación no protege contra la contaminación y transmisión de Sars-Cov-2, en particular del Delta actual (o India). Estos elementos contradicen sustancialmente las reiteradas declaraciones de representantes del poder ejecutivo francés relativas a la “protección que ofrecen las vacunas”. En Estados Unidos, el director del NIAID, Antony Fauci, acaba de reconocerlo públicamente, llegando incluso a recomendar a las personas vacunadas el uso de mascarillas en los espacios cerrados. Otro ejemplo: para viajar a Inglaterra, los turistas franceses deben someterse a cuarentena incluso si están vacunados. Todo esto indica que la vacunación no es la solución milagrosa anunciada para frenar la epidemia y que el chantaje formulado por el ejecutivo francés (vacunación general o confinamiento), se basa en una mentira. Una segunda mentira repetida varias veces tanto por el presidente de la República, el primer ministro y el ministro de Salud (y otros funcionarios electos que, escudados en razones de salud pública adoptan posturas autoritarias como el Sr. Estrosi, alcalde de Niza) es probablemente la supuesta casi desaparición (estimada a 96 %) de las formas graves de la Covid gracias a la vacunación. Tal vez por eso en Israel, uno de los países donde la población es la más vacunada del mundo, las autoridades acaban de cerrar las fronteras del país a los turistas vacunados, indicando no sólo que la vacunación no protege contra la contaminación y transmisión, sino también que la mayoría de las personas hospitalizadas por formas graves ahora son personas vacunadas. Todo esto sugiere claramente que existe un abismo entre el marketing industrial (asumido por la propaganda política) y las realidades de la salud pública. Y es también en el fondo de este abismo donde también se olvida por el momento la cuestión de los gravísimos efectos secundarios de la vacunación anticovid, tema de este nuevo episodio.

Acabar con la negación de los datos de la farmacovigilancia disponibles

En otro episodio de nuestra encuesta, mostramos cómo y por qué la mayoría de los periodistas franceses que trabajan en los principales medios de comunicación han traicionado ciertos principios éticos básicos de su profesión, dejando de ejercer su papel de frenos y contrapesos para convertirse, por el contrario, en simples correas de comunicación gubernamental. La culpa en concreto, debe atribuirse a la desaparición del periodismo de investigación, que ha sido reemplazado por la “verificación de datos” sin salir de las salas de redacción, una práctica ésta que nada tiene que ver con el periodismo de verdad. Cuando se trata de la seguridad de las vacunas anti-covid, el pseudo periodismo buscará negar la realidad de los efectos adversos, alineando sus argumentos con la retórica del gobierno. Un ejemplo entre muchos otros lo proporcionan los verificadores de datos del grupo de televisión TFI-LCI que, desde enero de 2021, se esfuerzan por negar las consecuencias médicas negativas de la vacunación (aquí puede leerse el último artículo en este sentido). El argumento sigue siendo el mismo y es bien conocido. De hecho, en todos los sitios de farmacovigilancia del mundo, encontramos las mismas precauciones interpretativas que indican que los informes de reacciones adversas atribuidas a un medicamento en particular son solo una presunción de causalidad. Sin embargo, esta presunción se refuerza considerablemente cuando las muertes se suceden a la vacunación, que es el caso, como veremos con los datos estadounidenses (pues la gran mayoría de las muertes declaradas ocurrieron dentro de las 48 horas).

Además, estas reservas interpretativas se van a aplicar a la farmacovigilancia en general, y veremos que si la comparamos con otros fármacos podemos apreciar que, efectivamente, está sucediendo algo nuevo con estas vacunas genéticas anti-covid. Como de costumbre, los periodistas están cegados por su dependencia al poder político y a las fuentes institucionales directamente vinculadas al Ministerio de Salud, y hacen gala de un espíritu crítico a geometría extremadamente variable. Las mismas precauciones se aplican, por ejemplo, al recuento de muertes atribuibles a la Covid (¿muertes por Covid o con Covid?). Otro de los temas sobre el que no hemos leído casi nunca un artículo crítico en la prensa. Otro ejemplo llamativo de prejuicio: a finales de marzo de 2020, bastaron 3 casos de muerte (vinculados en realidad a la automedicación por sobredosis) denunciados por la farmacovigilancia, para desencadenar en Francia una tormenta político-mediática sobre el tema de la peligrosidad de hidroxicloroquina. En otras palabras, para la mayoría de los periodistas, las estadísticas de salud son indiscutibles cuando están de acuerdo con la narrativa oficial, pero de repente se vuelven cuestionables cuando contradicen esa misma narrativa. Esta deshonestidad intelectual debería haberse notado ya.

Además, veremos que, en algunos países (como Francia, pero también Estados Unidos), la retroalimentación de la información de farmacovigilancia sobre la seguridad de las vacunas anticovid pasa principalmente por los médicos y no por los pacientes. Y también analizaremos como estas corroboran en gran medida los datos que nos llegan de países (como Holanda) donde por el contrario, son mayormente los pacientes quienes declaran los efectos adversos. Incluso veremos que hay investigaciones acreditadas que han probado retrospectivamente la confiabilidad de estas declaraciones.

Tomando sana distancia de estas actuaciones concertadas y de los argumentos de autoridad, intentaremos analizar con frialdad los datos de farmacovigilancia relacionados con la seguridad de las vacunas contra la covid. Y los vamos a contrastar con los de otros países para escapar del tropismo francés. Entonces comprobaremos que, en realidad en casi todos los países occidentales se pueden constatar los mismos fenómenos.

Un último punto antes de pasar a examinar las cifras: lejos de exagerar los problemas, podemos considerar que como mínimo, estos datos infravaloran la realidad. De hecho, la farmacovigilancia funciona casi en todas partes de forma pasiva (y no proactiva): los centros dedicados a la recogida de los efectos indeseables de los medicamentos esperan a que los profesionales sanitarios y las personas les notifiquen los problemas. Si por uno u otro motivo (olvido, incertidumbre, autocensura, falta de tiempo o negligencia de médicos de familia u hospitales; aislamiento del paciente que fallece solo en casa, desconocimiento del expediente médico del fallecido por parte del médico que establece el certificado de defunción, o por problemas informáticos, etc.) los médicos o pacientes no cumplimentan el formulario de declaración de incidencia, nunca llegarán a contabilizarse su totalidad. En conclusión, la subestimación del estado real de los efectos indeseables es tan permanente como masiva. Los primeros estudios franceses relacionados con este tema, publicados a principios de la década de 2000, estimaban que alrededor del 95% de las reacciones adversas a los medicamentos no fueron declaradas. Incluso plateándose la hipótesis de que el subregistro concierne principalmente a los efectos secundarios menos graves, todo lo que sigue no sólo debe tomarse muy en serio, sino que además podemos afirmar sin exagerar que nuestras estimaciones, al igual que ocurre con el resto de las declaraciones de efectos secundarios con otros medicamentos, se están quedando cortas.

Los informes de la Agencia del Medicamento francesa

En Francia, la Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento (ANSM) publica un «Seguimiento semanal de los efectos adversos de las vacunas«, con él hemos examinado los informes realcionados con cada una de las cuatro vacunas utilizadas en Francia. Estudiaremos sistemáticamente lo que concierne a los efectos «graves» (en contraposición a los efectos menos severos como pueden ser las pequeñas reacciones locales consecutivas a la inyección).

Sobre la vacuna de AstraZeneca, la ANSM indica que al 8 de julio de 2021 se habían administrado 7,2 millones de dosis, principalmente entre la población destinataria de las recomendaciones vacunales para mayores de 55 años, destacando «sin embargo, que 623 dosis del producto fueron administradas a pacientes menores de 16 años”. En la misma fecha, más de 22.071 eventos adversos fueron declarados, exclusivamente por profesionales de la salud (recordemos que al inicio de la campaña el procedimiento estaba reservado prioritariamente para ellos, de acuerdo con la recomendación del 2 de febrero de 2021 la Alta Autoridad de Salud). Aquí están incluidos 5.191 eventos “graves” (casi una cuarta parte del total). Como muestra la siguiente tabla, aunque estos casos graves afectan a todos los grupos de edad se concentran principalmente entre los 30 y 74 años. De estos 5.191 eventos graves, una cuarta parte requirió hospitalización, 247 fueron potencialmente mortales, 121 resultaron en discapacidad o incapacidad y 170 resultaron en muerte.

