El marxismo y la madre que lo parió

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Los obreros, los de mejor o peor jornal, los que más sudan o trabajan menos, a todos ellos, por cojones, hay que asignarle una ideología, cuando, aspirantes en necesidad, solamente quieren una vida digna para ellos y los suyos.

La burguesía, los ricos, el sistema, los cacique, los socios de los clubs selectos, los millonarios, los descula sillones de casinos, los comehostias en cantidades industriales, los creyentes vestidos de púrpura con sombrero de confitero elegante; todos ellos y muchos más que están unidos sin entender de fronteras, de banderas y países, a todos ellos no se les atribuye más cohesión, unión e ideología que es la defensa pura y dura de sus intereses económicos, que una vez que los tienen defendidos y en la cartera en abundancia, todo lo demás, hasta la vida eterna, les viene de añadidura.
Los obreros, los de mejor o peor jornal, los que más sudan o trabajan menos, a todos ellos, por cojones, hay que asignarle una ideología, cuando, aspirantes en necesidad, solamente quieren una vida digna para ellos y los suyos, y que su trabajo sea respetado, no piden en el mismo grado que respetan los dioses al dinero, sino en un grado de respeto digno a su esfuerzo personal o colectivo.
Cuando la sociedad se refiere a los deseos, aspiraciones o necesidades del mundo obrero jornalero, generalmente se suele decir que son marxistas, cuando en la más pura realidad lógica, lo justo, lo equitativo, la dignidad, tiene nombre propio y no necesita, lo mismo que el puto capitalismo, que nadie la adjetive con ismo alguno, porque todos sabemos, y sabemos bien, que los movimientos obreros no llevan intrínseco más ideología que la que impera en la justicia y en una economía distributiva pareja y justa.
Suele hacer una triste gracia cuando alguien escribe o dice, generalmente un jornalero al servicio del sistema, que tal persona o movimiento reivindicativo está encuadrado dentro, por ejemplo, del socialismo científico marxista, como si el intentar lograr la equidad y la dignidad y el respeto fuese una ciencia a estudiar en las universidades, y no al esculcarte los bolsillos.
Un hombre luchador por defender las clases obreras, un cubano que vamos, benevolentemente sin entrar en caballerías, a dar su muerte por natural a causa de las diabetes cuando solo contaba cuarenta y seis años de vida, corriendo el año de 1.889, Enrique Roig San Martín, no creo que tuviera necesidad alguna de leer a Marx, un teórico social muy referenciado desde la internacional del dinero a sabiendas de que hay que tirar cohetes para encontrarte entre los jornaleros gentes que se hayan deleitado o encontrado el camino de su dignidad social con el estudio pormenorizado del teórico social que para el año de 1.883 ya estaba enterrado, porque, por lo general, son muy pocos los obreros que hemos pasado de la segunda página de sus pesados escritos.
Y mucho menos aquellos grandes hombres, autodidactas sociales como el citado cubano Roig San Martín, con capacidad más que sobrada para darse cuenta de que el obrero, en esta caso el cubano, más adelantado socialmente y menos encadenado que el sermoneado, pío, metropolitano español, necesitaba estar unido como obrero, sin otro objetivo que aquel encaminado a que su trabajo tuviese el reconocimiento y la retribución salarial que le corresponde.
Después no será necesaria leer a Marx o a Engels, lo mismo que el capital no lee nada que no sea los saldos de sus cuentas, para que uno se de cuenta que al pueblo lo joden con pueblo, que existe una internacional patronal que por sí sola no vale para nada, y se apoya de continuo en la fuerza equivocada de los que nunca deberíamos de darle apoyo a la citada internacional cuando año tras año, día tras día, siglo tras siglo, repitiendo lo mismo, se sale con la suya etiquetando al mundo del trabajo y llamándole ideología a la pura necesidad y el respeto a la faena realizada.
Cuando como ahora nos está machacando un capitalismo horrendo y horrible, cuando con frecuencia se escuchan voces jornaleras defendiendo continuamente la internacional capitalista unida en el gozo de contar los dividendos y de paso alargar cadenas y poner grilletes entre el aplauso baboso de los receptores de los hierros, dan mucho por saco que te digan marxista, cuando no existe más ciencia que un horrible diferencial de dignidad económico.
De otro cubano, que tampoco fue marxista pero si revolucionario social, José Martí, se puede recoger de su sentimiento hacia los Usa y ampliarlo al concepto generalizado de nosotros las gentes, y decir aquello de que todos los trabajadores de todos los pueblos somos de una naturaleza y cuna parecida e igual mezcla; y de la otra parte está la internacional capitalista, que no es nuestra.
Algo tan simple como que cada cual ocupe su lugar social; algo tan simple y elemental como que el trabajo genera trabajo y bienestar por sí solo, mientras que el dinero por sí solo no genera nada, pero nos tiene a todos con los pavos sociales a la sombra, y con palabras que ha logrado con largueza la internacional capitalista que la escupan hasta los encadenados que, al parecer, les encantan las cadenas.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis

  1. SI TUVIERA
    Tener; si tuviera
    el deber cumplido,
    la responsabilidad del poder
    aceptada,
    la noche sin pesadilla alguna
    y todo a repetir en otra vida.
    Querría ser papa,
    o rey,
    o presidente de estado,
    o de república de hombres,
    con poder sobre bombas y aviones
    por la paz de una guerra justa,
    rentable,
    como lo son, según, todas las guerras.
    Pero mi guerra,
    al contrario de las guerras de ahora,
    según todas necesarias,
    en vez de limpiar donde limpian
    las de ahora,
    que limpian solo gente
    de la llamada sin clase,
    mi guerra limpiará a señalados
    por dios,
    matará y asolará
    a la inversa de como dicen
    que dios está mandando
    que se mate.
    Y al tener yo, Juan Eladio Palmis,
    nacido hijo del maestro de escuela,
    en el caserío de La Majada
    en pleno campo de Mazarrón,
    el poder absoluto,
    haría un claro entre la gentuza
    que tienen todos
    el deber cumplido.
    Y me acostaría feliz,
    sin pesadilla alguna.

  2. Casi suscribo lo dicho al completo Sr Palmis. Siempre que pienso en este asunto, de la necesidad que tienen los políticos de «politizar» hasta los temas más básicos del quehacer humano, y cómo la gran mayoría cae en el garlito del canto de sirenas de éstos, me viene a la memoria una cosa: No se puede liberar a quien se cree libre. Decía el filosofo sloveno Zisek, que la izquierda siempre ha tenido la necesidad de la Utopía, no como un destino, sino como un referente del camino. El capitalismo egoísta (algunas veces llamado ilusamente «liberalismo», también usa la utopía bombardeando el centro del deseo y el ludismo a través de su aparato más propagandistico: Los medios de comunicación que tienen controlados casi al completo. Una especie de Mago de Oz que les cumplirá sus deseos a los más apañados y adaptados al sistema de «liberalismo económico». Algún día, cuando nos cansemos de tantas ideologías que terminan siendo igualmente prisiones, solo que decoradas con diferentes ornatos, pensaremos objetivamente, en un sistema regido por la sensatez, la resposabilidad, la solidaridad, sin tanta paja ideológica. Es todo un tema.

  3. Para Jorge Drake.- Una exposición magistral y muy inteligente, amigo. Una muestra más de que la gente estamos llenando el vaso de la paciencia; pero, vislumbramos que no falta mucho para llegar al borde. Gracias por tu comentario e intervención. Juan Eladio

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