Muchos fueron los progresistas tanto de Europa como de América que se desengañaron del marxismo al vivirlo. Conocemos casos tan ilustres como anónimos. Esta vez es el caso de un argentino que puede recorrer por sí mismo La Habana mientras graba lo que ve. El romanticismo exhalado en los países más o menos rico se desvanece a ritmo de miseria, hambre, vigilancia policial, piojos y prostitución infantil, entre otros; las realidades de una férrea tiranía que tiene encarcelados a sus habitantes y exiliados a millones de hijos suyos que añoran la tierra que los vio nacer, mas sabiendo que ya no pueden volver.
Este es el modelo que ponderan los supuestos campeones de la solidaridad y la superioridad moral. Pasen y vean: