La crónica indiana da fe de la existencia de los nativos Carancaguas en terrenos de la actual Florida, en esos Estados Unidos para depredar, asolar, poner de rodillas a la gente por el gusto y placer del despilfarro de unos muy pocos, y el racismo de unos muchísimos que, a diferencia de los citados nativos, aquellos se repartían entre sí sus pertenencias necesarias para una vida feliz y de larga duración de años, al tiempo que no existían los jefes y todo se hacía por voluntad asamblearia, algo de lo que nada quedó ni de solaje en el sistema político más desestabilizador de la posible paz en el mundo: Los EE.UU.
Pues mira por donde, una Comunidad española uniprovincial, de gente que la crónica de años inmediatos posteriores nos los ha puesto (en semejante a los emigrantes gringos) cogiendo el tren, el barco, la bicicleta, o sobre las abarcas o descalzos, a buscar nuevas tierras para poder levanta el puchero, ahora el planeta, el terreno que pisan a la vuelta, los que volvieron, no sienten por él ningún tipo de respeto ni consideración, porque saben que el poder judicial residual (igualico, igualico que los EE.UU) las leyes que tienen que ser aplicadas, porque están legisladas y son viejas, no interesan ni dan fotos de portada en los subvencionados medios de comunicación (igualico, igualico), defensores a ultranza de la ciencia del balón cuadrado y su supervivencia al precio de ruindad que sea.
En el Nuevo Mundo murciano, lo mismico que en el de los EE.UU, lo que se busca constantemente son las islas Armenias: La Rica de Oro y la Rica de Plata, ambas islas relacionadas, no ya como antaño por el piloto Francisco Galí, que sobre 1.585, hasta le dio posición en la mar, sino que unos gobernantes representantes del dinero, al servicio directo del dinero, y opuestos decididos a la armonía social, han desechado cualquier arreón de bienestar comunal, por sentirse instalados personalmente en puestos para los que ni tienen valía, y, en eso radica precisamente, el estar en ellos dirigidos mediante la técnica del guiñol por las mafias blancas.
Valores en los que tímidamente nos estábamos cimentando en las sociedades actuales tales como la alfabetización, el laicismo, los derechos sociales, la educación, con el arribo, y no en paracaídas sino como fruto de una compleja maquinaria de dominio social de los votos, con la llegada de gobiernos tan paralelos como pueda ser el de EE.UU, y el murciano, todo se está acabando y lo que está surgiendo tan solo lleva a cada minuto, a cada segundo, el aplauso de sus voceros publicistas, que ya están cacareando y aplaudiendo pero sin plumas.
Hay una apuesta decidida porque vuelva con mucha más potencia el binomio amo y esclavo, imperio conquistador y conquistado, y fruto de tal apuesta, la realidad es que ambos títeres gubernamentales han conseguido, que no es asunto baladí y fácil de lograr, que en EE.UU la pobreza y el desarraigo social, lo mismico que en la región de Murcia, le afecte a un porcentaje tan sumamente enorme de la población, que ya se está mirando con cierto temor social que en cualquier momento se puede derramar el vaso; pero, en su inconsciencia, el temor les suele durar unos leves segundos.
Por si era poco, ahora, el orden del día de proteger el planeta en el que habitamos, como son asuntos de gente que no tienen el poder intelectual de ambos títeres de guiñol, se han abierto unas posibilidades imposibles de cuantificar de poder desviar fondos públicos en provecho del pequeño grupo, bajo la nomenclatura del cambio climático, que ellos entienden que cuanto más calor, menos ropa llevará la gente.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.
MI BANDERA
Alguien
que no es mi amigo
ni mi camarada,
sino uno
de tantos
que hacen manada,
me dijo
que mi bandera,
la que llevo
toda la vida
levantada,
izada,
era una bandera
vieja,
gastada;
porque el hombre
tiene menos arreglo
que cuando
se lañaban
las cacerolas
usadas.
El hombre
no es bueno,
ni tiene que serlo,
me decía:
El aceite arriba
el agua abajo,
uno sudando
yo en la siesta
tumbado
y pensando
en ver
el modo
y manera
de que tu sudor,
el que se escapa
al aire
y al suelo,
sirva también
para algo.
Porque uno nace
abajo,
y otro nace
alto
y grande,
y encima,
por un dios mayor
iluminado.
Mi amigo,
que no es amigo,
solo conocido
y de paso,
no sabe que mi bandera
podrá tener su trapo
ajado,
pero lo que defiende
y quiere
no tiene fecha
ni olvido
en aquel
que nace,
mira,
analiza,
da un suspiro
y maldice
al mal nacido
porque
de nacer
debería de haberlo
hecho,
naciendo
en una pocilga
hociqueando.