Creía firmemente que la única forma de salir adelante el país era a través de unas elecciones democráticas y que los pilares de la futura República vendrían determinados por la división de poderes, el estado de derecho y la libertad de prensa, así como el respeto a la dignidad de la persona.
Hoy me gustaría contarles la historia del Comandante de la Revolución cubana Félix Lugerio Pena, un personaje que cuando se habla el proceso revolucionario en Cuba, es absolutamente desconocido para la inmensa mayoría de nosotros, pero que sin embargo a mi modesto entender tiene contraídos méritos más que suficientes para ocupar un lugar con letras de oro en la historia de la defensa de la libertad en la isla, por defender hasta los últimos extremos su concepto de la justicia , de la ética y la libertad. La defensa a ultranza de estos principios lo llevaron a pagar con el don más preciado que dispone el ser humano como es su propia vida.
Félix nació en un hogar humilde de Santiago de Cuba, el miércoles 26 de marzo de 1930. Sus padres fueron Juan Pena Pupo y Elena Díaz Burgos, donde era el más pequeño de 13 hermanos. Desde su más tierna infancia sus padres le inculcaron profundas convicciones religiosas, éticas y morales, a las que jamás renunció y que lo condujeron al fatal desenlace de su muerte, por defender hasta sus últimas consecuencias aquello en lo que profundamente creía y no estaba dispuesto a renunciar.
Esta forma de pensar lo llevaron a trabar una profunda amistad con Frank País, el jefe en el llano del ejército revolucionario, descendiente de gallegos, igualmente hombre de fuertes y arraigadas convicciones cristianas, al ser hijo de Don Francisco, respetado reverendo de la iglesia Bautista, y de Doña Rosario. El padre de Frank murió cuando él tenía cinco años y su madre le inculcó ideas cristianas a las que jamás Frank renunció, creía firmemente que la única forma de salir adelante el país era a través de unas elecciones democráticas y que los pilares de la futura República vendrían determinados por la división de poderes, el estado de derecho y la libertad de prensa, así como el respeto a la dignidad de la persona. Desde esta perspectiva, Frank se sumó a lucha revolucionaria en el Llano para combatir la dictadura del tirano Batista, teniendo la firme convicción de que el resto de los revolucionarios compartían las mismas ideas que las suyas y con las cuales se alineaba en su integridad el joven Félix.
Félix era un hombre vital y sobre todo amante de la vida, creía en la ética y la justicia por encima de cualquier concepto, no podía tolerar la corrupción y la falta de valores en la forma de entender la política, era un acérrimo defensor del pensamiento del padre de la patria cubana José Martí, amaba la libertad de la que el pueblo cubano había sido privado al llegar al poder un tirano como Fulgencio Batista, en el que se amparaba para su lucro personal y privar al pueblo de sus derechos y libertades que tanto le habían costado conseguir, encarcelando y eliminando a aquellos que osaban contradecirlo. En aquellos momentos históricos que atravesaba el país, le era aplicable el pensamiento de Martí : “Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres, es el que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro del odio.”
Por eso se opuso con toda su fuerza al tirano con los riesgos que conllevaba, fue un personaje importante en la constitución del Directorio Estudiantil Revolucionario de Santiago de Cuba en abril de 1952 en el que ocupó un papel destacado.
Su compromiso con la defensa de la libertad perdida, lo llevaron a participar en el alzamiento del 30 de Noviembre de 1956 contra la dictadura de Fulgencio Batista, colaborando desde el Llano en el desembarco de los expedicionarios del Gramma, al frente del cual se encontraba el Comandante Castro, para subir posteriormente a la Sierra Maestra con la finalidad de implantar en Cuba la Constitución abolida, restaurar la democracia expulsando al tirano de Batista del poder y convocar posteriormente unas elecciones democráticas en el país, cosa que jamás llegó a ver por su prematura muerte.
No entendía como a su amado país se le podía privar de una democracia que con tanto esfuerzo y sangre había conquistado, comenzando por Martí , por ello no dudó un solo momento en jurar la Constitución del 40 arrebatada al pueblo cubano. Esto suponía emprender la lucha contra los Estatutos Constitucionales, impuestos por la dictadura de Batista. Junto a Renato Guitart Rosell, Frank País, Pepito Tey y a otros jóvenes, ingresó en las filas de Acción Libertadora y luego en el Movimiento Nacional Revolucionario. Después del asalto al Cuartel Moncada redactó junto a Frank País el manifiesto “Asesinato”, que denunciaba los crímenes cometidos por el ejército contra los asaltantes. Junto a Frank fundó también Acción Revolucionaria Oriental (ARO) y más tarde Acción Nacional Revolucionaria.
En marzo de 1956, fiel a su compromiso subió a la Sierra Maestra con grado de teniente como parte del primer refuerzo importante en hombres y armas que recibió el Ejército Rebelde desde Santiago de Cuba.
