Como soy un tecleador obediente y disciplinado, espero que del dineral que se está invirtiendo a nivel mundial con fondos de adormidera para que todo el mundo sepa lo malos malísimos que son los campesinos productores del ababol, y lo bueno, buenísimos que son las organizaciones que pueden construir portaaviones, grandes mansiones, y figurar en la lista de los afortunados del mundo gracias a ella, una parte pequeñica de la ingente cantidad de dinero que se van a embolsar los judíos en la publicidad al respecto, la depositen en mi cuenta personal, supuesto que estoy escribiendo la palabra Talibán.
Para un español de mi edad, mayor, e incluso menor, nombrar el concepto o la palabra Talibán, es conducirlo por la vía del recuerdo a las distintas etapas de su vida, porque la España franquista que conocimos, fue una España de Talibanes, vestidos con otros ropajes, pero, en todas las expresiones, incluido el concepto que dios y el derecho a la vida o a la necesidad de que fulano o mengano muriese para el bien común era cosa suya, se ha mantenido directo hasta hace bien poco; y, de un modo indirecto sigue vivo y jodiendo la marrana en la actualidad.
El absolutismo religioso católico fascistas español, que se ha trasvasado a los partidos políticos españoles, y campea de un modo formidable en todos los organismos públicos, estableciendo unos mostradores separadores del vulgo canalla o de la gente de la calle, locales o edificios donde habitualmente se oye, pero no se escucha, a la gente, porque la vida talibán española actual se desarrolla tras el mostrador, es algo que no nos asusta a la mayoría de los españoles porque la conocemos más que de sobra en la actualidad talibana del funcionariado que estamos sufriendo.
Y no nos asusta porque recordamos perfectamente como pueblo por pueblo, lugarejo por lugarejo, con los permisos pertinentes de salida hacia el extranjero dado por los talibanes franquistas (curas), muchos españoles que todavía están vivos, tuvieron, para alegría del capitalismo talibán, que marchar a trabajar como mano de obra barata, o bien con autorización talibán, o bien caminando a pie hacia Europa escapando; como servidor ha conocido a unos muchos cuantos de ellos.
Soportar el calor de las vestiduras, los actuales talibanes españoles las soportan perfectamente, incluso aunque el termómetro supere los cuarenta grados, los ves con los alzacuellos, con las corbatas, los trajes como signo de distinción diferenciador de la vil canalla que pululamos con sandalias por la calle y luciendo los pelillos de los piernas con pantalones cortos.
El único avance, no generado espontáneamente sino por decreto ley por los talibanes españoles respecto al uso o no del pañuelo a la cabeza cubriendo el cabello de las mujeres españolas, no se llevó a cabo porque el sindicato de peluqueras los exigiera, sino que se fue imponiendo poco a poco, gracias al tremendo poder liberalizador femenino que significó la píldora anticonceptiva en la vida ciudadana donde a cien metros del lugar de residencia habitual, ya nadie te conocía, y si nadie te conocía, se marchaba al carajo todas las tiranías.
Pero, en modo alguno fue liberalizada la mujer de su condición talibán franquista de estar jodida respecto al hombre. Y aunque no existen estadísticas ni se sabe el motivo exacto, lo que sí es una realidad es que la mujer en los cargos políticos no está, en mala leche, por debajo de ningún hombre; sino que actúa pareja a la hora de sacar las uñas para pegar uñetás tanto en lo económico como en fijar parámetros que impidan, por lo menos en España, que el franquismo talibán, desaparezca socialmente.
Y el que tenga duda que analice un poco la política española, y piense en los dinosaurios y la alegría que les dio cuando dejaron de sudar los primeros días.
Salud y Felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis.