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El compañero Abel Prieto se ha puesto lírico, cual gato volador, y ha usado a Lennon para su penúltima pirueta.

Más allá de la consabida injusticia que significó prohibir a The Beatles, Lecuona, Celia Cruz, José Feliciano o Rolando Laserie; y de silenciar a Orígenes, El Puente, Lino Novás Calvo, Lezama, Virgilio, Cabrera Infante, Calvert Casey, Arenas, César López, Antón Arrufat, Miguel Barnet, Meme Solís o Pablo Armando Fernández: el comentarista pretende atribuir a Lennon la condición de comunista peligroso, fichado por el FBI, que hizo un expediente de casi 300 páginas y espiaba sus conversaciones telefónicas con Yoko.

A ver, Prieto. ¿Por qué no cuentas las páginas de los expedientes de la Seguridad cubana de los mencionados en el párrafo anterior? ¿Por qué no denuncias las vejaciones a que el MININT sometió a Miguel Barnet, ese manso cimarrón, cuando pidió ser rehabilitado?

Déjate de estar bailando en casa del trompo, que en materia de censura el castrismo sentó cátedra desde los primeros momentos, reaccionando brutalmente contra piezas inofensivas como Habana, PM ¿Te acuerdas?

Y ya sé que ustedes y los exégetas que os jalean pretenden pasar de puntillas sobre tanto dolor causado y no reparado, con el eslogan del Quinquenio Gris y la activa arqueología fúnebre que desataste por orden de Fidel Castro, cuando se cayó el Muro de Berlín.

Y no creas que te escabulles, aduciendo que todo esto es pasado; lamentablemente, es presente, como lo demuestran los casos de Tania Bruguera, Luis Manuel Otero Alcantara o los periodistas independientes y otros creadores reprimidos por el 349.

Uno debe consagrase, Abel, a lo que vale, así que dedícate a seguir domesticando a la carne flácida; esa aguerrida tropita de intelectuales que cobra una magüita en CUC, tiene Internet y coge viajecitos, a cambio de perdón sin olvido y de soslayar las malas nuevas; mientras piden al camarero, con voz solemne, otra cerveza fría.

Ya sabemos que Lennon era incomprable porque era millonario, gracias a su talento; tu no.

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