Juan Reinaldo Sánchez, quien fuera uno de los principales escoltas del dictador de Cuba, dejó su cometido cuando escuchó una comprometedora conversación donde el mismo Fidel se reconocía como narcotraficante; cosa que cuadra con el testimonio de muchos otros narcotraficantes, como Popeye, el que fuera sicario del terrible Pablo Escobar.
Sánchez creció en el fanatismo comunista y en la adoración al culto a la personalidad de Fidel; pero fue aquello lo que le marcó un antes y un después, acabando en el exilio.
Conocedor de Fidel como pocos, denuncia, entre otras cosas, la conexión de Cuba con las guerrillas narcoterroristas del continente.
Pasen y vean: