“Hic jacet Rudoricus ultimus Rex gothorum”
Mucho se ha especulado durante siglos con la suerte del Rey Don Rodrigo tras la derrota que supuso el colapso del Reino Visigodo de Toledo en la Batalla de Guadalete el año 711. Independientemente de que quién fuese el último Rey de la España goda muriese en la batalla, o que por el contrario consiguiese salir con vida y combatir en la posterior Batalla de Écija, lo cierto es que la Historia pierde su rastro tras la primera derrota frente a las tropas musulmanas. A partir de aquí, y descartando las leyendas sin fundamento alguno, tenemos que seguir su rastro en Portugal, donde al parecer llegó en retirada tras pasar por Mérida a finales de 711. Así, la leyenda nos cuenta que Don Rodrigo se refugió en el monasterio emeritense de Cauliniana, desde donde se trasladó junto a un monje llamado Romano hasta la costa atlántica llevando consigo, para así protegerla, una antiquísima imagen de la Virgen María traída a España en el siglo V desde Galilea por el monje Ciriaco. Pocos años después, una vez llegados los musulmanes hasta la costa atlántica, la imagen fue escondida en una cueva y la leyenda nos dice que Don Rodrigo se retiró hacia el norte, donde encontraría poco después la muerte en la localidad de Viseu.
Ya en el siglo XII, tras la reconquista cristiana del territorio meridional portugués, un caballero llamado Fuas Roupinho, encontró la imagen de Nuestra Señora en la cueva tras ser salvado milagrosamente por ella. Allí mismo mandó construir una pequeña ermita dedicada a la Santísima virgen, y que hoy en día es el veneradísimo Santuario de Nuestra Señora de Nazaré. Además, el propio Roupinho reconoció haber visto en el lugar, una lápida en la que había la siguiente inscripción: “Hic jacet Rudoricus ultimus Rex gothorum”. Esto desde luego no cuadra con la vieja leyenda que nos decía que Don Rodrigo acabó refugiándose en Viseu tras la llegada sarracena a Nazaré.
Pero curiosamente, hace unos años apareció en Viseu, durante unas excavaciones en la iglesia de San Miguel de Fetal, una lápida con la mima inscripción de la que nos hablaba Roupinho en el S. XII. Esto me hace pensar que probablemente, la lápida, y quizá también los restos de Don Rodrigo, fueron trasladados durante el medioevo hasta la incipiente ciudad de Viseu. Con estos datos, y ante la falta de datos concretos de un hecho tan importante, así como la imposibilidad de encontrar ni tan siquiera una fotografía de la lápida, visité recientemente Viseu con intención de ver in situ dicha lápida regia en la iglesia de San Miguel de Fetal.
Una vez encontrada la iglesia, la primera impresión fue decepcionante, pues estaba cerrada a cal y canto, y además parecía no importar mucho en la zona el supuesto hallazgo. No obstante, conseguí que me asegurasen de la existencia de la lápida, así como me indicaron que pidiéndolo por escrito al obispado me darían permiso para verla. Eso sí, sólo se puede acceder a la iglesia una vez al año; durante la Festividad de San Miguel Arcángel.
Dios mediante allí estaré el próximo 29 de septiembre, y contaré lo visto…
–Luis Carlón Sjovall, presidente de la A.C.T. Fernando III el Santo de Palencia – https://www.facebook.com/actfernandoIIIelsanto/