-Escrito del historiador quiteño Francisco Núñez del Arco – https://www.facebook.com/elotroecuador/
De la obra 《LOS MINISTROS DE LA AUDIENCIA DE QUITO (1650-1750)》, de la historiadora israelita Tamar Herzog, se pueden obtener notables conclusiones. Tomé cuentas y del período de un siglo que estudia, la mayoría de ministros eran criollos, de un total de 87; 38 eran criollos a ciencia cierta; 31 peninsulares (incluyendo un sardo-napolitano); y 18 de origen desconocido, aunque algunos de estos con probabilidades enormes de ser criollos; además dos de los peninsulares fueron criados desde niños en Sudamérica, o sea, criollos para efectos prácticos.
Varios criollos no quiteños fueron declarados presidentes de Quito, algunos ocuparon el cargo y otros lo rechazaron, antes del supuesto único presidente criollo de la Audiencia de Quito, Sánchez de Orellana, cuya familia, criolla, acumuló un poder político y económico único en la provincia de Quito por dos siglos, y que sin embargo no tuvieron empacho de ser independentistas alegando la 《discriminación》 de los criollos del poder político en América (para reír).
Mediante el juego de poder con la ciudad, con sus vecinos, como señala Herzog allí, puedo decir que la Audiencia era una institución de poder local más. Para hacer valer sus decisiones era más importante y valioso las relaciones con el vecindario quiteño que la fuerza, fuerza que además no tenían. Otro rasgo notable a señalar es el surgimiento de familias criollas de los funcionarios peninsulares, quienes se casaban con mujeres locales y se quedaban para siempre -a diferencia de lo que hacen funcionarios coloniales (estos sí que coloniales) de paso como en el caso británico- (antepasados de muchos quiteños, ecuatorianosy americanos actualmente); nuevas familias criollas con poder local y participación en la élite imperial, ocupando posiciones y poder político, por tanto, en muchos lugares de la Monarquía Hispánica fuera de Quito.
El mito histórico de la exclusión de los criollos del poder político no sólo que es insostenible al mínimo estudio y análisis serios, sino que raya en la más asquerosa deficiencia mental de sus propagadores y sostenedores. Y Quito tan sólo es un ejemplo de los múltiples dentro del Imperio.