Como «mozárabes» fueron conocidos aquellos que mantuvieron el cristianismo y su tronco cultural hispanovisigótico bajo dominio islámico, adquiriendo otras influencias con el paso del tiempo. El adjetivo viene del árabe “mustaarab”, esto es, “el que se arabiza”, o “arabizado”. No sabemos del todo si aquellos cristianos gustarían de tal adjetivo, pero a falta de otros, lo utilizamos, pues nos parece menos lioso que otros términos como “romandalusí”. Y es que, a pesar de la conquista musulmana de la Península, su legado romance no se perdió, siendo que en el siglo XX se descubrieron las jarchas, esto es, composiciones poéticas en la lengua romance que hablaban los mozárabes, cambiando la faz de la historia de la lírica ibérica. Curiosamente, tiene coincidencias con las cantigas de amigo galaico-portuguesas. Y es que como decía el gran polígrafo Ramón Menéndez Pidal, en la Hispania visigótica el latín estaba evolucionando de una forma muy parecida en todo el territorio, siendo la irrupción islámica lo que crearía los romances de frontera; romances que eran y son muy parecidos entre sí.
No sabemos a ciencia cierta cuánto pudo influenciar ese romance mozárabe en el castellano; sin embargo, hay quien dice que es la base del valenciano, siendo este romance levantino anterior al catalán. También hay quien ve influjos mozárabes en el panocho murciano.
Al igual que los coptos, fueron considerados ciudadanos de segunda en su propio país y tuvieron que prepararse mucho para sobrevivir, encontrándose entre ellos grandes traductores, escribanos, juristas, médicos… Hasta la llegada de almorávides y almohades, confirmando el siglo XIII como el de su casi desaparición.
Con todo, no se suele hacer justicia al enorme legado que los mozárabes dejaron en múltiples facetas de la cultura hispánica a lo largo de los siglos. Con el pana Emilio Acosta Ramos de Venezuela Provincial, profundizamos en esta parte tan importante e injustamente ignorada de nuestra historia.
¡Pasen y vean!