Enemigos inesperados

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A Willy (¡viva la anglofilia!) Toledo se lo está comiendo algo. No tengo pruebas para decir qué es, pero los que acusan de ciertas aficiones a Albert Rivera deberían hacérselo ver. Porque este mediocre actor acabará mal. Ya está viejo, y lo gallito se le está yendo pronto. No hay más que verle aquí la cara de nerviosismo: Mucha amenaza y poco puño. Lo de siempre: Perro ladrador, poco mordedor. Los que más lanzan a la violencia son los más cobardones. Acostumbrados a pegar en manada y salir impunes, sin embargo, les ha salido un enemigo que nunca se esperaban: Aparte de buena parte del castigado pueblo español, los emigrados venezolanos; entre otros.

Sí, queridos rojipis: Yo viví seis años en Sudamérica, concretamente en Perú, conviviendo especialmente con brasileños por cuestiones de trabajo, pero también con venezolanos, colombianos e incluso argentinos. No me tenéis que «convencer» que vuestro rollo nada tiene que ver con Venezuela. Ni que fueron ciertos ídolos vuestros los que hicieron la constitución correísta y brindaban en el palacio de Carondelet. También se podría hablar de Bolivia. Todo esto lo llevo bicheando desde hace mucho tiempo (desde los albores del llamado «socialismo del siglo XXI»), y allí lo viví en vivo y en directo, empezando por cómo el canal chavista Telesur (al que tenía acceso en la televisión por cable, mucho más barata que en España) os hacía promoción continuamente. Vais a tener que convencer a los 300.000 venezolanos que ya están en España exiliados por la tiranía; muchos de ellos, hijos o nietos de emigrantes españoles, portugueses e italianos a los que se le está negando el status de refugiados (mientras que eso mismo se le concede alegremente a muchos africanos o árabes). Bastantes podrán votar, y os sorprenderán… Lo mismo que os sorprenderán muchos colombianos víctimas de las FARC, o muchos peruanos víctimas de Sendero Luminoso; o incluso muchos africanos que ya están hartos de ser engañados. El escrache de los manteros senegaleses a Rita Maestre os va a parecer un dulce; y por otra parte, lo de Bertrand Ndongo no será un hecho aislado o anecdótico.

No se puede engañar siempre y encima querer salir ganando.

Y es que decís mucho que «los inmigrantes son personas». Claro que lo son. Personas. Con su cultura, con su corazón, con sus vivencias, con su bagaje, con su espíritu. No son vuestras mascotas. No son vuestros «sujetos políticos» trotskogramscianos para manipular al antojo. Y tienen más cojones que ustedes. Y muchos se han dado cuenta de cómo los tratáis e irán a por ustedes a hierro.

No contadme lo que es la inmigración, que lo sé en propia persona. Y vi españoles en situaciones de exclusión (los que no salen por la tele) y para ellos nunca llegó vuestra dizque solidaridad. Si no la tenéis para vuestros compatriotas (porque lo son, por más que como vuestros amigos del PNV o etc. os creáis una raza superior/aparte), ¿la vais a tener para gente de países que no sabéis ni situar en el mapa?

Mirad al venezolano que le he ha plantado cara al tal Willy. Es una señal.

Lo dicho: Se acaba vuestro reinado absoluto. Por unos y por otros.

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