¿Una maraña castrista más?

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Por: José Gabriel Barrenechea.
En Los Principios de la Filosofía Descartes nos dice que ha advertido que los filósofos, al tratar de explicar cosas que son en sí manifiestas, no han hecho más que oscurecerlas. Se refiere, claro, a aquellos filósofos escolásticos que antes de sumergirse en el estudio de la realidad, al intentar definir cosas tan inasibles y por tanto inefables como la vida, o actos como el sentir o el pensar, se enredan de manera inevitable en tal maraña de razones y devaneos lógicos que no los conducen a nada práctico.
Sostiene Descartes que hay verdades tan evidentes para todos, como la de que si se piensa es porque se existe, que no se necesita para admitirlas de sentarse a reflexionar antes sobre qué es pensar o existir. Que basta el tener una mente despierta y que antes haya admitido ponerlo todo en duda para que puedan ser claramente comprendidas.
Pero si bien el iniciador de la filosofía moderna tiene aquí razón, debemos señalar, sobre todo al dirigirnos a una audiencia cubana, que esto es solo absolutamente verdadero en asuntos tan impenetrables como los metafísicos. Por el contrario, en el caso de los políticos, muy concretos y hasta prosaicos, es vital siempre partir de definir el tema de lo que se discute, y por sobre todo qué se entiende por los principales conceptos enredados en la discusión. Tengo la certeza de que si tal hiciéramos, los cubanos muy pronto terminaríamos por darnos cuenta de que lo que solemos hacer en nuestras discusiones de esquina no es más que gritarnos los unos a los otros… en la defensa de exactamente lo mismo que sostiene nuestro contrincante.
Lo de definir, imprescindible en nuestras habituales discusiones entre ecobios, aseres y moninas, lo es más en nuestra política. Sobre todo en la política que hagamos de ahora en adelante, y más que nada en la relacionada con la prometida próxima Reforma Constitucional.
Si recordamos en la actual Constitución, en su artículo 3, se establece que “El socialismo… es irrevocable…” Algo que puede ser plenamente aceptable para quien esto escribe, solo sí en la futura Reforma se deja muy claro qué es el tal socialismo ese que es irrevocable, y a él le conviene lo definido.
Parto de admitir, por cierto, que los proponentes de la Reforma no han hecho la interpretación literal de lo que señala el tercer párrafo de ese artículo 3, ya que de haber interpretado al pie de la letra lo que allí se dice les habría quedado claro que la Constitución en su conjunto es irreformable, o que los cambios que pueden hacérsele resultan tan insignificantes, que quizás solo quepan los de redacción. Cambios que en todo caso no alteren “…el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución, probado por años de heroica resistencia frente a las agresiones de todo tipo y la guerra económica de los gobiernos de la potencia imperialista más poderosa que ha existido y habiendo demostrado su capacidad de transformar el país y crear una sociedad nueva y justa…”
O sea, que en la Constitución actual si existe ya una interpretación de qué es el socialismo, y es muy simple: Es lo que hay, que ha más que “probado” y “demostrado” “su capacidad de transformar al país y crear una sociedad justa y nueva”.
El socialismo cubano es lo que hay, y san se acabó.
Resulta evidente que de ser esa la interpretación que hacen quienes ahora nos proponen una Reforma Constitucional, ya de entrada nos descubren que lo que piensan proponernos en ella no pasa de meros acomodos sin trascendencia.
Por lo tanto un primer medidor claro de si con la Reforma no se nos está cogiendo pa’ sus cosas, como hasta ahora han solido hacer los castristas en estos temas electorales, es si en la propuesta de Reforma aparece o no una explícita definición de qué es ese socialismo que los cubanos aceptamos como irrevocable. Si no aparece es simple y llanamente que se admite la interpretación implícita que nos dejó la Reforma de Fidel, o sea, que socialismo es lo que hay, y por lo tanto ya sin necesidad de cansarse la vista en continuar en la lectura del texto de la propuesta de Reforma podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que no hay en ella cambios de alguna trascendencia. Solo palabrería vana y quizás hasta mucho enredo jurídico, como en la Reforma de 1992, en que en apariencias se democratizó un poquito el estado cubano, y en la realidad se concentró más el poder en las manos del Presidente del Consejo de Estado; ese Monarca nuestro.
Lo primero, por tanto, cuando se publique el texto de la propuesta de Reforma es buscar la definición de Socialismo en ella, y si no aparece pues no hay porque seguir la lectura. Y a menos que usted sea de los que cree que lo que hay está muy bien, que Cuba es hoy por hoy una sociedad “tan nueva y justa” que no amerita mejoras, no le queda otra opción que votar NO en el Referendo en que se nos someterá la tal Reforma.
Por lo menos si es usted una persona, no un esclavo, que hace siempre lo que sus mercedes los Amitos buenos esperan haga.

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