Raíces tan profundas como justo es el derecho que reclama el pueblo español de Cuba

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En esta edición especial de «Cuba española, semanario documental», explicaré algunos detalles de la demanda judicial que hoy espera sentencia de la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional. Si bien es un tema histórico, tiene sin embargo una absoluta vigencia para “la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”. La nación española podrá ser una, pero en ella habitan almas muy diversas: las almas españolas, ora peninsulares y metropolitanas, ora en sus más caprichosas municipalidades, las africanas de Ceuta y Melilla, las insulares de Canarias y Baleares, o bien las ultramarinas de Cuba y Puerto Rico, todas españolas, todas de la misma naturaleza, hoy prácticamente desconocida y traicionada por intereses acumulados contra España, cuyo germen inmediato puede ser la imperiofobia, pero puede estar también en la narrativa común que intenta explicar los procesos de independencia de la América española, que para justificar su misma existencia, sus métodos, falta de apego al Derecho e incuestionable fracaso en todos los órdenes de la vida lícita, tiene por fuerza que anclarse en una España diabólica, explotadora, y sanguinaria. El Tratado de París no solamente hizo ley internacional el despojo de territorios que nunca habían sido otra cosa que españoles, sino que además cercenó lazos ancestrales de sus habitantes, también españoles, que en su inmensa mayoría y durante cuatro largos siglos tampoco habían sido otra cosa. A 125 años de la expulsión de los españoles de Ultramar del seno de la patria, nosotros, sus descendientes, reclamamos justicia.

¿Para qué sirve Autonomía Concertada para Cuba, Inc. (ACC)?

ACC nace de un profundo compromiso con el futuro de nuestra nación común y el bienestar de sus gentes. En un mundo donde el cambio es constante, creemos firmemente que toda transformación sostenible se arraiga en dos pilares fundamentales: el conocimiento y la acción.

El conocimiento, en su esencia, es la luz que disipa las sombras de la ignorancia y el temor. Es a través del entendimiento profundo de nuestra historia, nuestra cultura y las realidades contemporáneas que podemos esbozar el camino hacia adelante, tarea ardua en grado superlativo. De ese pozo de conocimientos hay que apartar el misticismo, la magia y otras burundangas que han condicionado, y condicionarán por muchas generaciones nuestra percepción colectiva del mundo, y de nosotros mismos, pero también la que hemos construido de nuestros mayores. Como dije en una ocasión, ACC se dedica a fomentar este conocimiento, no solo como una acumulación de datos, análisis, fuentes documentales, sino como una comprensión empática y crítica de nuestras circunstancias, permitiéndonos soñar con audacia y planificar con prudencia.

Pero el conocimiento por sí solo es como un faro sin luz si no se acompaña de acción. Por eso, la acción es nuestro segundo pilar, igualmente vital. Es la mano extendida que transforma las ideas en realidad, la voluntad que convierte los sueños en logros tangibles. Mediante acciones legales, iniciativas legislativas, o la tutela judicial efectiva de derechos fundamentales en el marco de la Justicia europea, ACC promueve activamente la denuncia, anulación o derogación del art. IX del Tratado de Paz, firmado en París el 10 de diciembre de 1898, por el que España fue obligada a decretar la desnaturalización masiva y forzosa de ciudadanos españoles originarios, un acto ilegal, inconstitucional y de lesa patria, que privó de un derecho fundamental a millones de ciudadanos españoles de origen y lastró sus destinos y los de sus descendientes.

Mediante acciones educativas en todos los espacios de la sociedad civil, conferencias, participación en eventos académicos y de negocios, la defensa de los legítimos derechos de todos los cubanos a nuestra ciudadanía histórica: la española. ¡Es hora de volver a casa!

En este número, exploramos el estado actual del proceso judicial contra el Estado español, que busca la declaración de nulidad de dicho artículo por vulnerar el derecho fundamental a la ciudadanía, de tradición inveterada en la práctica jurídica española, consagrada en el texto constitucional de 1876, hecho extensivo a las Antillas en 1881, y para fines del siglo XIX, el espinoso tema de la ciudadanía, y en especial los deberes de protección que por este derecho le vienen impuestos al Estado español han aguzado de manera significativa el corpus normativo y el aparato doctrinal sobre el que aquel se erige. España no es ajena en ningún momento al despojo al que Estados Unidos la obliga, sin atender a normas elementales del Derecho Internacional.

En sucesivas entregas que publicaré en este semanario documental, tocaremos con especial detenimiento, los argumentos legales, los testimonios históricos y las implicaciones contemporáneas tanto del Tratado de París, como de una eventual denuncia o abrogación de su artículo IX, que ahora mismo pende en la Audiencia Nacional. Este semanario se sumerge en las capas de un debate que no solo es jurídico, sino profundamente humano, al destacar la terrible situación de abandono de aquellos cuyas identidades fueron borradas por la pluma de los tratadistas. Acompáñenos en este viaje que reclama justicia y memoria, a más de un siglo de deuda y olvido de un capítulo oscuro en nuestra historia compartida.

