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La Revolución laica cubana

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Cuando se va a lanzar Cuba a hacer su revolución postrera, la que todavía está en vigor porque hay estamentos que no perdonan y disponen de cómodos sillones para sentarse y esperar su zarpazo entre canto “gregoriano”, el ¡ay! de Gregorio al ser violentado, cafelito y rosarito, con toda la paciencia del mundo, supuesto que no tienen que arar ni sembrar ni recolectar, porque precisamente su trabajo consiste en que lo hagan otros para ellos, la gente cubana no eran conscientes de un hecho sin precedentes en la historia de la sociedad y de la gente de la América Morena que cuando no le viene la riada por agua mala, le llega por agua peor.

Porque considerando, como lo es, la excepción de la presencia en la Sierra Maestra del cura Guillermo Sardiña, en un caso que confirma una regla sin perdón, de que allí donde haya una injusticia y un obrero a exprimir allí está el clero romano vaticano, de variadas y multicolores formas, pero siempre real, jodedor e inmisericorde, siguiendo con la norma y costumbre, en la revolución cubana, la mayoría los demás curas cubanos apretaron de lo lindo siguiendo con la tradición, para que la revolución cubana, ni antes la de los macheteros por Honduras, ni la de los comuneros por El socorro, ni la mejicana, ni la guaraní, ni la de los pontoneros, ni ahora ni antes la sandinista, ni…ni. etc. etc. triunfara contra la figura del terrateniente inmovilista, encarnado fielmente y con puntillas más medievales todavía, en la figura del clero vaticano, que en semejanza al señorito de toda la vida sabe leer y escribir a trompicones presumidos, y no quiere que lo aprendan los demás porque su cultura es tan simple y cruel que solo alcanza a ver el volumen de su granero particular.

La particularidad, la singularidad escasa de curas que tienen que abandonar el estamento al que pertenecen porque los ahoga las injusticias de un Estado, incrustado en todo un continente, el Americano, modernamente aliado con el ejército más poderoso del mundo, el Usa, para seguir sin plantar, sin segar, y en lo alto de la ola, mientras el pueblo hace de ola a romperse o salir de emigrante a otro país, a otro continente, y, a base de agujero de boca de metralleta le quitan las buenas tierras de cultivo a los que no pueden salir; ese es el indecente panorama actual de toda una masa continental, ya tan acostumbrada a la mentira, que todo ha quedado trasladado al gesto triste imperante en los rostros de todos los habitantes de la América Morena.

Cuenta la crónica cubana que la sotana verde oliva que utilizaba con estrellas de comandante el guerrillero cubano Guillermo Sardiña, se la diseñó aquel otro guerrillero Camilo Cienfuegos, a los que los salvó el hecho de que el pueblo, la gente cubana, por supuesto que una parte estaba sumergida de lleno en las tremendas ataduras de inmovilismo supersticioso que es la base del triunfo del clero, en su oferta constante para el más allá, y para el más acá miseria; pero los cubanos llevaban el “rabo pelao” de ver y ser capaces de analizar el desmadre terrateniente del clero vaticano isleño, y optaron por ver el modo de vivir mejor acá, y si aquella isla era su tierra, que la tierra realmente fuera de ellos y no de la propiedad del clero romano vaticano.

El hecho de que el cura Morelos, Camilo Torres, o el propio Guillermo Sardiña, por nombrar un tríos de los centeneras de curas que tuvieron que abandonar las filas de su estamento eclesial para defender a las gentes y ayudarlas no en ninguna explosión de acaparamiento egoísta popular, sino simplemente en una lucha por tratar de comer y vestir con cierta decencia, nos está indicando que la religión, para el caso la cristiana católica vaticana, cuando actúa y lanza a los suyos bajo palio a defender en foros políticos lo que ellos “entienden que le corresponde”, aunque ellos dispongan de la propiedad de los medios de comunicación y expandan la noticia como les dé la gana en beneficio de sus abusivos intereses, nosotros la gente, no tenemos que calentarnos mucho la cabeza a la hora de posicionarnos sobre los conflictos que ellos mismos nos quieren contar para justificar sus abusos.

Y si vemos que asoma la cabeza un cura que sigue sin abandonar su estamento defendiendo algo, podemos tener la completa seguridad que está del lado de la injustica, el abuso, y la extorsión de los pobres de la tierra, aunque su recurrir a buenas palabricas políticas laicas, sea la táctica empleada modernamente, porque las del ángel exterminador con la espada de fuego, más que miedo, provoca en la actualidad sonrisas.

A esa conclusión, como en otras muchas, fueron pioneros la sociedad cubana. Una sociedad que vive en un isla pequeña dentro del contexto mundial; pero que es más conocida, analizada y cuestionada que países que serán extensos y poderosos, pero que por más que lo intentan y gasta millones de dólares en hacerse los simpáticos, resultan cada vez más incómodos en la convivencia universal, juntamente con sus aliados de unos años para acá, el clero católico romano vaticano; que irá de capa caída en cuanto a fieles que acudan a sus iglesias, pero siguen triunfando en los registros de la propiedad como amos territoriales de la América Morena, que es lo que más les interesa.

De ahí que le tengan tanto miedo a la revolución cubana, no porque fuera o sea laica, sino porque no respeta la santa propiedad eclesial a cuya propiedad siempre ha llegado el clero con los ahorros de ir cura por cura de su sueldo guardando para ello…

Y los pajaricos cantan y las nubes se levantan.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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Firmas

  1. REAVIVAR
    Reavivar lo que quedó,
    como colgando,
    por el ánimo adentro,
    de una gente,
    que se ha ido yendo
    despacio
    maldiciendo muchas cosas
    que le robaron.
    Escuché y atendí
    con interés,
    las cosas que repetían
    sus labios,
    de lo mucho
    que los misereó la guerra
    y los despreció
    la posguerra.
    Su dignidad,
    tenían mucha más dignidad,
    tanta,
    que se quedó colgando
    recordando en silencio
    las cosas,
    que a fuerza
    se las robaron,
    cuando se cambió,
    por muchos años
    y sigue funcionando
    dignidad por dinero.
    Y ellos,
    la inmensidad de los míos,
    siguen pobres de dinero,
    pero muy ricos
    en dignidad del sentimiento.

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