Somos dados (y con razón) a quejarnos de la leyenda negra hispanófoba. Con todo, también somos muy dados a quejarnos de indigenistas o anglosajones, utilizando el victimismo al que le deberíamos lógica antipatía. Y muchas veces, no nos damos cuenta de las consecuencias de las leyendas negras y sus adláteres por más que digamos combatirlas. Y en esos adláteres, se nos presenta la idea de los romanos como malvados y maquiavélicos mafiosos frente a unos bárbaros honestos y “buena gente”. Y de entre esos bárbaros, los vikingos están ocupando un lugar mediático preminente, incluso en el mundo anglosajón. En teoría, el mundo anglosajón no debería celebrarlo tanto… ¿No se supone que, según la «lógica indigenista» (valga el oxímoron), los escandinavos los arrasaron y conquistaron? Sin embargo, los mismos productores británicos o estadounidenses presentan a los sajones como apocados, tontos, falsos y amorales cristianos frente a unos vikingos todopoderosos, formales y coherentes que les daban para el pelo siempre querían.
Si nos vamos al plano femenino, ahí vemos que poco feminismo hay, puesto que las sajonas/cristianas suelen ser representadas como feúchas insípidas mientras que las vikingas son empoderadas, buenorras e insaciables.
¿Síndrome de Estocolmo (acaso nunca mejor dicho)?
¿Ahí no vale el indigenismo de “Inglaterra no fue descubierta por los vikingos, sino masacrada y saqueada” o algo así?
No obstante, lo jugoso del asunto es que también se nos presenta a los vikingos como ladrones y violadores por doquier. Y lejos de caer esta imagen como antipática, crea club de fans a todo pasto, especialmente en Hispanoamérica, donde muchos que ponen como mil trapos a Cortés o a Pizarro exponen en el Ragnar de Netflix una suerte de adoración fetichista.
Oye, pero que no se hacen siquiera series o películas sobre las guardias varegas de Bizancio; no, que todo es Odín, Freya y bosques.
Y sin ánimo de ser conspiranoicos, estos arquetipos y fetichismos mediáticos no pertenecen a la casualidad. Más bien tienen que ver con la causalidad.
Como me indica el tuitero Concebollismo (1), “esto ya lo comenté hace tiempo con @Realgeopolitica. Hay una producción audiovisual en Europa Central y en Escandinavia destinada a perpetuar el mito del buen salvaje ecodemocrático frente a un Mediterráneo imperialista y contaminante.” Así fue la respuesta a mi twitt (o como se escriba eso): “Pululan series cuyo mensaje es que los vikingos son buenos y los romanos son malos. De hecho, ya es moda. Y nada es casualidad.” Y creo que da en el clavo.
A mí, por ejemplo, me parece buena la serie “Roma”, que ahora anda por HBO. No digo perfecta, digo buena. Sin embargo, valga el “spoiler”, se ve el tic corriendo, cuando entre los augures de Julio César, se “fuerzan las señales”. Esto nunca lo veremos entre los druidas celtas (la mayoría, invenciones modernas “hippies”, pues los dichos druidas no eran muy aficionados a la escritura) o entre los no sé qué germanos y no digamos ya entre los vikingos.
Y eso: Romanos maquiavélicos, mentirosos, asesinos, con un paganismo muy complicado e incongruente… Y los bárbaros muy noblotes. Y ya los vikingos pues el sumun.
Como dice el amigo argentino Gabriel Martínez, primero fueron a por la madre y después a por la abuela.
Y el concepto “PIGS” que se nos ha asignado a los europeos meridionales, también va para los irlandeses, a quienes meten como hermanos del “saco grecolatino”.
Bueno, al menos ellos lo tienen claro. Como el Foro de Sao Paulo tiene claro que el mundo iberoamericano es una realidad cultural y así han actuado, para hacerla política. Parece que todo el mundo se entera de qué va la película, menos los que llevamos la romanidad y la hispanidad en las venas.
Algunos se consolarán culpando de todo a los judíos o, como decíamos, con el continuo lamento de indigenistas o anglosajones; pero lo cierto es que más que quejarnos, deberíamos construir; porque herramientas tenemos (no muchas tenemos) y tiempo no es lo que sobra.
Que basta ya de vikingos buenos y romanos malos, pero que basta ya de hacer el tonto por nuestra parte también.
P.D.: Y que no soy un xenófobo antivikingo, anticelta (de hecho, seguramente tengo sangre celta, o al menos eso dice un haplogrupo) o antigermano; espero que se me entienda, aunque quizá es mucho esperar…
NOTA
(1)Concebollismo: