«…Libaneses y sirios que formaron parte de las corrientes migratorias que llegaron a nuestro país a principios del siglo pasado eran devotos de este culto. Eslavos, ucranianos y rusos luego completarían la familia bizantina en nuestro país. Existen en la actualidad un millón de practicantes de esta iglesia en la Argentina. La autoridad máxima es el eparca católico bizantino, monseñor Daniel Kozelinski.
La única referencia para llegar al monasterio es una cruz con tres travesaños (la cruz bizantina u ortodoxa), uno de ellos -el más cercano a la tierra-, inclinado. El solitario símbolo está al costado del camino de tierra que lleva al Abra del Hinojo.
El primer travesaño de la cruz corresponde a donde estaba la inscripción INRI; el segundo, donde le clavaron los brazos a Jesús, y el tercero (el inclinado), a los pies. La diagonal que apunta hacia arriba representa al ladrón que se arrepintió de sus pecados y se direcciona al Paraíso. La de abajo, al otro ladrón, que no mostró arrepentimiento, y marca la ubicación del Infierno.
«En aquel entonces, el cardenal Jorge Bergoglio nos dio el visto bueno», recuerda el padre Sergio (David Argibay, de 54 años) sobre los días en los que soñaban con construir el monasterio. Ambos eran seminaristas en La Plata. El consejo del que hoy es el papa Francisco les iluminó el camino. Estuvieron unos años en Los Cardales, pero no lo sintieron el lugar elegido. «Sabía que teníamos que estar en un lugar retirado, pero no inalcanzable, cerca de…»
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