El año 2020 viene cargado con muchas expectativas, y no menos ilusiones para los españoles residentes en el exterior, si bien los avances en las cuestiones más importantes dependerán tanto de la valentía de los gobiernos para tomar decisiones en el ámbito autonómico como de decisiones de carácter estatal.
En el ámbito estatal se constatan dos reivindicaciones que llevan años sin que haya avances, ni siquiera pequeños, como son dos reformas, la de la ley de nacionalidad y la de la LOREG, la ley electoral, y con ella la derogación del conocido como “voto rogado”.
La reforma de la ley de nacionalidad afecta fundamentalmente a hijos y nietos de españoles nacidos en América, dándose casos de hermanos, de la misma madre y del mismo padre, en el que uno tiene la nacionalidad española y el otro no, lo que ocasiona a esas familias no pocas dificultades, sobre todo cuando viajan a Europa y una parte de la familia entra, con todas las facilidades, como ciudadanos de la UE, mientras que uno de los miembros de la familia tiene que hacerlo pasando los complejos “filtros” de entrada.
Por su parte, la reforma de la ley electoral facilitaría el voto del exterior y permitiría volver a cifras de participación importantes, que llegaron a superar el 30% del CERA, (es el censo de españoles residentes ausentes), y que con las actuales trabas no llega al 5% del censo por culpa de las múltiples trabas que los emigrantes tienen a la hora de “rogar” el voto.