Valeriano Weyler, ¿héroe o villano?

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«…En 1896 en plena guerra de Cuba se apresuró a salir a escena la corrompida y corrupta prensa de New York liderada por los degenerados dirigentes William Hearst y Josep Pulitzer con motivo de los logros militares del general Español Valeriano Weyler algo que para los gringos perjudicaba sus corruptos planes para apoderarse de Cuba , Puerto Rico y Filipinas. La corrompida prensa comenzó a publicar todo tipo de injurias, calumnias y falsos testimonios contra el general Weyler, donde la famosa frase de uno de los corresponsales de Pulitzer tuvo eco, pues este había sido enviado a ver las atrocidades contra los cubanos y no vio nada, fue cuando el famoso periodista le dijo “tu tráeme las fotos, que yo pondré una guerra”…

-Más información en el enlace: http://www.diarioalcazar.com/2018/10/valeriano-weyler-heroe-o-villano.html?fbclid=IwAR1ffv6eMMAEkFx5hFkYXSs_2SRQ-dLCQVH07osd5hqbDlbUipV7v-4dQnc

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  1. El General Weyler fue, exactamente, víctima de la desmedida ambición de los EEUU, que tejieron una red de calumnias y difamaciones nunca antes vista (y difícil de ver después, aunque algunos ejemplos hay, casi siempre de mano de los yankees). En efecto, ni una sola fotografía real se ha publicado de aquellos «campos de concentración» que algunos se inventan. Fue una concentración de determinadas poblaciones rurales en ciudades bien custodiadas, para proteger a sus habitantes de los asesinos insurrectos (sí, los independentistas cubanos, que mataban a los campesinos que no les eran afectos y les incendiaban sus plantaciones), y España y su Ejército nunca intentaron matar ni perjudicar a nadie. Es cierto que se pasó hambre, pero habrá que ver quién fue realmente «culpable» de todo ello. Desde luego, no lo fue Weyler, quien siempre obró conforme a su deber, a las leyes y códigos de guerra y en cumplimiento de la misión que le encomendó el Gobierno de España. Los norteamericanos sabían que no ganarían la guerra con Weyler en Cuba, y se encargaron de intentar eliminarlo. Fracasados los intentos, apoyaron a la Junta Revolucionaria cubana para asesinar al Presidente Cánovas, que había resuelto no claudicar ante el chantaje americano (primero pacificar la Isla, y luego negociar). Muerto Cánovas, la demagogia y debilidad se adueñaron del poder político. Y España perdió vergonzosamente sus posesiones en Cuba, Puerto Rico Filipinas y las Marianas. A los norteamericanos les tocó la Lotería, premio del que siguen disfrutando hoy en día. No necesitaban comportarse de semejante manera vergonzosa con Weyler, el Ejército y España, pues eran una potencia emergente que se enfrentaba a otra decadente. Solo tenían que haber disparado sus potentes cañones. Pero dispararon injurias en los periódicos, para «justificar» su «generosa» acción. Por eso no dejaron desfilar con ellos ni a los independentistas cubanos ni a los filipinos. Y en el lejano archipiélago asiático emplearon las mismas medidas contrainsurgentes empleadas por España en Cuba, pero allí desplegadas cruelmente (anticipo de Vietnam). Muy buenas personas aquellos americanos. Tengamos la fiesta en paz y coloquemos a las personas donde les corresponde. Y Weyler, como dicen en sus magníficos artículos, fue un gran hombre, un excelente militar y un político de los que hubiera hecho falta en la España posterior a su fallecimiento (1930). Un verdadero ejemplo para generaciones posteriores. Su biografía lo atestigua sin ningún género de dudas.

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