Queda el asunto, la trama, casi perfecta. Los plañideros, mariachis y palmeros de los medios de comunicación de medio mundo, en manos gringas, agarran sus tambores y salen vociferando por calles y plazas públicas: “El sistema nos va a salvar”; Y algo peligroso, como Donald Trump, creado, formateado, dirigido y programado desde antaño, al igual que la destrucción de las Torres Gemelas, por el propio sistema, por los mismos lobbies, lo gritan a los cuatro vientos: “¡Salve humanidad, los gringos, los yanquis, por el momento, os perdonamos la vida y os vamos a proteger de los malos de la película!”.
No se calcular en este mundo globalizado, estúpido y, en mucha parte programado con anterioridad para ser dirigido, cuanto de miedo real le ha producido al imperio económico chino, a la nación China, por no ampliar a otros territorios, la salida, al temor de la opinión pública, del rey godo de la gorra roja: del dicho preparado y formado para dar miedo por el sistema: el tal Trump, pieza central de un juego estúpido que, hasta ahora, le ha dado un resultado tremendo a Usa, aunque le cueste un dineral la compra de voluntades y de miedos a diario.
Todos hemos visto, para desgracia universal, la actuación de los gringos tanto en Vietnam como en la isla de Granada, o quemando vivos a gente en el barrio del Chorrillo en Panamá, o en la mentira de Guantánamo, o como hoy mismo, probablemente, las quillas de los buques del imperio y sus mariachis, navegan en el Mediterráneo Oriental apartando cadáveres de gentes ahogadas porque son malas, muy malas. Y todos sabemos del imprudente silencio que guardan al respecto potencias como la propia Francia, Alemania, o China, alejadas, solo para suerte de nuestros oídos, de las bravatas Usa, que son aplaudidas por sus palmeros cuando de vez en cuando, en vez de crear una inexistente sanidad en su país, una cobertura social digna estadounidense acorde con los tiempos que corren, los enfermos se mueren tiritando de fiebre y enfermedad en cualquier esquina imperial aplaudiendo, en su ignorancia, lo que le han vendido a diario como el paraíso de la libertad y la democracia: un voto, una regla y un chanchullo.
La gente del mundo acojonado que no pertenecemos a su clan de palmeros y que entendemos que la democracia es un hombre un voto, y recuento inmediato de votos, y proclamación del ganador sin más florituras de fórmulas ni pijicos con lazos rosados, no voy a decir que nos sonreímos, porque la cosa tiene el dramatismo demasiado profundo como para sonreír, y es de una seriedad de escándalo mundial, al que apelamos para que nos salven de tan falaz propaganda de temor invertido, provocado, por gentes que esconden todas sus fotos interiores y siguen enviando hacia afuera unas preparadas en las galerías para que no se vea que el sobado sueño americano, es algo que no se quedó en un amago; algo que disfrutan, generalmente con mal gusto, unos muy pocos, y el resto de la población cuando sueñan lo tienen que hacer a través de mentoladas películas de cine, como les pasó a los indios de la India hasta que fueron despertando socialmente.
Puede resultar insoportable que una nación, en este caso un país de países, diga que cien millones de sus vecinos mejicanos son todos unos drogatas y mala gente. Puede resultar más insoportable que algo así, programado, pensado y analizado por los lobbies, después intenten hacerlo parecer como fruto de un arranque, de un momento de acaloramiento. Y puede que muchos ciudadanos del mundo estén acojonaditos y le den las gracias a los gringos, a su sistema, por dejarnos vivir porque ellos lo tiene todo controlado, atado y bien atado, y pongan, en una expresión máxima antisocial, a un rico que solo, al parecer, tiene dinero. Pero eso ya se sabía y se contó con ello cuando todo se fraguó en el laboratorio, y se le puso delante la carnada Clinton que cumplía a rajatabla la obediencia debida.
El mundo no estamos para bravatas, vengan de donde vengan. El hombre lleva muchos años sobre el planeta aguantando el tirón de la diferencia, del abuso, de la mentira. Y, a todos, nos vendría muy bien que cuanto antes se abriera un periodo de verdad y de democracia real, que, insistimos, solo es aquella que contabiliza un hombre un voto, pero que, hasta ahora nunca le ha gustado al sistema algo así tan claro y elemental, porque el sistema nada a placer en aguas como estas, y hace piruetas acrobáticas exhibicionista de su mentira constante, y su único problema es ir apartando a la gente que quiere cooperar con ellos por dinero, metidos en el mismo charco.
Los problemas Usa, algo privativo de ellos. La brutal incultura de ellos, son asuntos que los pueden exponer en la palestra; pero de ahí a que nos perdonen la vida, la existencia, como si ellos no estuvieran pisando el mismo barro del mismo planeta, queda muy decoroso y correcto cuando el guión manda a Rambo a dar ostias a los monos amarillos, y siempre vuelve victorioso a la única tierra donde vive la libertad y la justicia. España, sin ir más lejos, vive parte de su población mirando a Usa, imitando aquello que machaconamente le imponen desde la comida a la forma de vestir. Pero siempre suelen quedar monos amarillos que ni nos gusta la guerra ni las bravatas, ni los perdonavidas que viajan en el mismo barco, navegando sobre la misma mar.
Y aquí, o llegamos todos juntos a puerto, o al final nos van a dar por saco a todos juntos, seas de usa, hispano, o chino.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.
USA, de vez en cuando nos salva la vida
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