El periodista británico George Orwell, si bien con simpatías comunistas (aunque parece que no por ello fue óbice para que fuera agente secreto de su país), describe en su famosa novela 1984 cómo los gobiernos de turno pueden manejar el «curso de la historia» a su antojo, mediante una propaganda brutal. Porque al fin y al cabo, todo es un relato o narrativa, según se dice en nuestros días. Y dentro de ese «relato, la izquierda, con la complacencia de la derecha, pretende suprimir todo vestigio de historia, tradición o cultura para ese «hombre nuevo» y ese «tiempo nuevo» que no existe más que en su mentalidad utópica o quizá distópica. Aparte, claro, que no conviene que se conozcan sus crímenes.
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