«Nuestro compromiso con Venezuela es eterno e incondicional», aclara Miguel Díaz-Canel, presidente cubano y principal aliado de Nicolás Maduro. Una declaración de amor revolucionario para que nadie se llame al engaño en medio de las negociaciones entre el chavismo y la oposición, en Barbados y bajo presión internacional, las cuales apoya La Habana con la boca pequeña y con un solo objetivo: mantener el poder en ambos países.
El cordón umbilical entre las dos revoluciones, la ‘Cubazuela’ que ya puso en marcha Hugo Chávez hace dos décadas, es tan largo como el cable submarino de fibra óptica que les une con sus 1.602 kilómetros de longitud…»
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