Aunque esto tiene ya unos meses, no pierde ni un ápice de vigencia. Por ello, comparto en mi canal aquella entrevista-charla que le hice a Felipe Guerra Vázquez, quien por entonces era el alcalde de la Hermandad de los Negritos; hermandad que ha sido referida en este diario digital unas cuantas veces y que así seguirá mientras un servidor tenga aguante y Dios se lo disponga y permita. Y es que no en vano hay que recordar que cuando Colón llegó a América, esta hermandad contaba con 99 años de existencia. Fundada en 1393 como hospital para los negros desvalidos que (mal)vivían extramuros, mantiene su continuidad hasta nuestros días con un fortísimo legado histórico que se extiende al otro lado del Atlántico, puesto que fue el modelo para similares cofradías que amén de lo religioso ahondaban en lo etnocultural, pululando desde México al Perú, pasando siempre por las Antillas.
Y es que siempre que se nos viene a la mente el rico y portentoso acervo cultural afrohispano, se nos viene a la mente el Caribe. Y sin desmerecer a aquellas tierras hermanas, hay que recordar que ese acervo partió desde Sevilla y se nutrió (y aún se nutre) con continuas idas y vueltas durante siglos.
A día de hoy, la Hermandad de los Negritos sigue siendo un testimonio vivo de fe y devoción y cada vez despierta más la atención de historiadores de todo el mundo. Es lo justo y lo necesario. Hubo más cofradías de negros en la ciudad que fue conocida como puerto y puerta de las Indias, mas desaparecieron; pero como decimos, esta cofradía sigue gozando de muy buena salud, y cabe resaltar esto porque otras cofradías que hace siglos quisieron hacerle la vida imposible acabaron desapareciendo; y si bien no nos alegramos de esto, hay que subrayar, pues, la capacidad de resistencia de una hermandad que nació humilde y que mantiene ese carisma tanto para los que son de ellas de toda la vida como para los que somos recién llegados.
Así las cosas, ¡pasen y vean!
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