Un alcalde cubano en España
«Lo que quiero es libertad y mejora para el país donde yo nací», dice Carlos Cabrera, nuevo regidor de un pueblo de Extremadura
El recién estrenado alcalde de Aldeacentenera, un pequeño pueblo de poco más de 600 habitantes de Extremadura, se autodefine como «forastero doble». En primer lugar, por haber llegado a esta pequeña localidad del oeste de España hace apenas seis años y, además, por ser cubano. Carlos Cabrera Pérez, nacido en La Habana hace 52 años, se convirtió en alcalde el pasado 13 de junio tras ser elegido con 335 votos de los 531 posibles. Cabrera, líder del partido regionalista Extremeños, terminaba así con la hegemonía del socialista Juan Francisco Monterroso, que llevaba 32 años al frente del Gobierno municipal.
Carlos Cabrera cambió Cuba por España en 1992. «Tenía visado para Italia y para EE UU, pero preferí España porque la conocía de algún viaje anterior y me parecía de los mejores países del mundo para vivir por la calidad humana de su gente y por la manera de vivir», explica.
El nuevo regidor de Aldeacentenera estudió periodismo en La Habana y fue uno de los primeros cubanos en trabajar para la prensa extranjera acreditada en la Isla. «Me retiraron las credenciales porque estaban descontentos con el contenido de mis artículos. Yo trataba siempre de explicar que era un trabajo profesional y que para EFE no se podía escribir como se escribe para Granma. No lo entendieron así».
Cabrera había empezado a desarrollar su carrera en Prensa Latina, donde asegura haber aprendido mucho, hasta que un día, la dirección de la agencia utilizó un malentendido con una información para echar a los que estaban en su mismo turno. «Llegué hasta el Tribunal Supremo Popular y me tuvieron que reintegrar al centro, pagarme todo ese tiempo y darme una plaza de menor categoría», recuerda. La plaza que se le asignó fue la de sereno en la revista Prisma, en la que permaneció un mes hasta recuperar el dinero que había perdido.
Fue entonces cuando el subdirector de Granma le ofreció colaborar con el diario, pero las relaciones con sus jefes no eran buenas porque Cabrera era más crítico de lo que esperaban. «Recuerdo un reportaje que me costó mucho que me publicaran, la primera entrevista con Orlando Cardoso Villavicencio, el héroe de Etiopía, donde estuvo preso 10 años. Me contó que cuando logró la ayuda de la Cruz Roja, le llevaban fotos de chicas y él se empezó a masturbar con ellas. El Comité Central no veía bien que un héroe se masturbara y finalmente parece ser que se impuso el criterio del entonces ministro de las Fuerzas Armadas ─el actual presidente Raúl Castro─. Esa fue la explicación que me dieron. Y se autorizó que saliera la entrevista. Nunca he tenido una posición anticastrista en Cuba».
«En Etiopía vi hombres que arriesgaban sus vidas por una causa lejana y luego hacían triquiñuelas para comprar unos vaqueros. Aquello me abrió bastante los ojos»
Pero Cabrera había decidido irse de Cuba cuando hacía el servicio militar en Etiopía. «Vi hombres que arriesgaban sus vidas por una causa lejana y luego hacían pequeñísimas triquiñuelas para comprar unos pantalones vaqueros. Aquello me conmovió y abrió bastante los ojos». Los problemas con Granma acabaron forzando la decisión y fue así como aterrizó en Madrid. Dice que siempre ha sido un «cubano raro» porque viajó desde niño. «Ese impacto que recibe la mayoría de los cubanos cuando viajan fuera, un proceso al que llamo la dilatación de la pupila, en mi caso también se produjo, pero más atemperado».
En su primera ciudad de acogida en España, eligió para vivir el hostal Miño, «porque se llamaba como la fábrica de chorizo que había en La Habana» cuando él era niño. Apenas 17 días después de llegar, consiguió su primer empleo en una productora de televisión, lo que le proporcionó, además del salario, un buen conocimiento de la capital.
«Me dejaron un coche y un plano callejero, en aquel entonces no había GPS», dice. Esa fue su primera parada madrileña y donde empezó su contacto con el mundo de la política, actuando como asesor y coordinador territorial para el Partido Popular. Después se instaló en Majadahonda ─una localidad acomodada de la sierra de Madrid─ en la que aprendió trabajando junto al entonces alcalde Ricardo Romero de Tejada y, por último, acabó recalando en Extremadura. «Me fui por amor. Mi mujer tenía dos hijos y yo tengo una niña. Eché cuentas y era más barato que yo me viniera a Extremadura que mudarnos todos a Madrid».
«A mi siempre me había gustado la política», confiesa el nuevo regidor, aunque los comicios del pasado mes de mayo fueron los primeros en los que se estrenó como candidato. «Vinieron a verme unos jóvenes y me dijeron que en el pueblo no había oportunidades para ellos. Creían que yo tenía experiencia suficiente como para dar vida a un nuevo proyecto». Y fue así que se puso al frente de un grupo de vecinos, convirtiéndose en el líder de Extremeños. «Montamos el mejor grupo posible y logramos derrotar las otras tres candidaturas: más legitimidad no puede tener nuestro proyecto desde el punto de vista democrático», explica con satisfacción.
El partido Extremeños sumó 335 votos de los 531 posibles, terminando así con una hegemonía de 32 años del PSOE en el Gobierno municipal
Aunque tomó posesión de su cargo solo el pasado fin de semana, Cabrera ya ha dado unos pasos para implementar las promesas hechas en campaña electoral. «Las primeras medidas consisten en abrir las calles que estaban cerradas por pilotes, ya que no dejaban que los vehículos de emergencias como los de bomberos o ambulancias accedieran a determinadas calles. He empezado también a poner orden en el Ayuntamiento, porque había una forma de proceder que yo no comparto», agrega. » Tiene que ser la casa de todos y las cuentas tienen que estar muy claras. Me queda mucho por hacer y mi objetivo principal es intentar que el Ayuntamiento deje de ser la mayor empresa del municipio para que los vecinos no tengan que depender de ningún Gobierno para poder llevar el jornal a sus casas».
Entre los planes a más largo plazo del nuevo regidor, las comunicaciones ocupan un puesto de relieve. «Hoy en día es básico tener una conexión ágil y rápida para que los vecinos puedan disponer de acceso a Internet», subraya. El alcalde se queja de que en Aldeacentenera ni siquiera hay una buena antena y achaca parte de la responsabilidad al Gobierno central y a la Comunidad Autónoma por haber facilitado subvenciones para la red, descartando la conexión satelital, que, en su opinión, habría sido la mejor opción para evitar los escollos que plantea la posición geográfica del pueblo, enclavado entre dos montañas.
Cabrera es consciente de la importancia de Internet tanto en un pequeño pueblo extremeño como en Cuba. «Todo lo que quiero es libertad y mejora para el país donde yo nací. No se puede aspirar a construir una libertad si no hay prosperidad y tecnología. La clave está en eso, en generar prosperidad económica», agrega.
“Raúl Castro ha dado muestras de su pragmatismo político, porque la salida natural de Cuba es aprovechar las ventajas de la cercanía geográfica con EE UU”
El nuevo alcalde no se plantea regresar a Cuba más allá de las vacaciones y de las visitas a sus familiares y amigos. «Tengo mi vida hecha aquí y en Extremadura se está muy bien», dice. Sin embargo, deja la puerta abierta al sueño de jubilarse junto a su mujer en una casita cerca del mar en la Isla.
Cabrera evalúa de manera muy positiva el cambio que está experimentando su país natal en los últimos meses, tras la reanudación de relaciones diplomáticas con Washington. «El presidente Raúl Castro ha dado muestras de su pragmatismo político, porque la salida natural de Cuba es aprovechar las ventajas de la cercanía geográfica con EE UU», destaca. «Me parece un paso muy valiente por parte del Gobierno cubano. Soy optimista por naturaleza y pienso que es la única vía para que mi pueblo sea feliz y próspero».
14yMedio
,