Los antecedentes

Ni bien hubieron firmado aquellos comisionados españoles y norteamericanos la onerosa Paz de París, intelectuales españoles de reputadísimo prestigio no tardaron en hacerse escuchar contra ese instrumento jurídico, incluido el propio Eugenio Montero Ríos, presidente del Senado español y de la comitiva enviada a París. Pero quizá el que con mayor fuerza se opuso durante el resto de su vida fue don Rafael María de Labra y Cadrana (1840-1918), ilustre español de Cuba, diputado a Cortes, autonomista y abolicionista. Aun después de ver cómo todo por lo que él había luchado durante su vida adulta era disuelto de un plumazo, no cejó en denunciar siempre la monstruosidad, e ilegalidad del artículo IX, al no reconocer como españoles a los naturales de Ultramar, y obligar a los de la península a inscribirse en un registro como condición para mantener su ciudadanía.

El tema parece haber caído en un olvido temporal, enterrado por las propagandas nacionalistas que no querían (ni les convenía) ventilar este asunto. Muertos además los que con tanto vigor defendieron los derechos civiles de las personas naturales y residentes en las posesiones ultramarinas, pues poco más podía hacerse. A mediados del siglo XX en Puerto Rico resurgen argumentos que sostienen la teoría de la nulidad del Tratado de París. Pedro Albizu Campos, por ejemplo, contrario al estado de ocupación imperante como resultado de la invasión norteamericana en 1898, fue un defensor de la naturaleza hispana de los puertorriqueños y su desconocimiento era ilegal por las autoridades de EEUU.

A inicios de este siglo, aparece en la escena don José Ramón Morales (1954-2012), quien ganó atención mediática con sus cuestionamientos sobre el relato oficial de la historia de Cuba, y abogar públicamente por la reincorporación a España, y logró incluso que algunos carteles aparecieran en la ciudad de Madrid. Su idea, o sus ideas, plasmadas en su blog Cuba espanola, y en un puñado de videos publicados en Youtube, cobraron una fuerza tan inesperada que hasta la tiranía cubana tuvo que salir al paso y en lugar de debatir con ideas, respondieron con su tradicional técnica de insultos, injurias personales, etc. Fue así como yo conocí de José Ramón Morales, y aquí te dejo uno de esos demoledores videos.

El escritor cubano Ferrán Núñez, residente en Francia, creó en 2012 la asociación sin fines de lucro Autonomía Concertada para Cuba, inscrita en el registro francés de asociaciones. Su obra es referencia obligada para obtener argumentos históricos que puedan rebatir el mito fundacional cubano, o como yo le llamo “el cuento de la malanga”. En ese año se organizó una petición en internet que consistía en una carta al rey que nunca prospetó porque el rey no tiene responsabilidad, como que reina, no giberna en el sistema de la democracia moderna; no obstante la iniciativa de ACC en Francia, bajo la dirección de Ferrán Núñez logró más de 2000 firmas. Su libro, Una guerra española contra los salvajes no solamente aporta datos, análisis, puntos de vista interesantes y novedoso, sino que ofrece por primera vez una arquitectura histórica de rigor, un relato que explica una realidad que los cubanos hemos conocido solo a medias.

Para julio de 2020, después de debatir ampliamente y conectar ideas entre nosotros, Ferrán consideró que era hora de pasar el batón y me preguntó si me haría cargo, interinamente, de Autonomía Concertada para Cuba, y aquí estamos cuatro años después.

¿Qué puedes hacer tú?

Si consideras meritorio el trabajo que realiza ACC, asociación que por añadidura ostenta el blasón de ser decana de la hispanidad, y si aprecias que nuestra labor debe proyectarse hasta que todos los cubanos sepan que nuestra ciudadanía originaria, la española, fue ilegalmente conculcada, y que sus descendientes deben ser reconocidos en la condición de sus mayores, por favor, comparte este correo con amigos, familiares y conocidos, involúcrate con la asociación si eres miembro, y sino, considera una membresía. Haznos preguntas, miles de preguntas, todas las que quieras. Por último, es incómodo, pero necesario recordar que la asociación se sostiene únicamente con sus donaciones, y que hay costos de operación, empleo de recursos, etc., a los que no puedo hacer frente solo. Podremos hacer en la medida en que podamos disponer de los recursos necesarios para proyectar una voz respetuosa, pero contundente, madura y razonable en sus peticiones. Apoya con lo que puedas, todo es bienvenido. Puedes realizar tu donación pulsando en los enlaces inferiores, y gracias de antemano.

Paypal: presidencia@cubaespanola.com

Ca$happ: $Cubaespanola

Patreon: patreon.com/cubaespanola, y aquí un enlace a nuestra primera publicación en esa plataforma.

Nota: este articulo ha sido tomado de Cuba española, semanario documental, del 7 de abril de 2024

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