Venezuela reduce envíos de petróleo y Cuba se apaga
Venezuela ha reducido en un 40% el envío de petróleo a Cuba. Lo cual quiere decir que si el régimen parasitario venía recibiendo unos 100,000 barriles diarios de petróleo venezolano, a precios preferenciales, a partir de ahora recibiría aproximadamente 60,000 barriles al día, que es bastante para ser casi regalado pero no lo suficiente para mantener funcionando mínimamente la isla del marabú.
Por otro lado, se contempla la eventualidad —más aún, la clara certeza— de que el suministro del crudo venezolano siga disminuyendo y caiga en picada, a la larga reduciéndose a cero, especialmente de cara a un posible escenario post-Maduro.
Los efectos ya se hacen sentir en La Habana y otras ciudades y pueblos de San Antonio a Maisí. Volvieron los largos apagones programados y, concomitantemente, se dispara el descontento popular, ya pasada la euforia efímera de la visita de Obama. Se espera un verano muy caliente, sin luz eléctrica, sin poder encender un ventilador y refrigerar los pocos alimentos de que se dispone, entre otros inconvenientes que hacen la vida más amarga de lo que ya es de por sí bajo ese sistema de oprobio.
La gente teme, no sin razón, que se repita lo más espantoso de la depresión económica que tuvo lugar en los años noventa, conocida bajo el eufemismo castrista de ‘periodo especial’ y cuyos efectos aún perduran. Pero es el régimen, evidentemente, el más temeroso.
Voces oficialistas han alertado en tono apocalíptico sobre la posibilidad inminente de otro maleconazo como el de agosto del 94. Le tienen mucho miedo, indudablemente, a que se produzca un estallido social de proporciones tales que resulte imparable.
A pesar de los intentos de Raúl Castro por aplacar los ánimos al asegurar este viernes, en la clausura del pleno semestral de la Asamblea Nacional, que no se vislumbra riesgo de colapso económico o retorno al Periodo Especial, no cabe duda de que el régimen, preparado desde hace tiempo para un hipotético levantamiento popular, ahora redobla las prevenciones.
¿Se levantará el pueblo de Cuba? Hace un tiempo formulaba esa misma pregunta, y los foristas me respondieron, en tono festivo, que seguramente algunos se levantarían más temprano, de madrugada incluso, para irse a forrajear con la fresca.
Yo, por mi parte, creo que mientras exista la Ley de Ajuste Cubano y, con ella, la alternativa de largarse del país y ser acogido en Estados Unidos, no se producirá ningún estallido social de envergadura. Más aún, ni siquiera una rebambaramba capaz de transformarse en maleconazo y mucho menos en habanazo. Y ojalá la historia me desmienta.
La gente teme, no sin razón, que se repita lo más espantoso de la depresión económica que tuvo lugar en los años noventa, conocida bajo el eufemismo castrista de ‘periodo especial’ y cuyos efectos aún perduran. Pero es el régimen, evidentemente, el más temeroso.
Voces oficialistas han alertado en tono apocalíptico sobre la posibilidad inminente de otro maleconazo como el de agosto del 94. Le tienen mucho miedo, indudablemente, a que se produzca un estallido social de proporciones tales que resulte imparable.
A pesar de los intentos de Raúl Castro por aplacar los ánimos al asegurar este viernes, en la clausura del pleno semestral de la Asamblea Nacional, que no se vislumbra riesgo de colapso económico o retorno al Periodo Especial, no cabe duda de que el régimen, preparado desde hace tiempo para un hipotético levantamiento popular, ahora redobla las prevenciones.
¿Se levantará el pueblo de Cuba? Hace un tiempo formulaba esa misma pregunta, y los foristas me respondieron, en tono festivo, que seguramente algunos se levantarían más temprano, de madrugada incluso, para irse a forrajear con la fresca.
Yo, por mi parte, creo que mientras exista la Ley de Ajuste Cubano y, con ella, la alternativa de largarse del país y ser acogido en Estados Unidos, no se producirá ningún estallido social de envergadura. Más aún, ni siquiera una rebambaramba capaz de transformarse en maleconazo y mucho menos en habanazo. Y ojalá la historia me desmienta.