Con respecto a la vacuna de Pfizer, al 1 de julio de 2021 se habían administrado más de 42,5 millones de dosis (incluidas 700.000 a jóvenes de 16 a 18 años) y se informaron 31.389 reacciones adversas, principalmente por profesionales de la salud. Entre ellos, 8.689 eventos «graves» a partir de los 30 años (27,7% de todos los eventos adversos), incluidos 2.551 eventos potencialmente mortales, 460 discapacidades o discapacidades y 761 muertes.

En cuanto a la vacuna Janssen, la ANSM indica que el 8 de julio de 2021 se realizaron 608.489 inyecciones, incluyendo el 7% de personas de 16 a 49 años, entre los que se encontraban 407 niños de 0 a 15 años, ¡a pesar de las recomendaciones nacionales de reservar esta vacuna para personas mayores de 55! En la misma fecha, se notificaron 243 eventos adversos, principalmente por parte de profesionales de la salud. Entre estos eventos, hay 39 hospitalizaciones, 4 pronósticos vitales, 1 invalidez o incapacidad y 7 muertes.

En cuanto a la vacuna de Moderna, ANSM indica que al 8 de julio de 2021 se habían administrado 5,2 millones de dosis, entre los que se incluían casi 53.000 menores. A la misma fecha, se habían declarado alrededor de 6.000 eventos adversos, incluido el 14,4% de los casos graves y la misma cantidad de “casos inesperados” (lamentablemente no sabemos qué cubre esta categoría), reportados aquí casi tanto por los afectados como por los profesionales de salud. De los 1.050 eventos graves, hubo 312 hospitalizaciones, 50 con pronóstico vital comprometido, 25 discapacitados y 44 muertes (incluidos algunos fallecimientos in útero). Los principales problemas observados entre estos casos graves son de tipo hematológico/vascular (trombosis, ictus, embolia pulmonar), neurológicos (parálisis facial, convulsiones generalizadas), cardíacos (arritmias, miocarditis), a todo ellos se suman “28 muertes súbitas inexplicables”.

¿Cuáles son concretamente los efectos secundarios notificados?

Al 8 de julio de 2021, después de aproximadamente 6 meses de la campaña de vacunación, la farmacovigilancia francesa de la vacuna AstraZeneca informó un total de casi 43.000 efectos adversos, incluidos 9.637 (22,5%) clasificados como «graves». Se trata de reacciones inmediatas a la vacunación, afecciones del sistema nervioso (parálisis en particular), problemas vasculares (trombosis, ictus en particular), problemas respiratorios y cardíacos graves, finalmente problemas cutáneos muy graves, trastornos hematológicos y alteraciones graves de la visión y el oído.

El mismo análisis se puede hacer en las 4 vacunas que tienen efectos secundarios graves parcialmente diferentes (especialmente neurológicos y nerviosos para Moderna y Janssen, más cardíacos para Pfizer).

Finalmente, si sumamos las consecuencias más graves, mencionadas anteriormente para cada una de las 4 vacunas, llegamos a la siguiente tabla que muestra la observación de más de 15.000 eventos adversos graves, incluidas cerca de 1.800 hospitalizaciones, más de 2.800 desenlaces casi mortales, incluyendo casi 1.000 muertes potencialmente relacionadas con la vacunación contra la covid. Todo ello en solo 6 meses.

¿Qué dice la farmacovigilancia en otros países occidentales?

