«… En parte el olvido puede explicarse por la ausencia de imágenes Del padre Jarauta sólo nos queda un grabado popular que Antonio García Cubas incluyó en El libro de mis recuerdos Lo muestra a caballo, vestido de sacerdote y con una bandera mexicana, frente al convento de Santo Domingo
Los tiradores del Diablo
La literatura, en cambio, ha sido pródiga con él Mayne Reid, célebre novelista de aventuras y participante en la invasión, le consagró para infamarlo, su novela Los tiradores de México (también traducida como Los tiradores de Rifle), Manuel Payno habla de Jarauta en las adiciones a la versión final de El fistol del diablo, novela cuyos cambios ha estudiado Ricardo Pérez Montfort En los romances de Guillermo Prieto, rescatados por Boris Rosen Jélomer, y en las Memorias de mis tiempos se exalta al padre Jarauta Prieto lo describe así:
Era “bajo de cuerpo y robusto, estaba constantemente rasurado, dejando adivinar una barba recia y oscura Su nariz era aguileña y sus ojos foscos y encapotados, usaba una zamarra lanuda de piel de borrego, y cuando hablaba metía los dedos en las bocamangas del chaleco, quedando como en jarras a lo majo o endino”
Ya en el siglo muriente se han ocupado del padre Jarauta, Leopoldo Zamora Plowes (Quinceuñas y Casanova aventureros), Patricia Cox (El Batallón de San Patricio) y Enrique Serna (El seductor de la patria) Sin embargo, dice Molina Álvarez, “la historiografía patria, incluida la liberal, se ha empeñado hasta hoy en ignorarlo, minimizarlo o trivializarlo”, porque representa la “corriente popular revolucionaria que abogó por y desarrolló la lucha a…»
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