Y todo por su mala cabeza y por los malos consejos de los que le hayan dicho que tiene tipología de líder político, y que da la disminuida talla que en España, y en el mundo entero, se exige ahora para ser político.
Partiendo de la base, fundamento o premisa, que los partidos políticos al día de hoy, al minuto imperante, son todos una estafa social para el país, lo que no se puede permitir es que un movimiento social nacido callejero, Podemos, lleguen dos personas y a navaja abierta, haciéndole un claro juego a la derechona española, se dediquen a que pasen días y ollas y solo se centren en sus guapura particulares.
Ante un socialismo español que duerme al pie de la cama de la derecha para hacérsela con primor cuando se vaya a acostar, es de esperar (la esperanza es lo último, dicen, que se pierde, pero personalmente he conocido muchas esperanzas que han salido preñadas) que Pablo Iglesias, se deje de “trasversalidades” y gilipolleces de los vendidos medios españoles, y se centre con decisión sin escucharlos, en consolidar, fraguar y concentrar el sentimiento existente y poderoso de los muchos españoles que no queremos seguir siendo esclavos.
En España existe la derecha y la izquierda. La derecha tiene su partido y representación en el Partido Popular Español. La izquierda, a día de hoy, no tiene ningún partido representativo, porque I.U, siempre se apunta a caballo ganador, y aunque gozan de mucha simpatía de la gente, entre los que me encuentro, el carácter de catedráticos perennes los aproxima mucho a una religión. Y todos sabemos que la religión es el opio de los pueblos.
El Coletas, Pablo Iglesias, si se centra con su realidad política, puede ser como un grano en el culo de esta derechona, que hasta se permite el lujo de no ir ni a misa. Los hincha a perras y asunto terminado.
Errejón, empujado, ha jugado con fuego, y deben de quemarlo políticamente.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis
CON SOLO DOS MANOS
Madre,
con dos manos,
me fui para el mundo
donde las había
más curtidas
y grandes
que las dos pobres
y pequeñas manos mías.
Con dos manos solo,
con dos, madre;
diez dedos con uñas,
sin garras,
y con ellas
arañé mi pan
y degusté
llevándome
con ellas a la boca
la parte que me tocó
de dulce,
o de purga
bebiendo la hiel
del aceite de ricino,
según mi suerte.
Pero, madre,
siempre adelante,
adelante,
con dos manos solas,
madre.
Y me bastó
y es y fue bastante,
porque presiento
que si llego
a tener otra mano,
la que da la soberbia
y la avaricia,
estaría atado
al árbol
fuera del paraíso
donde no estamos
los que con dos manos
tuvimos
y tenemos bastante.