Por Zoé Valdés.
¿Desde cuándo prohibieron en el diccionario la palabra ‘tullido’? ¿Desde cuándo han prohibido decirle a una persona ‘tullida’ cuando lo es? Las obras de la gran literatura universal están llenas de la palabra ‘tullido’. La novela ‘Bomarzo’ de mi amado Manuel Mujica Lainez trata a Cervantes de tullido, que lo era, porque era manco. ¿Tampoco se puede decir manco, ni ‘El manco de Lepanto’, como también se le conoce a Cervantes?
Mi abuela, cuando me llevaba de la mano por la calle Monte donde muy cerca vivía un tullido, a veces me indicaba: «Deja pasar al tullido», con el tono más tierno de su voz. Y el señor nos agradecía con una agradecida sonrisa.
Resulta que un comentarista de The Huffington Post me trata de lo peor porque he llamado tullido al «inmigrante argentino» Pablo Echenique. Pablo Echenique no sólo es una persona tullida, es un tullido de mente, de los de toda la vida, y de alma, que es peor, mucho peor, porque ahí sí que no hay silla de ruedas que valga. Que yo sepa, porque mis ojos lo ven, el ‘inmigrante argentino’ Pablo Echenique no es un bailarín del Bolshoi, no. Es con todas sus letras, un tullido, y además en varios sentidos e interpretaciones.
Lo primero que destrozaron en Cuba fue el lenguaje, igual hicieron bajo la Alemania nazi. No se podía llamar amablemente a nadie señor o señora, sino compañero o compañera, o camarada. Se suprimieron una gran cantidad de palabras de consideración y respeto hacia el prójimo.
En España no sólo están prohibiendo palabras, además están prohibiendo y censurando el idioma español, como sucede ya en algunas escuelas de Cataluña.
Que me disculpe Dita Sullivan por escribir hoy en esta red social cuando prometí no hacerlo. Pero no puedo dejar pasar por alto esta afrenta.