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La verdad sobre los sucesos del Teatro Villanueva

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No poco contribuyeron al adulteramiento de la verdad histórica y al afianzamiento de esta tenaz mentira los versos de José Martí, que se dijo testigo presencial de los hechos, faltando a la realidad.
Pocos salieron ilesos
Del sable del español:
La calle, al salir el sol,
Era un reguero de sesos.
Hoy ya se sabe con certeza que la libertad de prensa poco tuvo que ver con los disturbios que se produjeron en la capital, donde no pasaba un día sin que se declarasen a la policía misteriosas agresiones en contra de los voluntarios que se paseaban desarmados por la ciudad. Los criollos, tal y como hicieron sus colegas en el monte estaba dispuestos a todo para caldear el ya enrarecido ambiente, incluso a provocar las agresiones que tanto malestar e inquietud causaban en la capital, no dudando en pagar para ello a algunos indigentes, sobre todo negros, para que llevasen a cabo los ataques.
“Se distribuían armas y dinero a perturbadores del orden y asesinos de todas condiciones y razas: durante algunos días reinó en la capital de la isla de Cuba la más completa anarquía, los salvaguardias, serenos, celadores y comisarios tenían a cada rato que disolver grupos, exponiéndose a ser heridos alevosamente. Tan pronto unos cuantos hombres de color atacaban y herían á un voluntario o un soldado cuando más descuidado estaba, como de los balcones, de las ventanas o desde las azoteas se disparaban tiros sobre los españoles que armados o desarmados pasaban por las calles. Algunas veces se veía un coche corriendo y alguno de los que iban dentro disparaba tiros de revolver o pistola a los serenos o a los voluntarios.” (Gelpi y Ferro, 1872, p. 140)
Se habló con mucha exageración del número de muertos y heridos que cayeron en las inmediaciones de Villanueva: no negaremos que algunos de los perturbadores del orden fueron heridos y ocultados por sus amigos; pero es lo cierto que la Policía solo pudo encontrar en el lugar del desorden un sereno gravemente herido, dos voluntarios y un moreno con heridas también graves. Otros aseguran que hubo diez muertos y veinte heridos. (Gelpi y Ferro, 1872, p. 138)
Otro autor refleja cifras diferentes, pero tampoco tan exageradas como las que circularon en su momento: “Resultado de aquel bautismo de sangre, que los contendientes de la capital recibieron desde la noche del 22 a la mañana del 25, en que murió un joven cubano que, revólver en mano, luchaba con un voluntario, fue el que arroja la triste cifra siguiente: tres muertos y doce heridos en la noche del 22; diez muertos y catorce heridos entre una y otra parte el día y noche del 24; un muerto el 25; cuarenta y cinco detenidos en la fortaleza del Morro; y muchísimos heridos más de que particularmente dieron noticias los médicos peninsulares a la autoridad local.”

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