Lo que quedó manifiesto, tanto por la actuación de las Cortes de Cádiz como por la oligarquía criolla fue su voluntad de caer en los brazos del colonialismo británico, y además sin contraprestaciones
Para ello, el virrey Cisneros se apresuró a firmar el edicto de libre comercio firmado en beneficio de la Gran Bretaña, que según señala José Mª Rosa, se concretaba en “12 barcos de frutos del país por la carga de un barco inglés de bagatelas importadas. Libre Exportación del oro, de la plata y de todo el metálico rioplatense para pagar en dinero en afectivo las chucherías manufacturadas.”
Pero eso sólo sería el principio del gran expolio. Eric Hobsbawm señala que “en 1814 Inglaterra exportaba cuatro yardas de tela de algodón por cada tres consumidas en ella; en 1850, trece por cada ocho.” Pagando precios desorbitados por bagatelas. Julio C. González, señala que “en pocos meses el país se quedó sin dinero y para restituir el dinero que se iba, comenzaron a concertarse empréstitos que serían pagados con nuevos empréstitos. Todo ello sin variantes. Desde el primer empréstito contratado por Rivadavia hasta el último empréstito celebrado en enero de este año por el Ministro Whebe ” , ministro que fue de economía durante el gobierno de Arturo Frondizi, que sería derrocado por el golpe militar de marzo de 1962.
Eso era en las Provincias Unidas. Mientras, “en la Gran Colombia de 1822 a 1824 se obtuvieron recursos por más de 24 millones de pesos.” …/… que se utilizaron para pagar intereses de esos préstamos; armas compradas a los mismos acreedores, mordidas, gratificaciones a altos cargos civiles y militares… y promesas, que es lo que quedaba, para el desarrollo, lo que conllevaría vender las minas y todos los arbitrios del gobierno e hipotecar los recursos para el futuro, “hasta el punto que hacia 1839, en el momento de su repartición entre Nueva Granada, Venezuela y Ecuador, la suma adeudada llegaba ya a 103 millones de pesos; el 43% correspondía a intereses acumulados” , señala Luis Corsi Otalora.
Las derrotas sufridas por los ingleses en el Río de la Plata los años 1806 y 1807 significaron una lección que Inglaterra aprendió correctamente. Ya no intentaría la conquista militar, sino la dependencia económica, política y cultural. Y en ese sentido fueron criticados por el “prócer” Miranda aquellos intentos de 1806 y 1807. El propio Beresford señalaría en su informe que “A menos que vayamos a darles la independencia, será mejor no acercarnos”. Pero antes de la opción definitiva, el duque de Wellington aún realizaría una tercera intentona militar, en 1808, que acabó siendo derivada a la península para combatir a los franceses, si bien “Wellesley, que también había aprendido la lección del Río de la Plata insistía: ‘El único modo de arrancarle las colonias a la corona de España es por una revolución y con el establecimiento de un gobierno independiente dentro de ellas’” , apunta Rodolfo Terragno.
De hecho no se produjeron más intentos militares. “En adelante, en Hispanoamérica, la Gran Bretaña substituirá fuerzas de ocupación por empréstitos, de tal manera que alguien llegue a expresar que en vez de estar liberándonos estábamos hipotecándonos.”
Consumada la separación, en vez de la anhelada Independencia se había instalado una espantosa e irreversible dependencia económica hacia la Gran Bretaña. “Inglaterra se reservó el control de la política interior, reemplazando por adjetivos calificativos, los sustantivos y los verbos que conforman el lenguaje con que deben tratarse los grandes temas de un país…/… La eficiencia del sistema colonial inglés en el Río de la Plata, fue y es, el opus magnum de Canning, el estadista impecable. Inglaterra sería el taller del mundo y la América del Sur su granja.”