Tras invadirnos Estados Unidos, los liberales brindaron con el enemigo en el Desierto de los Leones.
«Después de la guerra entre México y los Estados Unidos, que terminó a fines de 1847, permanecieron las tropas estadounidenses de ocupación.
El 30 de enero de 1848, el Ayuntamiento liberal de la Ciudad de México, presidido por don Francisco Suárez Hiriarte y entre cuyos miembros estaba de síndico don Miguel Lerdo de Tejada, este último rufián miserable muerto afortunadamente en 1861 por la fiebre tifo llegó a pedir abiertamente al general de Scott que aparte de quedarse en México fuera implantado el protestantismo sustituyendo la religión católica y al mero estilo Filipinas quitar el idioma español de la enseñanza en México e imponer el idioma inglés incluso estaban dispuestos a desembolsar de su bolsillo para que maestros Yankees vinieran a México a enseñar el idioma inglés al mero estilo Thomasites en Filipinas este espurio indeseable que después fue ministro de Juarez, tuvo a bien ofrecer un banquete en el Desierto de los Leones. Ahí le ofreció al general Winfield Scott y a su Estado Mayor un festín, el famoso «Brindis del Desierto». Se brindó por la derrota de México, ¡los liberales puros brindaron por la derrota de México frente a Scott!
Esto viene, entre otras fuentes, en las memorias del coronel Ethan Allen Hitchcock, que luego fue general en la guerra civil americana, miembro del Estado Mayor del general Scott. Él publicó en 1909, en Nueva York, un libro que se llama «Fifty years in camp and field, diary of Major-General Ethan Allen Hitchcock», y es toda su historia militar. Ahí él lo platica circunstancialmente: cómo los liberales puros no querían que Scott se fuera de México sin que antes destruyera completamente al ejercito mexicano y a la iglesia mexicana y, si se podía, de una vez nos anexaran completamente; no nada mas Nuevo México y California. Pero Scott se negó y no tenía autorización para eso.
En años posteriores, alrededor de 1890, el impresor Agüeros publicó un estudio muy profundo sobre el Brindis del Desierto, debido a la pluma de un excelso historiador mexicano, completamente olvidado, don Alejandro Villaseñor y Villaseñor.
El ejército mexicano se había abatido en La Angostura, en Veracruz, en Palo Alto, en las Batallas del Valle de México, en Churubusco, en Molino del Rey, en Chapultepec, en la Garita de Belén. Y luego terminan los liberales brindando con el enemigo. Imagínense ustedes el sentimiento del ejercito, compuesto por militares que fueron, o al menos se sintieron, conservadores, razón por la que no podían ver ni en pintura a los liberales. Esto profundizó sus conflictos.»
–Luis Reed Torres en conferencia para el Centro de Estudios de Historia de México, Carso, Fundación Carlos Slim.
Imagen: Gran Plaza de la Ciudad de México, después de la ocupación estadounidense del 14 de septiembre de 1847, Pedro Gualdi.
-Extraído de Por la Recuperación del Idioma Español en Filipinas