«Tanto dolor me da escribir de Venezuela como de Cuba. En más de una ocasión me he dicho: «Renuncio, no más. No puedo». Y sin embargo sigo. Sigo porque es un deber. Sigo sostenida por la ira.
Recién, la Policía venezolana –entrenada por la cubana– bajo el mando de Nicolás Maduro arrancó los ojos mediante disparos de perdigones a bocajarro al joven Rufo Antonio Chacón, de dieciséis años. Ocurrió mientras el muchacho protestaba junto a su madre por la falta de gas en su comunidad, en el municipio de Cárdenas, estado de Táchira…»
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