En Reino Unido, el Departamento de Salud informa que el 14 de julio de 2021 se administraron alrededor de 20 millones de primeras dosis y 12 millones de segundas dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech; 25 millones de primeras dosis y 23 millones de segundas dosis de AstraZeneca (esta farmacéutica es inglesa), y alrededor de 1,3 millones de primeras dosis de vacuna Moderna. En total, más de 46 millones de personas recibieron al menos una dosis y más de 35 millones recibieron dos dosis. El informe de farmacovigilancia del 22 de julio comienza indicando que las vacunas son seguras y hace todo lo posible para exigir la vacunación general. El inicio del informe oficial afirma que las vacunas tienen efectos secundarios a corto plazo que no son muy graves. Por ejemplo, para Pfizer, “los efectos secundarios más comunes en los ensayos fueron dolor en el lugar de la inyección, fatiga, dolor de cabeza, dolor muscular, escalofríos, dolor en las articulaciones y fiebre; cada uno de estos se ha informado en más de 1 de cada 10 personas. Estas reacciones fueron generalmente de intensidad leve o moderada y se resolvieron unos días después de la vacunación». Es cierto que el ministerio también especifica haber registrado unos 325.000 informes de reacciones adversas (incluidas dos terceras partes para AstraZeneca). Pero en detalle, especifica que «la abrumadora mayoría de los informes se refieren a reacciones en el lugar de la inyección (dolor en el brazo, por ejemplo) y síntomas generalizados “aparentados a la gripe, dolores de cabeza, escalofríos, fatiga, náuseas, fiebre, mareos, debilidad, dolor muscular y taquicardia. Por lo general, estos ocurren poco después de la vacunación y no están asociados con enfermedades más graves o duraderas”. En resumen: todo está bien. Como en Francia, el gobierno inglés insiste en su informe que “las vacunas son la mejor forma de proteger a las personas contra el COVID-19 y que ya han salvado miles de vidas. Todos deben seguir vacunándose cuando se les solicite, a menos que se especifique lo contrario”. Y por tanto, tras las loas a la gloria de la vacunación, la segunda parte del informe detalla los efectos adversos: shock anafiláctico, parálisis de Bell (parálisis facial), trombosis (71 muertes de este tipo con AstraZeneca), trastornos menstruales y sangrado vaginal, miocarditis y pericarditis. (especialmente con Pfizer), reacciones cutáneas severas (especialmente con Moderna), síndromes de Guillain Barré (especialmente con AstraZeneca) y finalmente “eventos fatales”, es decir, los muertos. En detalle, a 14 de julio de 2021, la agencia británica reconoce 999 muertes que las declaraciones vinculan a la inyección de la vacuna AstraZeneca, 460 a la de Pfizer y otras 31, con lo que el total asciende a casi 1.500 muertos.

En Holanda, el centro de farmacovigilancia (bijwerkinden centrum – LAREB) ofrece una actualización mensual sobre la vacunación y sus efectos adversos, estos últimos son declarados principalmente por los ciudadanos. En su última actualización del 4 de julio de 2021, reportó 16,5 millones de dosis administradas, principalmente Pfizer (11,8 millones de dosis, frente a 2,8 millones de AstraZeneca, 1,3 millones de Moderna y 600.000 de Janssen). A la fecha, se habían realizado 93.453 notificaciones de reacciones adversas sobre las consecuencias de la vacunación contra la Covid, incluida la trombosis en el caso de las vacunas AstraZeneca y Janssen. Finalmente, el centro registró 448 muertes vinculadas a la vacunación, principalmente de ancianos inoculados con Pfizer.

