Una pregunta tengo

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Un día, hace años, yo también me sentí como Manuel, hastiado con el indigenismo, el africanismo y los becerriles nacionalismos locales con los que nuestros políticos nos manipulan

 
Con mi próxima visita a España varías personas me han escrito de lugares tan distantes como Texas, Chile y en este caso desde Argentina. A modo de ejemplo, por el fácil lenguaje y excepcional mensaje la comparto con mis distinguidos lectores.
Un día, hace años, yo también me sentí como Manuel, hastiado con el indigenismo, el africanismo y los becerriles nacionalismos locales con que nuestros políticos con gríngolas nos manipulan.

Hoy llevamos un mensaje de que somos una misma nación, con un mismo idioma español y con unos mismos apellidos españoles. Que en la unión está la fuerza, que es contrario a la naturaleza humana gregaria el que estemos separados por caprichos políticos de unos pocos políticos que se lucran con esta división.

Sin más preámbulos, la carta sin editar de Manuel Acevedo.

Una pregunta tengo

 
Manuel Acevedo
¿Cómo es posible que habiendo sido el imperio más poderoso del planeta, hoy día, ni un resabio quede que de algún modo dirija las acciones y esfuerzos – al menos espirituales – de los que aún guardamos en el corazón el ideal de la patria hispana?

¿Cómo es posible que no se promuevan desde ciertos círculos actividades de inserción social pro hispánicas?

¿Cómo es posible? Considerando nuestra inconmensurable raigambre histórica y riqueza cultural, que no se orquesten – como tantos otros propósitos e intereses lo hacen – un aluvión de ONG y organizaciones sin fines de lucro que apunten juntas hacia un mismo fin: el predominio de la hispanidad.

Sobrados ejemplos nos han dado de cómo funcionan los mecanismos de este mundo. ¿Que estamos esperando para poner nuestra propia maquinaria en movimiento?

En América, ya no se festeja nuestro Día de la Raza. Y se ha estigmatizado por completo todo lo que tenga que ver con nosotros magnificando toda leyenda negra posible. Es evidente cómo esto responde a un interés único y bien dirigido. Es evidente que detrás de esto hay un temor y una obligación que quienes deben de hacer desaparecer todo ímpetu que pueda quedar de hispanidad. Pero, lo positivo de este asunto, es que ya muchos nos hayamos empezado a preguntar si esto es lo que queremos.

¿Queremos seguir dejando flotar a la deriva una América expatriada y balcanizada?

¿Queremos ver como un puñado de traidores aboga por la escisión de España en la propia tierra madre?
No me extenderé más, mi pregunta final es: ¿qué vamos a hacer por nuestro Dios y nuestra Patria?
Por favor señor, Ivan Arrache de Puerto Rico; hágale llegar mi pregunta a esos funcionarios con que se entreviste en España, pues han de saber que es imperioso que un movimiento iberoamericano se sindique verticalmente bajo la insignia del viejo imperio.
Dios mediante.
Manuel Acevedo, Argentino.

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