Durante la Guerra de Liberación contra el tirano Batista, peleó bajo las órdenes de Fidel Castro en el I Frente José Martí y fue luego fundador del II Frente Oriental Frank País García, donde alcanzó el grado de comandante sirviendo bajo el mando de Raúl Castro.
Una vez triunfa la revolución el Comandante Fidel Castro, llama el 13 de Febrero al joven letrado comandante del Ejército Rebelde Félix Lugerio Pena a su presencia y le da órdenes de que procediera a juzgar y condenar a un numeroso grupo de pilotos integrantes de la derrotada fuerza aérea cubana por supuestos crímenes de guerra.
En su fuero interno, no podía entender que el régimen democrático que él había defendido, condenara de antemano a un grupo de pilotos que él sabía que se habían entregado al Ejército Revolucionario, al llegar a un acuerdo con Díaz Lanz y con el propio Fidel, de que no serían juzgados por sus acciones al frente del Gobierno de la República presidido por Fulgencio Batista, que sus derechos serían respetados y que sus acciones serían consideradas órdenes recibidas.
Estaba confuso, sabía positivamente que mantener dichos criterios, le traerían graves problemas con Fidel, jamás le perdonaría enfrentarse abiertamente contra él pronunciando una sentencia absolutoria en la que exculpaba a todos aquellos pilotos. Pensó en aquella frase de Martí: “Quien esconde por miedo su opinión, y como un crimen la oculta en el fondo del pecho, y con su ocultación favorece a los tiranos, es tan cobarde como el que en lo recio del combate vuelve grupas y abandona la lanza al enemigo.”
No era en absoluto un cobarde, cobarde era aquel que no cumplía con lo que había pactado para defender únicamente sus oscuros intereses, amenazando a otros que estaban bajo su autoridad para que cumplieran con las mismas y salvar su cara frente a la opinión pública responsabilizándolos de sus actuaciones, al no tener el valor de asumir directamente sus consecuencias. Aquella Revolución por la que había luchado le había decepcionado, los primeros pasos que estaba dando no se ajustaban a aquello a lo que el defendía.
No estaba dispuesto a renunciar a sus valores, estaba decepcionado, la sentencia que en su día dictara sería justa y respetaría las normas del derecho procesal, era absolutamente consciente de su decisión. Conociendo a Fidel le traería graves consecuencias y quizás tuviera como Presidente del Tribunal pagar con su propia vida.
Fidel se había equivocado al ponerlo al frente de aquel Tribunal, era un hombre íntegro y estaba dispuesto a defender su pensamiento hasta los últimos extremos, en aquellos difíciles momentos era aplicable aquella frase del Alcalde de Zalamea, de la obra de Calderón de la Barca: “ Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios…». El había dado su vida por la defensa de lo que propugnaba en su momento la Revolución, pero no estaba dispuesto a entregar sus principios morales por aquellos que pretendían servirse de ella.
No durmió durante muchas noches, los nervios lo atenazaban, sentía profundo miedo de lo que pudiera sucederle en un futuro próximo, se consideraba un valiente, pues a pesar de ser plenamente consciente de los peligros que corría y sentir miedo, era capaz de adoptar la decisión que la conciencia le demandaba en aquel momento, no era la decisión propia de un necio que la adopta sin tener en cuenta las consecuencias.
Aquellos difíciles momentos en que uno se enfrenta consigo mismo, él ya había tomado la difícil decisión de absolver a los acusados con todos los riesgos que ello conllevaba, un hombre que renuncia a sus principios no merece ser considerado como tal, aunque en ello le supusiera renunciar incluso a su vida.
El resultado del juicio fue la absolución de los acusados por falta de pruebas fehacientes.
El 2 de marzo de 1959, en Santiago de Cuba, el Tribunal Revolucionario que juzgó a 43 miembros de la Fuerza Aérea de Batista, la cuestión estuvo presidida por el Comandante Félix Pena y, además, lo integraron el abogado criminalista de Santiago de Cuba Adalberto J.Paruas y el Comandante de la Fuerza Aérea Revolucionaria Michel Yabor, que absolvió a todos los acusados. El Presidente del Tribunal, Comandante del Ejército Revolucionario, leyó el fallo:
Considerando que este Tribunal, consciente de la responsabilidad que asume ante la Revolución, ante el pueblo y ante la historia, por convencido de la nobleza de su proceder, e inspirado por los postulados democráticos, que de honestidad, amor, equidad y justicia, han inspirado este movimiento revolucionario, ejemplo digno para todos los pueblos de América y del mundo.
Fallamos que debemos absolver y absolvemos a todos y cada uno de los acusados en este proceso, disponiendo al propio tiempo la libertad de los mismos, solo por esta causa, debiendo dictar al efecto todos los despachos que fueren necesario para el cumplimiento de esta resolución, así como la notificación de la misma a todas y cada una de las partes.
Así, por nuestra sentencia pronunciamos, mandamos y firmamos ante mí que certifico. Comandante Félix Pena presidente, Antonio Michel Yabor, doctor Adalberto Paruas Toll, vocales; procurador Nicolás Bello, secretario.
Fidel cuando tuvo conocimiento del fallo de la Sentencia lo arrebató de furia, al incumplir las órdenes que él le había dado, de fusilar a los aviadores militares de Batista, indignado los citó en su despacho y los acusó de traidores a la Revolución, a lo que Félix le contestó que esa no era la Revolución por la que él había luchado y que únicamente había cumplido como juez con su deber.
Esa misma noche Fidel Castro, mediante la radio y la televisión, anuló el fallo y nombró un nuevo Tribunal: Fiscal al Ministro de Defensa, comandante Augusto Martínez Sánchez; presidente al comandante Manuel Piñeiro Losada, Barbaroja y vocales a los comandantes Pedro Luis Diaz Lanz, Carlos Iglesias Fonseca,-Nicaragua-, Demetrio Montseni-Villa y Belarmino Castilla-Aníbal.
El 15 de abril, el comandante Félix Lugerio Pena Díaz, quien había actuado como presidente de la sala del primer juicio, apareció muerto con un balazo en el pecho, en el interior de su auto, tras haberlo parqueado en la esquina de la calle 21 y la avenida 84 (Marianao). La versión que dio el régimen cubano es que se trató de un suicidio y que dejó escrito que su decisión no tenía motivación política, sino que obedecía a razones personales.
Mientras que otra versión que corrió por La Habana en aquellos tiempos, es que según supuestos testigos presenciales se trató de un asesinato, teoría más que posible ya que la familia de Pena jamás recibió la condolencia de los Castro, además había sido designado como agregado militar en la embajada cubana en la República Federal Alemana, e iba a casarse en breve con una miliciana santiaguera y ambos esperaban pasaran la luna de miel en Bonn.
Esta postura ética fue seguida por otros miembros del Tribunal como EL COMANDANTE ANTONIO MICHEL YABOR, que en una carta pública de entre sus líneas se puede entresacar:
«Tras largo proceso de maduración me veo obligado a tomar la más dura y dolorosa decisión de mi vida. Hoy, después de ocho años dedicado a luchar fervorosamente por mi patria , tras haber compartido dos años de prisión contigo, luego de múltiples vicisitudes y riesgos que culminaron con la hermosa lucha de la Sierra Maestra, me veo compelido a renunciar a mi puesto en la Fuerza Aérea Revolucionaria y a tomar, una vez más, el triste camino del exilio.
He visto con creciente dolor como las mismas fuerzas que combatieron al Comandante Pena y lo llevaron al sacrificio de su vida, han ido ganando potencia día a día hasta convertirse en los factores decisivos y determinantes del actual momento; como las más limpias aspiraciones de la Revolución, son sustituidos por planes de factura extraña que apuntan a un plano totalitario; como popo a poco los que no comparten esos planes son desplazados o eliminados. Por estas y otras cosas no me queda otro remedio que renunciar y el exilio.”
Sirva esta pequeña reflexión en homenaje a aquellas personas a las que por encima de todo está la ética y la moral que alumbra sus vidas, aunque ello les suponga tener que pagar con la muerte la defensa de los valores en los que creen, esta reflexión y estas actitudes son aplicables a los tiempos que corren en donde una parte importante de nuestra clase política ha perdido su vocación al servicio público que debe presidir su actuación.
Me gustaría acabar este artículo con un verso de Martí, que figuraba en el cementerio de Santiago de Cuba de donde fue borrada por la Revolución:
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo
cardo ni oruga cultivo
cultivo la rosa blanca.
Agustin Ravina escritor “Mi Habana en el Rcuerdo”
Me encantaría poder escribir acerca de los barbudos y la Sierra Maestra; pero está muy próxima a mi sentimiento, y se me vería mucho el rabo. Gracias por tu artículo. Cordiales saludos. Palmis.
Me gusta el artículo Tino, no dejes de escribir todo lo que sabes de la historia desconocida de Cuba.
Me ha encantado su artículo, efectivamente hay muchos héroes de la revolución cuya historia, o incluso su nombre, se ignoran. Se les ha intentado ocultar, silenciar su testimonio, apartar al “testigo incómodo”.
Hay un punto en el cual tengo una pequeña discrepancia, aunque debe ser, para un conocedor de la historia cubana como usted, una simple “distracción” al escribir. Es cuando dice, de nuestro inolvidable Frank País, el Presidente que Cuba no pudo tener: “Esta forma de pensar lo llevaron a trabar una profunda amistad con Frank País, el jefe en el llano del ejército revolucionario”.