En Europa, el sitio de farmacovigilancia de la Agencia Europea del Medicamento es particularmente difícil de usar, los datos sobre vacunas anti-Covid es difícil de encontrar y cuando funciona, tardan mucho en descargarse. Sin embargo, dos investigadores franceses los estudiaron pacientemente a finales de junio y los presentaron en este vídeo. A finales de junio, la farmacovigilancia europea ya había registrado alrededor de 9.000 muertes relacionadas con la vacunación solo para la vacuna de Pfizer, en particular debido a complicaciones cardíacas, pulmonares o cerebrovasculares, incluidas las muertes por Covid (un colmo para las vacunas contra el covid …). Además, estos datos también aportan un segundo hallazgo muy preocupante: los riesgos de efectos secundarios graves afectan no solo a las personas mayores de 65 años, sino también a los lactantes y adolescentes (de 12 a 17 años). En otras palabras, las vacunas genéticas anti-covid usadas en Europa presentan un riesgo de reacciones adversas graves (hasta la muerte) en categorías de la población que no están en riesgo de enfermarse de covid. Los profesionales de la salud del colectivo ReinfoCovid y la Coordinación Santé Libre han demostrado así que, por debajo de los 45 años, el balance beneficio/riesgo es muy desfavorable a la vacunación genética anti-covid. En cuanto a los niños, niñas y adolescentes, este tratamiento se pude asimilar, incluso,con una forma de violencia contra los menores que, por esta razón sería criminal generalizar. Recordemos además que la propia OMS desaconseja la vacunación de los jóvenes, aunque esta recomendación no guste al gobierno francés y a sus servidores (incluida la Academia de Medicina, no olvidemos el comunicado de prensa del 25 de mayo de 2021).

Finalmente, en los Estados Unidos, donde la farmacovigilancia (donde la transparencia de los datos de la administración pública en general) está mucho mejor organizada y es más restrictiva que en muchos países europeos, se pueden explotar datos muy precisos en el sitio web del Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS). Y, contrariamente al argumento de los industriales, repetido una y otra vez por los periodistas franceses (como los verificadores de datos ya mencionados), estas declaraciones son muy fiables. Seis investigadores británicos acaban de analizar una muestra de 250 declaraciones de muertes atribuidas a vacunas contra la covid en el VAERS. Como resultado, dos tercios de los informes fueron realizados por médicos y son 86% confiables. Sin embargo, la observación que surge de los datos estadounidenses es aún más sorprendente. Al buscar estos datos para las muertes relacionadas con la vacuna, no solo es posible tener un recuento detallado para cada vacuna contra el covid, sino también poder comparar estos resultados con los de todas las demás vacunas administradas durante más de 30 años. en este país. Al 16 de julio de 2021, cuando 160 millones de estadounidenses habían sido completamente vacunados, las vacunas contra la covid están vinculadas a más de 6.000 muertes, 91% de las cuales son atribuibles solo a las vacunas de Moderna y Pfizer (dos compañías estadounidenses farmacéuticas/biotecnológicas, Janssen siendo la subsidiaria belga de otra compañía farmacéutica estadounidense, Johnson & Johnson). Hemos reconstruido la siguiente tabla que da los detalles de estos datos.

Estas muertes se produjeron principalmente dentro de las 48 horas posteriores a la vacunación, lo que refuerza considerablemente la presunción de causalidad. Además, estos archivos permiten comparar esta mortalidad por vacunas anticovid con la mortalidad global de otras vacunas en aquel país durante 30 años. Este archivo da un total de 16.605 muertes sumando todas las vacunas durante todo el período. Por lo tanto, por sí sola y en tan solo 6 meses, la vacunación contra la covid ha representado el 36% de toda la mortandad por vacunas en EE.UU. en 30 años. En comparación, en la misma base de datos, se cuenta el número de muertes causadas por otras vacunas, como las que se utilizan contra la gripe estacional (influenza estacional). En 30 años (1990-2020), estas vacunas han causado 1.106 muertes, lo que representa el 6,66% de la mortalidad total de la vacuna durante 30 años. Diciéndolo de otra manera: en Estados Unidos, en 6 meses, la vacunación contra la Covid mató 5 veces más personas que la vacuna antigripal en 30 años. Lo que quiere decir que, efectivamente, estamos en presencia de vacunas de un nuevo tipo, cuya peligrosidad no tiene precedentes. Finalmente, agreguemos que esta peligrosidad debe tomarse en consideración cuando concierne a jóvenes que, como sabemos, no están seriamente amenazados por la Covid. Por tanto, el 23,2% del total de muertes estadounidenses atribuidas a las vacunas contra la Covid y cuya edad se conoce, fueron menores de 65 años.

