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Unos con San Pelayo, otros con Abderramán III

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Desde hace muchos años, un servidor está intentando advertir de que el andalucismo/al-andalusismo es un peligro, mas por desgracia, creo que sin mucho éxito. Porque, claro, como en Andalucía no ha triunfado el separatismo, siempre llamarán más la atención los separatistas catalanes y vascos. Y yo insisto en que el día que en Andalucía prenda la llama separatista (y Dios no lo quiera), ETA nos va a parecer un dulce.

Ciertamente, el andalucismo/al-andalusismo nunca fue popular. Blas Infante Pérez de Vargas nunca tuvo la adhesión de los pueblos del sur. Sin embargo, su doctrina no estaba compuesta sólo de extravagancias románticas, sino también de odio. En su ignorancia, lo que Infante profesaba era odio contra Castilla y odio contra los godos, como ejes diamantinos del mal, frente a un paganismo grecolatino que enlazaría con el paraíso islámico en una realidad nacional milenaria.

Es por eso que se juntaba con Castelao y con otros separatistas norteños que profesaban el mismo odio. Y lo curioso es que los separatistas norteños profesaban todavía más odio a Andalucía que a Castilla, que ya es decir. Pero no le importaba.

Oye, y se tenían que entender todos en español para odiar a España. Como sigue pasando ahora.

Blas Infante Pérez de Vargas intentó inculcar el odio a Castilla y, aunque no tuvo mucho éxito, sus símbolos de indigestiones islamófilas y masónicas fueron introducidos a modo pseudofolclórico luego de aquel nefasto “café para todos” con el consiguiente régimen de las autonosuyas que está destrozando España.

Sus confusiones históricas no eran meras extravagancias. Había mucha mala leche, hasta el punto de intentar una sustitución poblacional, porque, si los hermanos eran esos “afro-asiáticos descendientes de andalusíes”, los andaluces, entonces, ¿qué somos? (empezando por él)… ¿Todo descendiente de repoblador es ilegítimo mientras que todo moro es el nativo?

Un indigenismo muy extraño, habida cuenta de que el islam llegó a esta tierra en el siglo VIII d.C…. Digo, porque ya puestos a dar lecciones de “autoctonía”, le hubiera dado por los tartesos, qué se yo… Pero claro, en su “lógica”, estaba enlazado ese mundo antiguo con Al Andalus (como si Al Andalus y Andalucía fuera lo mismo) y los godos y Castilla estorbaban por oscurantismo y latifundismo… Y lo decía un señorito descendiente de la nobleza castellana…

Señorito que nunca habló, por cierto, de la hermandad de Andalucía con Hispanoamérica, su auténtica y verdadera prolongación hasta en la fonética y no digamos en la música, la cultura… Pero claro, nos quería mejor alienados y confundidos para engendrar odio y división.

Y antitaurino, para ser más completito todavía.

Entendámoslo de una vez: El andalucismo/al-andalusismo es intrínsecamente xenófobo, excluyente y malo.

Habrá quien piense que, bueno, que es que no tiene repercusión suficiente. Pero sí que la tiene. Lo hemos visto en esta campaña electoral. Como decíamos hace poco, a Macarena Olona, por ser alicantina, ha sido tildada de “inmigrante” y “extranjera”

Y más allá de la misma cantinela xenofóbica contra compatriotas que no aplican a un Juanma Moreno que nació en Cataluña o a un Kichi que nació en Róterdam, en el último debate antes de las elecciones del 19 de junio, Macarena Olona sacó a colación cómo en libros de texto andaluces se hablaba de masturbación a niños de 10 años. Mientras que Juanma Moreno intentaba marear la perdiz diciendo que eso ya se había cambiado, Teresa Rodríguez, la representante de la ultraizquierda posmoderna, defendió abiertamente esta aberración que hasta no hace mucho se consideraba corrupción de menores. Total, para alguien que combina islamismo y progresismo sin rubor, qué más le dará…

Y cómo no, parte del mundo de la farándula ha salido a defender que en los libros de texto andaluces se diga barbaridad y media mientras que los conocimientos académicos descienden estrepitosamente; por supuesto, pagándolo todos con nuestros impuestos y sin rechistar. Manu Sánchez, el humorista convertido en intelectual, el mismo que citaba a Séneca en Al Ándalus y que decía que en Al Ándalus no había habido nunca yihad (lo de la matanza de los nobles de Toledo, los mártires de Córdoba, Almanzor, almorávides, almohades y un largo etc. mejor lo dejamos para otro momento…). El burgués catalán Dani Mateo más de lo mismo. Otro cultureta a la sombra del Gran Wyoming, el mismo que nos pedía que nos encerrásemos en casa mientras que en plena pandemia él se iba a disfrutar de las playas gaditanas. Y también se suma a la fiesta Santiago Segura, autor de películas tan ejemplares como “Torrente”…

Vamos, que la educación hay que confiárselas a estos galápagos que además, llevan viviendo de la mamandurria estatal yo no sé cuántos años…

No obstante, nada es casual. Porque yo, como hijo de la Andalucía profunda, en mi derecho a decidir me siento mucho más representado por los mártires de Córdoba que por omeyas, almorávides o almohades. Y uno de los grandes mártires de Córdoba fue el niño San Pelayo, martirizado por negarse a la perversión del sanguinario déspota Abderramán III. San Pelayo se mantuvo fiel a su religión y a sus principios y aunque tuvo una muerte horrible por los iconos del andalucismo/al-andalusismo, se ganó una gloriosa eternidad que vela por nosotros.

Eso explica mejor las posiciones. Unos con San Pelayo, otros con Abderramán III.

Normal que los andalucistas/al-andalusistas quieran incluir aberraciones en los libros de texto y normal que el PP, que se califica de “andalucista moderno”, conserve todas sus barbaridades impuestas a base de totalitarismo.

Y a pesar de la leyenda rosa de Al Andalus que románticos extranjeros agregaron como enésima implementación de la leyenda negra hispanófoba y que comenzó a ser politizada en el siglo XX; lo cierto es que en Al Andalus proliferaron los esclavos, especialmente los del África negra y los de Europa del Este. Cuando vemos el trabajo de muchas ONG traficantes de personas y de sus lacayos políticos y faranduleros, ¿no se entiende mejor esa querencia por la leyenda rosa de Al Andalus y por esa que llaman “religión de paz”?

Pero no nos confundamos: Esto no es algo puntual de unas elecciones. Esto viene de muy lejos y si bien por fin se ha escuchado a muchos alzar la voz contra los disparates y los odios del andalucismo/al-andalusismo, hay que seguir trabajando desde la batalla cultural, social y patriótica. Frente a la bandera verde y blanca de indigestiones islamistas y masónicas, tienen que volver las banderas de San Fernando y los Reyes Católicos con Granada como culmen; y deben verse hasta en San Telmo si hace falta; en cada concentración, en cada manifestación; como también debe verse el crismón mozárabe como un símbolo de resistencia y fe.

Defendamos a los verdaderos padres de la patria a través de nuestra línea histórica y nuestros símbolos, que no es casual que Teresa Rodríguez y sus acólitos defiendan lo que nos lleva a la depravación y la miseria. Y entendamos de una buena vez que no es un tema secundario.

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Firmas

1 COMENTARIO

  1. Ganas de vomitar sobre este «artículo». No se puede viciar más la historia para deslegitimar la herencia árabe andaluza, que es por otra parte orgullo nacional y envidia internacional. Pero bueno, mientras sigáis echando bilis por la boca, la Alhambra, la mezquita de Córdoba, la Alcazaba….etc, etc seguirán contando otra historia.

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