Las Koplowitz se quedan sin títulos nobiliarios

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La pelea de María Elena de Cárdenas y González en los tribunales españoles ha sido una de David contra Goliat.

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La bisabuela cubana, de 97 años y residente de Coral Gables, que en febrero obtuvo el marquesado de Campo Florido, hasta entonces en manos de la acaudalada familia española Koplowitz, recuperó ahora el marquesado de Bellavista ante el tribunal de primera instancia de Madrid. Este título lo llevaba la empresaria Alicia Koplowitz, cuya fortuna se estima en más de $2,000 millones y quien ya no podrá llamarse más la séptima marquesa de Bellavista.
De Cárdenas y González, cuya historia conmovió a muchos en Miami al ser descrita como una mujer sencilla y sin pretensiones que desde su salida de de Cuba en 1960 dedicó su vida al cuidado de hijos y nietos, obtuvo otro marquesado, el de Almendares, que estaba en manos de Miguel Mariano Freyre Gómez, nieto de Miguel Mariano Gómez, quien fue presidente de Cuba de mayo a diciembre de 1936. La Audiencia Provincial de Madrid falló a favor de Cárdenas y González el 6 de marzo reconociendo su “mejor y preferente derecho” al título.
“Esto lo he hecho para dejarles a mis nietos y bisnietos un legado histórico, no sólo de nuestra familia, sino también de Cuba y de España”, dijo de Cárdenas y González, quien es celosa guardiana de las tradiciones familiares.
Según relató la feliz bisabuela a el Nuevo Herald, el marquesado de Almendares fue otorgado por la reina María Cristina de Borbón a uno de sus antepasados, Miguel de Herrera y O’Farrill, en 1842 “en atención a los méritos que desarrolló como integrante de la Junta Directiva de la construcción del ferrocarril” de La Habana, según cita Rafael Nieto Cortadellas en el libro Dignidades nobiliarias en Cuba. Este ferrocarril, el primero que hubo en Cuba, conectaba la capital con el poblado de Güines (a 54 kilómetros al sur de La Habana), y fue uno de los factores que contribuyó al auge de la industria azucarera.

Esto lo he hecho para dejarles a mis nietos y bisnietos un legado histórico, no sólo de nuestra familia, sino también de Cuba y de España

El marqués de Almendares, Herrera y O’Farrill, le cedió el título a su padre, Ignacio de Herrera y Pedroso, al morir. Durante este proceso judicial en España, que duró dos años, se han descubierto cartas hasta ahora olvidadas en los archivos de La Corona. Una de ellas, de la reina Isabel II, escrita en la singular caligrafía de la época y dirigida a Ignacio Herrera y Pedroso, le permite a este cederle en vida el título del marquesado de Almendares a su segundo hijo, Ignacio. Este detalle era desconocido porque los historiadores cubanos creían que el título de marqués de Almendares había sido transmitido de hermano a hermano, pero fue a través del padre, como se comprobó por estas cartas.
Otra carta encontrada durante la investigación fue escrita por Federico Roncali, el Conde de Alcoy, gobernador y Capitán General de la isla de Cuba, en la cual admite al marqués de Almendares el uso y posesión de ese título.
En el caso del marquesado de Bellavista, De Cárdenas y González lo recibe a través de su antepasado, Gabriel de Cárdenas y de Cárdenas, a quien el rey Amadeo I, que gobernó España entre 1871 y 1873, se lo otorgó el 16 de agosto de 1871.
En cuanto a la importancia de que estos títulos nobiliarios se hallen en posesión de su legítima heredera, la experta en genealogía de las familias cubanas María Teresa Cornide, autora del libro De La Habana, de siglos y de familias, resalta el valor de la genealogía como “auxiliar” en el estudio de la historia de los países.
“Aprender a reunirse en familia o a través de la web, para comentar un libro de crónicas cubanas, reconocer personas en retratos antiguos, compartir recuerdos y anécdotas, conservar con cuidado y orgullo un diploma, un mapa, una alhaja, y, por qué no, un marquesado, es un modo de disfrutar y mantener la fuerza de nuestra tradición familiar”, expresó Cornide. “Es por todo esto que hoy tenemos un buen motivo: la concesión de títulos familiares a doña María Elena de Cárdenas y González. Nos alegramos por ella, que es una abuela cubana, una verdadera dama criolla que conserva en su familia el conocimiento y disfrute de muchas costumbres y manifestaciones de nuestra cultura, y de quien, seguramente, su ejemplo impulsará a tener la satisfacción, en este viaje al pasado, de propiciar el conocimiento de nuestras raíces y estrechar aún más los nexos familiares”.
De Cárdenas y González no ha dejado de interesarse y conservar el legado de sus antepasados, y la música, una de sus pasiones, ha sido una forma de honrarlos. Conserva la partitura de una contradanza típica de la era colonial, compuesta por su bisabuelo, Rafael de Cárdenas y Cárdenas en el año 1860. Con frecuencia la marquesa todavía toca esa pieza, Te quiero mucho, para enseñársela a sus nietos.

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