Carlos Calderón y Vasco fue un aristócrata granadino que llegó a ser general en la III Guerra Carlista. Gracias a la hemeroteca sabemos que Ramón del Valle-Inclán se inspiró en esta figura para componer uno de los personajes que más lustre daría a su literatura: El marqués de Bradomín. No obstante, así definió al «alter ego» del personaje valleinclaniano nada más y nada menos que el mismísimo Carlos VII: «Tendrá ahora veinticinco años, y cuando se siente un poco, creo que valdrá. Tiene corazón y bastante buen criterio; es valiente y decidido. Algo corredor y muy alborotado. Ha hecho sacrificios pecuniarios por la Causa y está dispuesto a hacer más. Tiene un buen fondo, pero ha sido mal educado. No le han inculcado principio alguno, pero defiende los nuestros con entusiasmo, aunque no practica la Religión. A mí me quiere de veras. Nunca adula; si peca, será por el lado contrario. Tiene la noble ambición de la Ordenanza; es muy pundoroso y desea llegar a ser algo, pero mereciéndolo. Le gusta discutir, y en la discusión da a conocer que no carece de talento, pero un talento natural al cual falta el pulimiento. A veces, pasa horas enteras con Aparisi, y dice que piensa idénticamente como él, lo que no deja de sorprender a los que le conocen y saben lo calavera que es, pero buen calavera. Tiene buenos modales en sociedad, y era uno de los elegantes de París. Espero, dentro de unos años, escribir otra vez sobre Calderón y decir de él cosas grandes, pues le creo capaz de ellas.»
Como se ve, cualquier parecido con el protagonista de las Sonatas y etc. no es mera coincidencia