Es cosa muy difícil de probar, debido a las circunstancias y destrucción de evidencias, pero cada vez gana más seguidores la teoría de que el auténtico jefe del M26J, entre la fecha de la fusión con ANR y la muerte de Frank fue éste y no Fidel. O sea, que Frank era el jefe de todo el Movimiento y Fidel le estaba subordinado, incluso estaba subordinado a otros personajes como su propia cuñada Vilma Espín.
Hay muchos datos sueltos que así lo señalan, y me permito citarle los siguientes:
1.- Vilma era estudiante en el MIT y representante en USA del M26J, con la misión de recaudar fondos y coordinar a los exiliados. Esto lo hacía bajo las órdenes de Frank y no de Fidel, cosa que figura de “forma pasiva” en muchos sitios, y que es muy importante.
2.- Regresando de USA, Vilma recibió órdenes de Frank de pasarse por México, pero no para recoger consignas de Fidel, sino para ver qué se “estaba cocinando” y dar instrucciones, que no se obedecieron, en relación a aplazar, por falta de preparativos en el interior, los planes que desembocaron en el desembarco del Granma. Esta falta de preparativos puede verificarse en el libro de Aleida March que menciono más adelante.
3.- Frank nombró a Vilma coordinadora provincial en la antigua provincia de Oriente, o sea una posición orgánica por encima de Fidel.
4.- Si se estudian y ponen en un esquema las estructuras del M26J encontramos que ese Movimiento, aparte de otras divisiones, tenía dos “brazos armados”: uno el Ejército Rebelde, en “la sierra”, y otro los grupos de Acción y Sabotaje, en “el llano”. Frank era el responsable de Acción y Sabotaje, pero, además pertenecía a la Dirección Nacional.
5.- Ambos “brazos” estaban subordinados a la Dirección Nacional, a la que no perteneció Fidel hasta la segunda mitad del 58. Esta no pertenencia a la Dirección Nacional puede encontrarla corroborada, entre otros sitios, en el libro Evocación, escrito por Aleida March, la viuda de Ernesto Guevara, que se congratula de que Fidel recibiese todos los mandos nada menos que en la segunda mitad del 58.
6.- De esta forma, Fidel era solamente jefe del Ejército Rebelde, es decir estaba subordinado a la Dirección Nacional, a la que no pertenecía.
7.- Una de las pruebas, es cierto que “circunstancial” de que Frank y Vilma pertenecían a la Dirección Nacional y no Fidel, es que sus nombres en la clandestinidad eran David y Deborah, ambos con inicial D, mientras que el de Fidel era Alejandro. D en la inicial significaba pertenencia a la Dirección Nacional.
8.- Excepción a la regla de la D, fue Melba Hernández, que pertenecía a la Dirección Nacional representando al Ejército Rebelde.
9.- Al morir Frank se le enterró, con uniforme del Ejército Rebelde con insignias de coronel, lo que indica que estaba por encima de Fidel, de ahí que nunca se nombrase a nadie por encima de “comandante” y se inventase lo de “comandante en jefe”.
10.- Sobre lo de las insignias de coronel puede encontrar confirmación en el libro “Frank País, líder evangélico de la Revolución Cubana”, de Juan Antonio Monroy. Puede encontrar otra confirmación en el siguiente artículo, nada menos que de Gramma: http://www.granma.cu/cuba/2015-07-29/aquella-tarde-lo-vimos-erguirse-en-suextraordinaria-estatura. En este último artículo incluso se dice que quien dio la orden de que se le pusiesen las insignias de coronel fue Vilma.
11.- El autor de los auténticos documentos programáticos del M26J fue Frank País, por supuesto con sus colaboradores. Me refiero a: “Tesis Económica del Movimiento 26 de Julio” y “Nuestra Razón”.
12.- A partir de la muerte de Frank se puede apreciar una auténtica “carrera” consistente en liquidar a todos los que le eran fieles o que pudieran representar una sombra para Fidel, siendo el punto cumbre la convocatoria de la Huelga General de Abril de 1958, la cual se hizo por el propio Fidel y Faustino Pérez, hombre de su total confianza, por aquel entonces, y que solo era el responsable de Acción y Sabotaje en La Habana.
Así que, como puede ver, lo de “jefe del llano” si, pero también mucho más.
Muchas gracias por su comentario, llevo años escribiendo novelas sobre Cuba, la primera que hice fue mi Habana en el recuerdo y actualmente tengo pendiente dos mas para publicar, una de ellas es Anakaona y la otra es Cuba un corazón roto.
Es mi modesta contribución a un país que llevo en mi corazón desde hace mas de veinte años y que llevo vinculado a mi corazón desde pequeño pues mi bisabuelo era cubano.
Es un placer que gente como usted me deje esos maravillosos comentarios, un abrazo desde las islas canarias.