Zoé Valdés para LD
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Aquel niño balsero cuya madre, Elizabeth Brotons, murió por salvarlo del comunismo ya es un hombre. Elián González tiene veintiún años y no sólo regresa como noticia, además en esa noticia expresa su deseo de viajar a Estados Unidos como turista para expresarle todo su amor al pueblo norteamericano, que a su vez tanto «amor» le dio a él en el pasado, según sus propias palabras.
A Elián González se le olvidó, al parecer, el amor de su familia en el exilio, a la que no menciona, y el amor que le dio el exilio cubano, al que mucho menos recuerda. ¿Debemos disculpar a Elián por semejantes olvidos? Ya no, mientras fue niño tal vez, pero Elián ha tenido suficiente tiempo y madurez para enterarse de quiénes fueron sus verdaderos captores y quiénes lo convirtieron en un militar a las órdenes de su «papá Fidel». Cuando Elián menciona a su madre lo hace de manera fría, como respondiendo robóticamente a una pregunta que le incomoda. Como si el amor de su madre por salvarlo del castrismo, en lo que le fue la vida, fuera todavía la interrogante inexplicable –y lo será por mucho tiempo para él–. Raro concepto del amor en Elián, que pretende demostrar amor a un pueblo, el norteamericano, antes que a su propia madre, a su familia y al pueblo cubano del exilio.
De modo que ese «grandioso amor» que desea declarar y subrayar Elián González a los estadounidenses suena más a orden bajada de arriba, del Consejo de Estado. Y probablemente en las negociaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos Elián se convierta en una pieza clave. No creo que lo vayan a nombrar embajador, sería demasiado fuerte, pero es muy probable que el joven sea enviado a estudiar a Estados Unidos, con alguna misión en concreto. ¿Cuál sería esa misión? Habría que ser astrólogo para adivinarlo, pero todo el mundo sabe que las ocurrencias de los Castro llevan siempre el sello del demonio.
El caso es que Elián González desea regresar a Estados Unidos. Ese deseo no hubiera podido ser manifestado tan abiertamente, en su caso, si no se tratara de una encomienda por parte del castrismo. Nada de lo que venga de ese muchacho tiene ya que ver con aquella espontaneidad que provenía del niño que fue en el seno de una familia pobre de la Pequeña Habana en Miami. Por eso cuando veo la foto de Elián con su novia, otra joven de su edad, me pregunto qué se dirán en la soledad de su amor, si por fin podrán ser sinceros el uno con el otro, y abrirse a la verdad, o si el cinismo les ha carcomido, además del cerebro, también el corazón.
A Elián González se le olvidó, al parecer, el amor de su familia en el exilio, a la que no menciona, y el amor que le dio el exilio cubano, al que mucho menos recuerda. ¿Debemos disculpar a Elián por semejantes olvidos? Ya no, mientras fue niño tal vez, pero Elián ha tenido suficiente tiempo y madurez para enterarse de quiénes fueron sus verdaderos captores y quiénes lo convirtieron en un militar a las órdenes de su «papá Fidel». Cuando Elián menciona a su madre lo hace de manera fría, como respondiendo robóticamente a una pregunta que le incomoda. Como si el amor de su madre por salvarlo del castrismo, en lo que le fue la vida, fuera todavía la interrogante inexplicable –y lo será por mucho tiempo para él–. Raro concepto del amor en Elián, que pretende demostrar amor a un pueblo, el norteamericano, antes que a su propia madre, a su familia y al pueblo cubano del exilio.
De modo que ese «grandioso amor» que desea declarar y subrayar Elián González a los estadounidenses suena más a orden bajada de arriba, del Consejo de Estado. Y probablemente en las negociaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos Elián se convierta en una pieza clave. No creo que lo vayan a nombrar embajador, sería demasiado fuerte, pero es muy probable que el joven sea enviado a estudiar a Estados Unidos, con alguna misión en concreto. ¿Cuál sería esa misión? Habría que ser astrólogo para adivinarlo, pero todo el mundo sabe que las ocurrencias de los Castro llevan siempre el sello del demonio.
El caso es que Elián González desea regresar a Estados Unidos. Ese deseo no hubiera podido ser manifestado tan abiertamente, en su caso, si no se tratara de una encomienda por parte del castrismo. Nada de lo que venga de ese muchacho tiene ya que ver con aquella espontaneidad que provenía del niño que fue en el seno de una familia pobre de la Pequeña Habana en Miami. Por eso cuando veo la foto de Elián con su novia, otra joven de su edad, me pregunto qué se dirán en la soledad de su amor, si por fin podrán ser sinceros el uno con el otro, y abrirse a la verdad, o si el cinismo les ha carcomido, además del cerebro, también el corazón.