Conclusión

La cuestión de los graves efectos adversos de las vacunas contra la Covid es objeto de denegación y silencio por parte del gobierno y las principales agencias de salud (Agencia Nacional de Seguridad de Medicamentos, Alta Autoridad de Salud, Alto Consejo de Salud Pública, etc.). Tratar del tema se ha vuelto un verdadero tabú, tanto en Francia como en la mayoría de los países occidentales. De hecho, la magnitud de estos efectos contradice de manera flagrante y devastadora a la ideología de la vacunación integral impulsada por los gobiernos que han optado por entregarse de lleno a la industria farmacéutica. En consecuencia, esta última está en el centro de toda la gestión una la epidemia que le ha generado una fuente de ganancias inesperada y sin precedentes en la historia: ¿qué otro producto comercial patentado hasta la fecha (potencialmente renovado cada año) tiene toda la humanidad como mercado potencial? Los directores y accionistas de estas empresas farmacéuticas y de biotecnología se están volviendo inmensamente ricos. A la luz del modo en que han operado estas industrias (a toda prisa, generando el máximo de beneficios, sin testear a las personas de mayor riesgo -edad y comorbilidades-, apoyadas por el bombardeo publicitario, sobre todo en Estados Unidos y en Inglaterra, para desarrollar estas nuevas vacunas genéticas (ADN o ARN), podía suponerse desde el principio que estos productos no fueran de muy buena calidad. Pero la realidad va más allá de estos temores, la misma muestra que estas vacunas provocan más efectos secundarios de diversa gravedad que otras ya existentes. Hemos visto que en Holanda se alcanza una tasa de 2,7 muertes por 100.000 vacunados (16,5 millones de vacunados, 448 muertes). En Francia y Estados Unidos, esta tasa se eleva a alrededor de 3,7 muertes por cada 100.000 vacunados. Y en Gran Bretaña, esta tasa incluso sube a 4,3 muertes por cada 100.000 vacunados, probablemente debido a la preponderancia de la vacuna AstraZeneca que, desde marzo de 2021 se sabe que es la más peligrosa de las cuatro vacunas de uso común (sobre todo por las numerosas trombosis que provoca y que se están empezando a documentar en la literatura científica médica ver por ejemplo aquí y aquí), lo que no es de extrañar cuando se conocen las condiciones en las que se fabricaron en China. Por cierto, recordemos que, desde febrero de 2021, esta fue la primera vacuna administrada en Francia a profesionales de la salud. De ahí una de las probables razones racionales de la gran renuencia a la vacunación contra la covid que muestran algunos de ellos.

En consecuencia, la mortandad de la vacuna (que es solo la punta del iceberg de los efectos adversos severos) no tiene precedentes y es extremadamente grave, pero peor aún resulta su denegación. Seamos claros: disimular un tal peligro a la población es simplemente criminal. Incluso reducida a sus principios éticos más elementales de la medicina (primum non nocere), si se abordara la cuestión en términos de salud pública, la actual campaña de vacunación debería suspenderse urgentemente, supeditándola en el futuro a un estudio mucho más detallado de los datos de farmacovigilancia (en particular según los grupos de edad y sus diferentes factores de riesgo);  para luego, tras un meticuloso análisis beneficio/riesgo, determinar a qué categorías específicas de la población es posible ofrecerla, sin correr el riesgo de que los efectos secundarios severos superen a las formas graves de la Covid de las que se supone que la actual vacunación protege. Cualquier otro enfoque nada tiene que ver con la salud pública, sino con posturas ideológicas o de marketing comercial. No olvidemos la historia que ya ha demostrado en otras ocasiones (sobre el tabaco, sobre los pesticidas, sobre la contaminación por hidrocarburos, etc.) que estas posturas y este marketing fueron responsables de verdaderos crímenes contra la población civil. Que se cometan en nombre del Bien no debería cegarnos en modo alguno sobre su realidad y su naturaleza. Todos aquellos que siguen y animan esta política en la actualidad, podrían ser considerados en el futuro como cómplices de la mortandad provocada por las nuevas vacunas sin precedentes en la historia de la medicina moderna.

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