Habida cuenta de la impunidad que hay en España para la delincuencia de todo tipo (1), de la protección política que ésta recibe y el consiguiente desprecio por la propiedad privada (2) que toda la vorágine post/neomarxista acarrea, es misterioso y milagroso que España siga siendo un país pacífico y seguro; aunque esto último, lógicamente, ya se va resquebrajando.
El fenómeno de la «okupación» de casas, con «nuevos vecinos» que enganchan la luz, el agua y todo lo que venga bien; convirtiendo las más de las veces «sus» viviendas en narcopisos, enrareciendo y violentando los ambientes, se extiende a marchas forzadas sobre toda España. Y las grandes ideologías por las cuales nos regimos, esto es, el liberalismo y el marxismo, siempre acaban pensando que la gente se va a «resignar» y todo va a pasar según la concurrencia de sus infalibles teorías. Y la gente no se resigna; en todo caso se adapta, y por supuesto, sobrevive.
La «okupación» no es algo que afecte a los «ricos» (3), pues éstos, o viven encerrados a calicanto o ni siquiera viven en el país. La «okupación», como otras tantas consecuencias de la omnipresente tiranía progre, la sufren los currantes; tanto el que tiene alguna propiedad como el que no; pues el que tiene una propiedad sufre la «okupación» física, pero el vecino decente que sobrevive pagando los abusivos impuestos -que luego no son retribuidos en forma de buenos servicios ni por asomo, sufre las consecuencias por igual. Y se reitera que la gente no se va a «resignar»; pues si por lo legal se le da la espalda, buscarán protegerse por lo ilegal (o por lo alegal). Y si ve que el estado no le ayuda a solventar este problema, empezará a contratar por su cuenta a quien lo haga a su manera. Y así, pronto tendremos el fenómeno del sicariato extendido a diestro y siniestro.
Así las cosas, una de las profesiones a la que más futuro se le augura en España es la de sicario. Muy pronto empezarán a requerir sus servicios a un nivel considerable. Y esto es un no parar. Llevo mucho tiempo advirtiendo sobre la «latinoamericanización» de España; dicho esto en el mal sentido de la palabra, porque Hispanoamérica, en capacidad de supervivencia, en cultura económica y en educación y saber estar, nos da mil vueltas. Pero la «latinoamericanización» significa el reverso de todo eso, la cara negativa, violenta, corrupta, narcotraficante y demagógica que el castrochavismo ha logrado extender desde La Habana y Caracas hasta Madrid. Y esto de la «latinoamericanización» se ve especialmente en Andalucía, dicho esto por un hijo de la Andalucía profunda que, amando con toda su alma a su tierra, luego de vivir seis años en Hispanoamérica, ha sabido ver cosas que antes se le escapaban.
Dentro de esto, todavía hay capacidad de remediar las cosas en España. Al menos algún resquicio, por duras que estén las cosas. En Cuba y Venezuela lo tienen más complicado.
NOTAS:
(1) Aclaro que soy nieto de guardia civil y primo y compadre de policía nacional, y que sé de sobra que tenemos unas fuerzas de seguridad preparadísimas, dando testimonio ante el mundo de la más eficaz lucha antiterrorista, entre otros. No los critico a ellos, sino a la oligarquía que los tiene atados de pies y manos sin que puedan actuar como Dios manda.
(2) Es un clásico el ataque de la propiedad privada del comunismo. No obstante, ellos sí se permiten el lujo de tenerlas y cuidadito como alguien les moleste. Porque el «propietario», el «rico», el «pobre» o lo que sea, dentro de esta dictadura fracasada del siglo XIX, se establece según la conveniencia del momento.
(3) Véase la nota (2).